La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha declarado la guerra a los propietarios de pisos turísticos, gente normal y corriente que se aprovecha de la revolución tecnológica y las grandes oportunidades que ofrece la denominada economía colaborativa para sacarse unos ingresos extra mediante el alquiler, parcial o total, de su propiedad privada.
Aplicaciones como Airbnb o Homeaway, entre otras, se han extendido por medio mundo, ofreciendo alojamiento de calidad y más barato que los tradicionales hoteles, lo cual se ha materializado en un aumento sustancial del turismo, con todos los beneficios económicos que ello reporta a los destinos más visitados. Una de estas ciudades es, sin duda, Barcelona, cuya economía depende, en gran medida, de la llegada de visitantes.
Al igual que ha sucedido en otras muchas capitales, el número de pisos turísticos ha crecido de forma muy sustancial en los últimos años, generando así un beneficio directo mutuo a propietarios e inquilinos, pero también ganancias indirectas al resto de la ciudad gracias al aumento de la actividad turística. Sin embargo, no todos ven con buenos ojos este fenómeno y, aprovechándose del poder político, pretenden restringir o, directamente, prohibir este fenómeno.
A nivel empresarial, los hoteles son los grandes interesados en cargarse este incipiente sector, debido a la fuerte competencia que les genera. Y Colau, curiosamente, se ha convertido en su gran socia y aliada en esta particular guerra en detrimento de los propietarios particulares. El plan de choque que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Barcelona en esta materia ya se ha cobrado las primeras víctimas, tras el cierre de 256 viviendas que carecían de la licencia municipal pertinente para poder ser alquiladas libremente a turistas, y la imposición de una multa de 60.000 euros a las plataformas Airbnb y Homeaway.
En este sentido, cabe recordar que Barcelona ha congelado la concesión de este tipo de licencias, además de decretar una moratoria para evitar la construcción de nuevos hoteles, lo cual, entre otros factores, está incrementando la economía sumergida asociada a los pisos turísticos. Inspectores puerta a puerta, a los que denominan “la Gestapo” de Colau, y elevadas multas son las herramienta que emplea la filial barcelonesa de Podemos para combatir este prometedor segmento de la economía colaborativa.
Los propietarios se rebelan contra Colau
Pero no todos los propietarios se resignan a esta persecución que declaran “injusta” y “abusiva”. Un grupo de propietarios ha empezado a empapelar esta semana el centro de Barcelona con una carta abierta contra Colau en señal de protesta, en la que, directamente, llaman al “sabotaje” del Ayuntamiento.
Es su forma de reaccionar a la reciente misiva enviada por la alcaldesa animando a los vecinos a denunciar la presencia de pisos turísticos. La carta abierta contra Colau ha sido repartida por el centro de la Ciudad Condal: el barrio Gótico, el Raval, las calles Portaferrissa, Calle del Pi, Calle Ciutat y Avinyò, entre otras.
Los precursores de esta iniciativa ciudadana invitan a “los anfitriones” (propietarios de pisos) a “sabotear el sistema de delación del Ayuntamiento para defender nuestro derecho a hacer con nuestra propiedad lo que queramos si no molestamos a nadie”, explica uno de ellos a Libre Mercado. En concreto, animan “a todos los anfitriones de Barcelona a inundar al ayuntamiento con DENUNCIAS FALSAS DE PISOS TURÍSTICOS, un sabotaje consciente para inhabilitar el sistema de delación promovido por el ayuntamiento, y así defendernos de su injerencia”.
A continuación, el contenido íntegro de la misiva:
EN DEFENSA DE LOS PISOS TURÍSTICOS
Mediante esta carta queremos invitar a todos los anfitriones de Barcelona a inundar al ayuntamiento de Barcelona con DENUNCIAS FALSAS DE PISOS TURÍSTICOS, un sabotaje consciente para inhabilitar el sistema de delación promovido por el ayuntamiento, y así defendernos de su injerencia.
Una aclaración: en ningún caso justificamos los pisos turísticos que molestan a los vecinos con conductas incívicas. Tener que aguantar ruido y fiestas de turistas en tu propio domicilio es intolerable.
No obstante los pisos turísticos que molestan son una minoría, y prueba de ello es que hay 26.000 ofertas de alojamiento en Airbnb en Barcelona pero el ayuntamiento recibe tan pocas quejas que tiene que instar a los barceloneses a delatar a sus vecinos.
NO SE PUEDE CONSENTIR QUE SE PERSIGA A MUCHOS BARCELONESES y se prohíba una actividad POR LA CONDUCTA INCÍVICA DE UNOS POCOS. Podemos y debemos hilar más fino, castigar las conductas incívicas y permitir al resto hacer con su casa lo que le venga en gana mientras no moleste a los demás.
Respecto de los argumentos del ayuntamiento:
Los pisos turísticos generan especulación: Si se refiere al precio de venta o alquiler de viviendas en Barcelona, las 26.000 ofertas de alojamiento (de las que solamente 14.700 son apartamentos completos), representan un 3% del número de viviendas en Barcelona (811.000 según el censo del INE 2011). Es matemáticamente imposible que tenga un efecto apreciable en precios de venta y alquiler.
Economía sumergida: Si el ayuntamiento persigue esta actividad, por supuesto que estará sumergida. Es el ayuntamiento quien crea la economía sumergida limitando con prohibiciones la oferta de alojamiento. Dejen de perseguir y amenazar y los anfitriones estaremos encantados de pagar los impuestos que corresponda.
Daña convivencia con vecinos: Como comentado antes SOLAMENTE los pisos molestos deben ser controlados. Pero instar a los barceloneses a que delaten a sus vecinos para que reciban multas de hasta 90.000€ por tener a un chino en casa no contribuirá a mejorar las relaciones vecinales, esto es una barbaridad propia de otras épocas y regímenes.
Otras consideraciones:
Gracias a Airbnb los ciudadanos pueden acceder a un mercado y una industria antes solamente accesible a los grandes empresarios, por la necesidad de inversiones fuertes y contactos para conseguir licencias. Ahora pueden beneficiarse de esta industria personas que no consiguen pagar su hipoteca, jubilados con habitaciones libres que consiguen ingresos extra y compañía, estudiantes que logran pagar así el alquiler, el del bar de abajo a donde los turistas van a desayunar y las tiendas de ropa y otros comercios del barrio.
Airbnb ha llegado para quedarse, es el futuro, y solo podemos hacer dos cosas: (i) frustrarnos y luego adaptarnos, o (ii) adaptarnos. El ayuntamiento nunca logrará contener este nuevo modo de alojamiento, solamente cortará injustamente unas cabezas de turco por el camino. Las ciudades de todo el mundo tendrán bolsas de población flotante, debemos adaptarnos al siglo XXI y disfrutar sus beneficios de movilidad y flexibilidad.
Control del estado: La sociedad civil debe resistirse a las injerencias de las administraciones públicas. El ayuntamiento te multa si tienes turistas en casa, y te multa si tienes el piso vacío. Recordemos que las competencias del ayuntamiento son principalmente la recogida de basuras y el alumbrado, es intolerable que nos dicten qué hacer con nuestras casas.
Por último, una cita motivacional para aquellos que, respecto de las denuncias falsas, estén de acuerdo en el fondo pero no en la forma:
“Desobedeceremos las leyes que nos parezcan injustas”
Ada Colau, El País, 1 de junio de 2015.