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Las puertas antiokupa, lo último para repeler a las mafias

La puerta antiokupa se instala delante de las originales y dificulta el asalto a la vivienda por la fuerza. 

La okupación mafiosa se ha extendido como la pólvora en nuestro país en los últimos años. El estallido de la burbuja inmobiliaria y la laxitud de la legislación española con estos enemigos de la propiedad privada han contribuido a incentivar la aparición de este fenómeno.

Se trata de grupos organizados que han convertido algunos bloques de viviendas en auténticos guetos okupas. Ellos ponen las reglas, abren los pisos, que casi siempre están vacíos, y, en muchos casos, cobran un arrendamiento a los residentes de las casas asaltadas. La convivencia con los vecinos se hace insostenible.

Vallecas, en Madrid, o el Raval, en Barcelona, son algunos de los bastiones okupas más problemáticos de España. Y es en Barcelona, precisamente, donde una empresa española ha empezado a comercializar una particular puerta para evitar los asaltos de la vivienda ajena: la puerta antiokupa.

Cuando los okupas ya están dentro del piso, el dueño sufrirá un auténtico calvario para desalojarles por la vía legal. "Nosotros ponemos los medios para que la okupación no llegue a producirse", asegura el responsable comercial de STM Seguridad Integrada, Juan Carlos Parra, a Libre Mercado. "Con tres puntos de cierre, si quieren abrir nuestra puerta les va a costar y tendrán que hacer mucho ruido, lo que alertará a los vecinos, que son los mejores policías", explica.

Según relata Parra, los responsables de la empresa "son cerrajeros desde hace 20 años", pero desde hace un año y medio decidieron dejar a un lado su actividad para especializarse en las puertas antiokupa, la denominación que utilizan ellos mismo para referirse a su producto. "Vieron que la okupación se estaba propagando por toda España y que los propietarios no podían hacer nada para evitarlo si no estaban en sus viviendas. Primero fue en Barcelona, luego en Madrid, Andalucía y en promociones fantasma como las de Seseña. Ahora está llegando al Levante", afirma.

Sin mirilla y sin pomo

Las puertas antiokupa se instalan delante de las originales para dificultar el asalto a la vivienda por la fuerza. No son aptas para que el propietario resida en la vivienda porque no tienen ni mirilla, ni pomo y se abren hacia fuera.

"Antes, la única solución que había era tapiar la puerta, pero con este tipo de puertas los dueños pueden acceder fácilmente a su vivienda deshabitada para acondicionarla y ponerla en el mercado o a la vuelta de sus vacaciones", cuenta el representante de la compañía. Por eso, las puertas se pueden comprar o alquilar por días. Su precio de venta es de unos 1.000 euros, montaje incluido, y el del alquiler de 2,5 euros al día.

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El Equipo de STM en un cerramiento de urgencia para 6 viviendas

Aunque son muchos los particulares que temen por la seguridad de su hogar, los principales clientes de STM son los institucionales, como la Sareb o el IVIMA, y los fondos de inversión. "La proporción es de 10%-90%", informa.

El perfil del okupa

Según el testimonio de Parra, "los okupas con los que nos encontramos habitualmente están profesionalizados. No quieren pagar, saben cómo está el sistema, y se suben al carro". Su perfil "no tiene nada que ver con la ideología ni con la necesidad", añade. El representante de la compañía considera que "ahora la okupación se está empezando a ver como algo bueno, donde los malos son los propietarios".

En el poco tiempo que llevan dedicándose a este tipo de producto de seguridad, en la empresa se han encontrado con todo tipo de situaciones insólitas. "Esta mañana ha aparecido un inquilino que no paga el alquiler, pero que le arrenda sus habitaciones a turistas", relata. "Lo último es que los okupas se metan sólo con la intención de extorsionar al dueño para que les pague una cantidad si quiere que se marchen", asegura.

Explica que STM sólo puede colocar la puerta si tiene la seguridad de que no hay nadie residiendo en la vivienda o en el momento en el que se produce el desalojo. "Todos los días nos cancelan servicios porque llegamos tarde y ya se han metido dentro. Con los grandes propietarios el papeleo es muy largo y es difícil", añade. Sobre si sus operarios han vivido episodios violentos en el momento de instalar las puertas, Parra asegura que no. En "alguna ocasión personas de etnia gitana les han increpado, pero ya está".

El aumento de la okupación y el despegue del mercado inmobiliario, que hace que los propietarios quieran acondicionar sus viviendas, están contribuyendo a la aparición de empresas como STM, que no es la única en nuestro país. "Ahora está habiendo mercado", afirma Parra. La compañía ya fabrica unas 1.500 puertas al mes y ha pasado de 15 a 60 empleados en el último año y medio, según sus cálculos.

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