Manuel Llamas lo adelantó en febrero con datos de la EPA, y ahora el Boletín Estadístico del Personal Público ha confirmado que las Administraciones Públicas tienen hoy más funcionarios que al inicio de la crisis. Así, la Administración Central, las Autonomías y los Ayuntamientos han pasado de 2.512.038 empleados en 2007 a los 2.519.280 de enero de 2016. Esa cifra no incluye altos cargos, políticos, trabajadores de las empresas públicas de los Ayuntamientos y las CCAA, el personal de Correos y los contratados con menos de seis meses en los municipios, con lo que el incremento real ha sido muy superior: de los 2.969.500 que había a cierre de 2007 a los 3.018.300 que hay a día de hoy, según la EPA,
Por otro lado, este miércoles se ha sabido que la deuda pública sigue desbocada –también por culpa especialmente de las Autonomías– y se situó en el 100,5 % del PIB en el primer trimestre. Por si estos indicadores no fueran suficientemente elocuentes para desmentir la tan cacareada austeridad, cabe añadir que el gasto público total, el gasto real por habitante y el gasto en educación y sanidad están, todos ellos, en niveles similares o superiores a los que había en 2007.
Si ya resulta lamentable que el Ejecutivo del PP haya reforzado el sobredimensionado sector público, más inquietante todavía es que las únicas críticas que haya recibido por ello no procedan de ninguna formación con representación parlamentaria, sino de Aznar y de tantas otras personas justificadamente decepcionadas con la política socialdemócrata llevada a cabo por el irreconocible PP de Rajoy. Por el contrario, todos los partidos que disputan al PP la Presidencia del Gobierno critican, en mayor o menor medida, una política de austeridad que, en realidad y desgraciadamente, el Ejecutivo del PP no ha practicado en absoluto.
A la política llevada a cabo por Rajoy se le podría calificar de "austericida" si se respetase la etimología, pues ese palabro significa realmente matar la austeridad. Pero, en el colmo del despropósito, se tacha de "austera" una política de demencial gasto público que, además de obligar al contribuyente medio a trabajar 180 días al año exclusivamente para pagar a Hacienda, ha colocado la deuda por encima del 100% del PIB.
Aunque el responsable económico de Ciudadanos, Luis Garicano, haya querido hacer este miércoles un guiño a los oyentes de esRadio al asegurar que quieren "adelgazar la Administración y ponerla al servicio de los ciudadanos", lo cierto es que ni el líder ni el programa de su partido han hecho oferta alguna que suponga, en términos netos, una reducción del gasto y del tamaño del sector público. Por el contrario, Ciudadanos ha renunciado a la mayor parte de su promesa de rebajar el IRPF y se ha mostrado partidario de subir todavía más el Impuesto de Sociedades; asimismo, está dispuesto a sumarse al resto de los partidos para pedir a Bruselas una todavía mayor "flexibilidad" a la hora de alcanzar unos objetivos de reducción del déficit que han sido reiteradamente incumplidos a lo largo de la pasada y nada austera legislatura.
Lamentablemente, mucha menos contención del gasto cabe esperar del PP y del PSOE, y para qué hablar de los neocomunistas de Unidos Podemos.
Con este panorama, y dado el uso viciado que se hace del término austeridad, cabe advertir, con Confucio, que "cuando las palabras pierden su significado, el hombre pierde su libertad".