"Para que España funcione le tiene que ir bien a los empresarios también". Pablo Iglesias jugaba este jueves fuera de casa y ha adaptado su lenguaje y su discurso a la ocasión. El líder de Podemos tenía una cita en Sitges, en la reunión anual que celebra el Círculo de Economía, una asociación patrocinada por buena parte de las grandes empresas de nuestro país (sobre todo las catalanas) y que cada año organiza en la localidad barcelonesa unas jornadas a las que acuden las principales figuras de la política española.
En esta ocasión, era el turno del debut de Iglesias y se esperaban sus palabras. ¿Sería tan contundente con los empresarios como en sus intervenciones en televisión? ¿Qué le iba a decir al IBEX? ¿Iba a anunciar alguna medida sorprendente? Pues bien, en cuanto a novedades concretas, no ha habido mucho que destacar. El candidato a la Presidencia del Gobierno de la formación morada (por cierto, con corbata, aunque sin chaqueta) prácticamente se ha limitado a leer las grandes líneas de la parte económica de su programa electoral, sin entrar en demasiados detalles.
De hecho, en esta parte de su discurso se le ha visto bastante incómodo. Iglesias, al que le gusta hablar sin papeles e improvisar, ha leído a toda velocidad un taco de folios con las medidas de su programa económico. Así, sin levantar la vista del papel en ningún momento, ha pasado de la "reforma fiscal" que quiere hacer Podemos, a la "renegociación con Bruselas" o a la "creación de un impuesto de solidaridad".
Su argumentación ha girado en torno a las políticas de austeridad que en su opinión han agravado la crisis que viven los países del sur de Europa y ha pedido políticas fiscales expansivas. En su opinión, los "nuevos socialdemócratas" (una expresión que ha repetido dos veces) se limitan a recuperar las políticas que los partidos socialistas han ignorado en los últimos años. Por eso, ha dibujado un panorama tranquilo, en el que las muchas subidas de impuestos que ha propuesto sólo buscan igualar a España con el resto de Europa y en el que promesas como "paralizar los desahucios, derogar las últimas reformas laborales o aprobar un programa de renta garantizada" son tanto un elemento de solidaridad como de eficiencia económica.
Escuchándole, cualquiera habría podido pensar que su principal meta a partir del 26-J apenas consiste en "renegociar un ritmo de reducción del déficit" más suave que el actual, con el objetivo de conseguir una "expansión fiscal equilibrada", que no aumente el déficit, pero sí relaje los objetivos pactados con Bruselas.
Iglesias, el pragmático
Dicho esto, lo más llamativo han sido las respuestas que ha dado a las preguntas que le han hecho los asistentes. Y casi más que su contenido, el tono empleado. Iglesias ha repetido en varias ocasiones que su Gobierno será "pragmático" y que conoce las limitaciones que le impone la situación española: "Somos enormemente pragmáticos y somos conscientes de las presiones a las que se puede ver sometido un gobierno. Pero gobernar es elegir entre opciones diferentes, también a la hora de recortar". Incluso, ha asegurado que asume que en política a veces hay que optar por alternativas diferentes a las que figuran en "los cuadros de un despacho o las ideologías de una biblioteca". Vamos, que escuchándole parecía que se olvidará de sus lecturas en cuanto cruce el umbral de La Moncloa.
Por eso, le ha dicho a los empresarios que era "un honor, un placer y una obligación" para cualquier candidato a la Presidencia del Gobierno, hablar en el foro de Sitges: "La desconfianza suele ser la antesala del entendimiento y del acuerdo. Es un elemento sin el que la democracia no podría funcionar. No crean en las promesas, crean en las garantías. Cuando criticamos las políticas que se han llevado hasta ahora no lo hacemos con ánimo de revancha".
Incluso, se ha permitido asegurar que está convencido de que "para que España funcione le tiene que ir bien a los empresarios también. Sólo decimos que el déficit hay que reducirlo a una velocidad menor. Las políticas fiscales más expansivas que aumenten la demanda interna favorecerán a quienes tienen que vivir de un salario y a los empresarios". Además cuando ha hablado de cambios en el mercado de trabajo ha buscado argumentos cercanos a su auditorio, al que ha asegurado que "un 30% de pobres no es sólo un problema de justicia social, es un problema para ustedes", porque en esa situación no se consume y hay "menos oportunidades de negocio".
Política y Cataluña
En un acto organizado en Sitges y en el que minutos antes había participado Carles Puigdemont, era inevitable que surgiera el tema político. De esta forma, el líder de Podemos ha iniciado su discurso hablando de las dos opciones que, a su juicio, existían en España tras el 20D: "EL PP o nosotros". Un escenario que ha dicho se va a repetir después del 26J: "El árbitro va a ser el PSOE y vamos a seguir tendiéndoles la mano y haciéndoles la misma propuesta que los últimos meses: la de un gobierno progresista. Estoy dispuesto a formarlo y a presidirlo" aseguraba el líder de Podemos.
Terminado su discurso, en el coloquio con los empresarios, Iglesias no ha necesitado leer para responder a la pregunta de si continuaba apoyando la celebración de un referéndum en Cataluña. "Hasta Puigdemont me dijo que éramos muy claros en este tema", ha presumido. "Aunque no queremos que Cataluña se vaya de España, tarde o temprano habrá un referéndum en Cataluña".
En resumen, una tarde muy tranquila para Iglesias que ha terminado su intervención respondiendo a una pregunta muy curiosa. Uno de los asistentes quería saber si creía en "la propiedad, el talento, la cultura del esfuerzo y en Dios ". En un tono distendido, el líder de Podemos ha asegurado que "Dios es un significante en disputa. Si alguien dijera que hay que identificarlo con el mercado, diría: lo respeto. Si a Dios se le identifica con el Papa Franscisco, creo en bastantes de las cosas que plantea, pero la espiritualidad concreta de uno se tiene que respetar sin indagar en exceso".
Y sobre la segunda parte de la pregunta, también ha querido irse con un guiño a los asistentes: "Claro que creo en el talento, en la propiedad privada y en el esfuerzo, sobre todo cuando se garantizan las condiciones de competitividad, y que el esfuerzo y el talento se apoyan en sistemas educativos y sanitarios universales y que el esfuerzo es algo que no se identifica únicamente con la capacidad emprendedora, que es fundamental, sino con el esfuerzo que buena parte de los ciudadanos hacen para echarse el país a cuestas. Pero sí, I believe", terminaba.