Dentro de nuestro mandato, el Banco Central Europeo (BCE) hará lo que sea necesario para preservar el euro… y créanme, será suficiente (Within our mandate, the ECB is ready to do whatever it takes to preserve the euro. And believe me, it will be enough)
Si la crisis que la Eurozona vive desde 2010 se tuviera que resumir en una frase, probablemente la elegida sería la que pronunció Mario Draghi en Londres, en julio de 2012. Tanto si se está de acuerdo como si no con lo realizado por el italiano como presidente del BCE, hay que reconocer que la sentencia es genial y pasará a la historia de la economía con todos los honores. En el peor momento de la crisis del euro, con las primas de riesgo de los países de la Eurozona descontroladas y rumores crecientes de la quiebra de Italia o España, Draghi contuvo a los mercados sin anunciar nada, simplemente diciendo que si tenía que hacer algo, lo haría.
Eso sí, luego hubo que poner acciones concretas en ese indeterminado "lo que sea necesario". Y una de las primeras medidas anunciadas fue la compra de bonos de los estados en dificultades en el mercado secundario (conocido como OMT, según las siglas en inglés de Outright Monetary Transactions). Lo cierto es que no ha sido necesario aplicarla en estos cuatro años. El mero anuncio de que el BCE adquiriría bonos si el precio de estos se disparaba y se generaban dificultades de financiación a los estados hizo que se desplomase la prima de riesgo de España o Italia. Nadie quería apostar contra el primo de Zumosol de Fráncfort. De hecho, en estos momentos, con el programa de Quantitative Easing (QE) en marcha, no parece que esté cerca de ponerse en marcha el OMT.
Pero incluso así, la medida había sido aprobada y no puede ser descartado que se llegue a aplicar en algún momento. Y esto no gusta demasiado en algunos círculos, especialmente en Alemania. De hecho, en una iniciativa sin precedentes, hasta 37.000 académicos, políticos, economistas y empresarios firmaron contra la decisión de Draghi y llevaron a los tribunales al BCE. Su argumento era que el organismo estaba yendo mucho más allá de lo que le permitía su mandato de lucha contra la inflación, que estaba proporcionando financiación de forma ilegal a los estados, que estaba rebasando con mucho las capacidades legales de la institución y que, con el anuncio de esta compra (incluso aunque no la aplicase), estaba mutualizando riesgos por la puerta de atrás, haciendo al contribuyente germano co-responsable de la irresponsabilidad de los derrochadores países del sur de Europa. El argumento podría resumirse diciendo que el BCE, que debe ceñirse a ejecutar políticas monetarias, estaba ampliando su radio de acción a la política fiscal.
Respaldo
Pues bien, este martes, el Tribunal Constitucional alemán ha dado la razón al BCE. O más bien podríamos decir que se la ha quitado a los demandantes y ha respaldado la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que hace unos meses aceptó la legalidad de la medida y su encaje dentro de los tratados de la UE (incluida la carta fundacional del BCE, que limita los objetivos de la institución a mantener la estabilidad de los precios). Eso sí, para que sea legal, el TJUE dejó claro que el OMT tenía que cumplir obligatoriamente una serie de seis requisitos: que la compra no fuese anunciada previamente; que el bono pertenezca a países que tienen acceso al mercado; que el volumen de la compra esté limitado; que entre la emisión del título y su compra pase un plazo delimitado previamente; que el bono se mantenga hasta su vencimiento sólo en casos excepcionales; y que si cambian las condiciones que hicieron necesaria la intervención, el bono vuelva a ponerse en el mercado. Ahora, el TC germano se suma a esa interpretación (de hecho, los jueces reconocen que se sienten vinculados a la decisión del TJUE).
Sin embargo, el TC alemán intenta evitar que se entienda esta sentencia como una aceptación de la libertad total del BCE para actuar en el mercado de bonos. De hecho, los magistrados piden al Gobierno Federal y al Bundestag que "controlen de cerca la puesta en marcha de cualquier programa de OMT, no sólo en lo que tiene que ver con las condiciones citadas", sino también por la posible "amenaza específica que podría imponer sobre el presupuesto federal". El problema aquí es que parece muy problemático controlar a posteriori estos requisitos; una decisión que, además, dependería en buena parte de una toma de postura política. Al menos en esta cuestión de la compra de bonos, lo que le ha dado el TC este martes a Draghi, si no es un cheque en blanco, se le parece mucho.
El único motivo de preocupación ahora para el italiano en el frente judicial es que aún quedan en los tribunales germanos varias causas pendientes de resolución que hacen referencia al QE, la política que sí está aplicando de forma efectiva el BCE. En principio, incluso los políticos germanos menos proclives a la actuación de Mario Draghi se muestran menos críticos respecto a la aplicación del QE que lo que expresaron cuando se anunció el OMT. Pero la amenaza judicial, sigue presente.
La sentencia del TC ha generado reacciones encontradas entre los economistas alemanes, según informa EFE. El director del instituto IFO de Múnich, Clemens Fuest, criticó la decisión y sostuvo que el OMT persigue claramente un objetivo propio de la política fiscal y no de la política monetaria y que con la supervisión que se les encarga para que no se rebasen ciertos límites, el Bundestag y el Gobierno son como "tigres sin dientes". Por su parte, el catedrático Lars Feld, miembro del Consejo Asesor de Economistas del gobierno, -los llamados "cinco sabios"- la calificó en cambio de "decisión sabia" que evita una crisis institucional en la UE y, a la vez, señala límites a la acción de instituciones europeas.
En cualquier caso, en una semana como ésta, con el Brexit y las elecciones españolas en el horizonte cercano, el anuncio del TC alemán ha sido acogido con una visible reacción de alivio en los mercados y por parte de los inversores. Un revés para Draghi habría sido muy duro para la institución y habría introducido incertidumbre en las posibilidades reales del BCE de manejar la política monetaria (que, por otro lado, muchos expertos piensan que es excesiva). "Lo que sea necesario" dijo Draghi hace ya cuatro años… por ahora, sigue teniendo vía libre.