El economista Stefan Fölster, ha publicado un interesante informe que evalúa la senda socioeconómica que ha seguido Suecia en las últimas décadas. De entrada, Fölster apunta que el país escandinavo “era uno de los países más pobres de Europa… hasta que las reformas económicas de corte liberal adoptadas en la segunda mitad del siglo XIX lanzaron el crecimiento de manera espectacular. Ese impulso se mantuvo hasta 1970, cuando Suecia alcanzó el cuarto lugar de la lista de países más ricos de la OCDE, según el PIB per cápita”.
Desde entonces y hasta la década de 1990, Suecia siguió el camino contrario y se convirtió en el país de referencia para los socialistas de Occidente. Según Fölster, “en los años 70 y 80 del siglo XX, Suecia pasó de ser uno de los países con menos cargas fiscales a ser la nación desarrollada con más impuestos. El sector público se expandió de forma espectacular. Subió la rigidez laboral, se desarrollaron todo tipo de empresas públicas e incluso se planteó que los sindicatos pasasen a controlar las empresas. El resultado es que, dos décadas después, Suecia había caído al puesto 14 del ranking de PIB per cápita de la OCDE”.
Pero desde la década de 1990 hasta 2010, Suecia acumuló veinte años de reformas liberales que sirvieron para relanzar el crecimiento. Entre 1976 y 1995, el país escandinavo crecía mucho menos que la OCDE y la UE-15 pero, entre 1996 y 2012, ha ocurrido todo lo contrario y el país escandinavo ha recuperado el terreno perdido.
Entre 1960 y 1990, el empleo privado apenas avanzó mientras que el empleo público se disparó hasta niveles insostenibles. Esta tendencia se empezó a invertir en la última década del siglo XX, conforme el empleo privado fue recuperándose. En los veinte últimos años, el número de trabajadores públicos se redujo en 200.000 personas mientras la ocupación en el sector privado creció en 400.000 individuos.
El crecimiento anual de la renta disponible de los hogares suecos se disparó con el lanzamiento de la agenda de reformas liberales. Entre 1976 y 1995, se movía en tasas de entre el 0,7% y el 0,8%, pero entre 1996 y 2011 subió a tasas de entre el 3% y el 3,2%.
Los ejes de las reformas liberales suecas
Fölster desglosa las distintas reformas liberales que se aprobaron en Suecia:
Control del gasto público. En 1994, la deuda pública llegaba el 80% del PIB… pero casi veinte años después, en 2012, el pasivo estatal había caído hasta el 30% del PIB. Esta fuerte reducción es inseparable de la Regla Fiscal aprobada en 1997. Dicha norma exige que, en el medio y en el largo plazo, el presupuesto registre un superávit estructural del 1% del PIB. Además, también requiere que cada ministerio que solicite más gasto en una partida apruebe recortes equivalentes en otras áreas de gobierno, asegurando que los desembolsos totales no aumentan.
Reforma de las pensiones. En la década de 1990 se aprobó un cambio en el sistema de pensiones. El modelo anterior estaba basado en el mismo mecanismo de reparto que está en vigor en España. Sin embargo, el nuevo paradigma combina los aportes genéricos a la caja de la Seguridad Social con el ahorro personal que cada trabajador acumula en un fondo privado. Además, se ha introducido un factor de sostenibilidad que ajusta las pensiones de manera automática, dependiendo de la buena o mala salud del sistema a medio y largo plazo.
Rebaja de impuestos. El tipo superior del IRPF rondaba el 80% en el momento en que se empezaron a introducir reformas liberales. Entre 1990 y 1991 se aplicó un primer cambio que aseguró que el 85% de los trabajadores pagaría menos de un 30% y que el resto no tributaría más de un 55%. Entre las empresas, se redujo el tipo general del Impuesto de Sociedades del 50% al 28%, con rebajas adicionales vía deducciones.
Estabilidad monetaria. El entorno inflacionista del periodo 1976-1990 fue corregido con una reorientación de la política del Banco Central, que subió notablemente los tipos de interés hasta asegurarse la contención de los precios. Poco a poco, la corona ganó en estabilidad y permitió que las subidas nominales de los sueldos se tradujesen realmente en ganancias reales de poder adquisitivo.
Reforma del Estado del Bienestar. Se liberalizaron los sectores más intervenidos de la economía: medios de comunicación, electricidad, transporte, telecomunicaciones, servicios postales… Además, se introdujo un modelo de “cheques” para permitir que empresas privadas compitan para prestar servicios públicos en campos como la educación, la sanidad, la búsqueda de empleo…