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Axel Kaiser y Gloria Álvarez: "Comunistas y fascistas son primos hermanos ideológicos"

Los autores de El engaño populista explican en una entrevista con Libre Mercado el peligro de los políticos que se autoproclaman salvapatrias.

Gloria Álverez y Axel Kaiser están de visita en España para promocionar El engaño populista (Deusto), un libro en el que cargan duramente contra Podemos, el chavismo y demás expresiones recientes del intervencionismo político y económico más cerril. Libre Mercado se sentó a hablar con ellos horas antes de la conferencia que ofrecieron la semana pasada en la Fundación Rafael del Pino. A continuación, pueden leer la primera parte de la conversación...

- En ciertos ámbitos puede resultar provocador decirlo, sobre todo en un país que sufrió una guerra civil, pero El engaño populista denuncia sin tibieza los fuertes puntos de coincidencia entre comunistas y fascistas. ¿Los extremos se tocan?

Axel: ¿Qué es, en esencia, lo que distingue al fascismo del comunismo? La verdad es que hay ciertos elementos que pueden marcar diferencias teóricas, como el nacionalismo, pero por lo demás hay muchas conexiones entre ambas doctrinas, ya que son de naturaleza anti-liberal, anti-individualista, anti-capitalista, anti-democrática… Comunistas y fascistas son primos hermanos desde el punto de vista ideológico, les unen agendas que rechazan el liberalismo.

En la práctica, uno analiza la Alemania de Hitler o la Rusia de Stalin y lo que encuentra es ataques a la independencia de las personas, a la propiedad privada… De hecho, comunistas y fascistas comparten un hondo antisemitismo. Por eso, más que hablar de "extremos que se tocan", yo directamente diría que lo que está en un extremo es el liberalismo y lo que está en el otro extremo es el comunismo, el fascismo y demás fórmulas de pensamiento totalitario. Es una idea que desarrollamos en profundidad en el libro.

Gloria: Por supuesto. Lo que hacemos es denunciar que estas concepciones parten de un mismo supuesto: el Estado como entidad que oprime más y más a un individuo al que no le queda más que someterse a una supuesta "voluntad popular". Por eso, a la hora de ubicar en un mapa de ideas al comunismo y a fascistas, debemos tener claro que hablamos de elementos que están bajo una misa sombrilla, la del totalitarismo.

Estos postulados tienen más peligro aún cuando se introducen a través de mecanismos aparentemente democráticos. Se usa el sufragio para posicionar un proyecto totalitario en instituciones teóricamente democráticas. Y luego se van destrozando esos límites al poder apelando a la supuesta legitimidad que darían las unas para arrasar con todo. El resultado es que un país acaba caminando hacia un Estado totalitario, donde la sociedad civil y los derechos individuales no paran de retroceder.

- Por tanto, ¿es el liberalismo el antídoto contra ese populismo de corte comunista o fascista que tantos estragos viene causando en América Latina y que en tiempos recientes ha llegado a EEUU y Europa?

Axel: Pues Hayek hablaba así del liberalismo, como de un planteamiento contrario a las distintas expresiones de la extrema derecha y la extrema izquierda. Básicamente, el liberalismo es una doctrina sobre los límites del poder. Sin embargo, la democracia no es necesariamente una doctrina sobre los límites del poder, sino sobre el acceso al mismo.

Gloria: En el concepto más clásico, se hablaba del ideal de una república, que obviamente no tiene nada que ver con lo que se entiende aquí en España cuando se usa ese término. Y esa república era la que representaba un sistema gubernamental que equilibra los poderes y que concibe al individuo como la minoría más pequeña, merecedora de respaldo ante los excesos que podrían cometerse por parte de las mayorías.

- En el libro también planteáis que existe una gran hipocresía entre los líderes populistas de América Latina que, a pesar de enarbolar un discurso contrario al mercado, no dejan de ser hombres y mujeres ricos, que amasan grandes fortunas a raíz de su llegada al poder. Como curiosidad, os cuento que Pablo Iglesias ya está entre el 1% más rico de España…

Gloria: A mí me parece bastante gracioso e incongruente, ellos viven como capitalistas mientras lo único que hacen es decirle a la gente que la única forma de salir de la pobreza es reprimir el capitalismo, un sistema al que siempre condenan como inmoral, como explotador…

Axel: Es un doble discurso muy revelador. Orwell ya tocaba el tema en su Rebelión en la Granja, que recordaba que, al final, el proyecto de la igualdad siempre requiere la conformación de una élite que lo lleve a cabo. Y esa élite, claro está, siempre será desigual a los demás.

- Con la diferencia de que, según explicáis en El engaño populista, esas nuevas élites serán aún peores que cualquiera de sus predecesores, ya que además de emular sus vicios, desarrollarán mecanismos reforzados de control del poder para evitarse la caída que sí tuvieron sus antecesores.

Axel: Lo que buscan, efectivamente, es crear el orden nuevo que les da todo el poder. A continuación, se preocupan de dominar y controlar todas las esferas institucionales. Todo eso facilita el enriquecimiento del que hablábamos antes.

No es raro, por ejemplo, que Fidel Castro haya terminado siendo uno de los magnates más ricos del mundo, que la hija de Hugo Chávez gaste miles de dólares viajando de shopping a Miami, que Rafael Correa viva con todo tipo de comodidades, que Evo Morales gaste millones de dólares en comprar nuevos aviones privados… Al final, a todos les gusta el lucro y el placer del capitalismo. Es una hipocresía mayúscula.

- Sin embargo, la universidad y la prensa está llena de aduladores de estos tiranos a los que pretendéis desmontar con el libro. ¿Cómo es posible que haya tantos intelectuales dedicados a la lamentable tarea de destrozar el sistema liberal que tanto ha ayudado a reducir la pobreza y mejorar el bienestar de las personas?

Gloria: Es chocante que siempre se acabe dando un secuestro del lenguaje que se traduce en que los intelectuales se adueñan de conceptos varios y los tergiversan completamente, como por ejemplo ocurre con el capitalismo, convertido una y otra vez en el malo de la película… Si uno analiza las economías del mundo, lo que se encuentra es que muchas veces se habla de capitalismo para referirse a modelos con aranceles altos, trabas a las empresas, impuestos altos…

Axel: Eso genera confusión, se le acaba llamando capitalismo a cualquier tipo de política intervencionista. Y, de fondo, está la cuestión que planteabas: ¿por qué tantos intelectuales son de izquierdas y se oponen al mercado? Schumpeter señaló que, para muchos de ellos, esta es una forma de obtener beneficios y vivir bien. Paradójicamente, tiene mercado criticar al mercado. El problema es que esos mensajes van destruyendo a medio y largo plazo el respaldo de la sociedad civil hacia un sistema que es superior.

Robert Nozick también abordó este debate. Él creía que los intelectuales no entienden el mercado porque, en general, desde niños han sido buenos estudiantes y están acostumbrados a moverse en entornos académicos en los que todo se mueve por las notas que les pone un profesor. Luego salen al mercado y eso no les sirve: ahí importa ser más innovador, más productivo, de manera que alguien más primitivo intelectualmente hablando puede acabar desarrollando un gran producto o servicio que le haga millonario. De ahí se genera un resentimiento… y de ese resentimiento nace un odio al mercado.

Otra razón de fondo, que tocaron Hayek y Popper, tiene que ver con el hecho de que los intelectuales están obsesionados con desarrollar una utopía y, necesariamente, ese plan requiere una planificación central. Hayek es muy diplomático con los socialista: dice que en realidad ellos también quieren un mundo mejor, pero que sus métodos no funcionan por tal y tal razón (porque están enamorados de su intelectualidad, por su fatal arrogancia al creer que pueden planificar toda una economía, porque están enamorados de su capacidad para transformar el mundo…).

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