La salida de Reino Unido de la UE, conocida comúnmente con el término Brexit, podría quedar reducida a la categoría de anécdota en comparación con las graves consecuencias que podría acarrear el abandono de Italia, posibilidad que empieza a barajar un creciente número de inversores.
La diferencia entre uno y otro caso es que Italia, además de pertenecer a la UE, forma parte del euro, de modo que su salida no solo generaría un ambiente de incertidumbre política y un posible impacto negativo a nivel comercial y económico a medio y largo plazo, sino que supondría el estallido de una nueva crisis financiera, monetaria y de deuda de consecuencias imprevisibles en el seno de la Unión, y, en todo caso, mucho peores que las desatadas por Grecia.
Los temores que empieza a experimentar el mercado se sustentan sobre una serie de factores a tener muy en cuenta. En primer lugar, el largo estancamiento económico que experimenta Italia desde hace años, más allá de la actual crisis. Así, a diferencia de otros países que sí han logrado salir del atolladero, el PIB italiano todavía se mantiene un 6% por debajo del nivel alcanzado en 2008 y 2009, al inicio de la crisis internacional., mientras que su tasa de desempleo aún se sitúa por encima del 11%.
Lo más preocupante, sin embargo, es que su economía no logrará recuperar el nivel precrisis hasta 2025, según las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta previsión parece plausible si se tiene en cuenta que Italia apenas acumula un crecimiento del 3,6% desde el año 2000, tal y como señala el analista Marc Fortuño en el blog Euribor.
A esta estructural debilidad económica se le suma, además, un grave problema de insolvencia financiera. La banca italiana hace aguas tras retrasar durante años la profunda reestructuración que precisan muchas de sus entidades. La morosidad ronda los dos dígitos, con cerca de 360.000 millones de euros en préstamos morosos.
El plan de rescate diseñado para evitar la quiebra el Monte dei Paschi di Siena, el tercer banco del país y la entidad más antigua del mundo, se ha convertido en el icono de la crisis bancaria italiana, pero, en realidad, son numerosas las entidades afectadas, tal y como demuestra el desplome general que ha experimentado el sector en Bolsa.
A ello se suma, además, una deuda pública del 135% del PIB, la segunda más alta de la zona euro tras Grecia, y cuyo volumen supera los 2,2 billones de euros, el tercer mayor mercado de deuda del mundo. Italia presenta, pues, un cóctel explosivo, fruto de la combinación de estancamiento económico, insolvencia bancaria y alta deuda pública, cuyo estallido está a la espera de una mecha.
Referéndum y posibles elecciones
Y si la mecha en cuestión fue en su día la crisis de Grecia, hoy ésta podría resurgir como consecuencia de la inestabilidad política en Italia. El primer ministro del país, Matteo Renzi, ha ligado su cargo al resultado que arrojen las urnas en el referéndum sobre la reforma constitucional que se celebrará el próximo mes de noviembre. La cita se ha convertido en una especie de voto de confianza a la figura de Renzi y su Gobierno. Si la reforma propuesta sale rechazada, Renzi ha anunciado que dimitirá, lo cual podría desembocar en un nuevo adelanto electoral.
Y el problema aquí es que, en caso de materializarse dicho escenario, el Movimiento 5 Estrellas, un partido de corte populista, podría alzarse con el poder, puesto que está muy bien posicionado en las encuestas electorales. Uno de los principales compromisos políticos del Movimiento 5 Estrellas es convocar otro referéndum, pero en esta ocasión sobre la pertenencia de Italia al euro.
Es decir, en última instancia, Europa correría el riesgo de repetir el resultado obtenido por Reino Unido tras el Brexit. Y es que, a diferencia de otros países miembros, la moneda única y la UE no gozan de un amplio apoyo popular entre la población. De hecho, es uno de los países miembros más euroescépticos, con casi el 48%de los italianos a favor de la salida de la UE.
Aunque, hoy por hoy, la deuda italiana y la prima de riesgo se mantienen bajo el control, gracias a las políticas monetarias del BCE y su programa de compras de deuda, la materialización de un escenario como el descrito podría disparar la desconfianza de los inversores y, lo que es más importante, el pánico de los depositantes, dando así la puntilla al sistema bancario. Y llegados a este punto, cabe recordar que, a diferencia de Grecia o Portugal, Italia no es, a priori, un país rescatable debido a su gran tamaño, al ser la tercera economía de la UE y la octava del mundo.
Estos temores, riesgos y amenazas han empezado a cotizar en los mercados, tal y como muestra el siguiente gráfico, en el que se recoge el sentimiento de los inversores acerca de la probabilidad de que Italia salga del euro. En la actualidad, el riesgo de que abandone la moneda única en los próximos doce meses se ha disparado hasta un nuevo máximo histórico, en lo que algunos ya han bautizado como Italexit.
The #Italexit might be on its way. Sentix Italexit Index at life-time high. https://t.co/DxgnD4fouD pic.twitter.com/9rIw7vaDwj
— Holger Zschaepitz (@Schuldensuehner) 23 de agosto de 2016