La revisión del Programa de Estabilidad 2015-2019 por parte del Gobierno no sólo ha puesto de manifiesto que las estimaciones del PP eran tramposamente optimistas para así aparentar sobre el papel un mayor grado de cumplimiento con el déficit del que finalmente iba producirse. La revisión también ha servido para poner de manifiesto que el programa económico de Podemos era absolutamente irreal y que, de haberse aplicado a machamartillo, habría sumido a España en la bancarrota incluso en mayor medida de lo que cabía imaginar.
Recordemos que Podemos proponía que el gasto público del año 2019 fuera 135.000 millones de euros superior al del año 2015: una cifra equivalente a duplicar los gastos actuales de la Seguridad Social. Lo sorprendente, empero, es que Podemos consideraba que semejante desparrame de gasto era totalmente compatible con la consecución de los objetivos de déficit: así, para 2019 la formación morada pronosticaba un déficit público de tan solo el 2,2% del PIB… un déficit mucho menor al actual con muchísimo más gasto público.
¿Cómo es posible? Pues por dos razones. La primera es que es que Podemos pretende incrementar la presión fiscal desde el 38% del PIB hasta el 41%. Pero sólo así no cuadran las cuentas: en 2015, tres puntos de PIB aportarían unos ingresos adicionales de poco más de 30.000 millones, monto totalmente insuficiente para compensar un incremento de los desembolsos de 135.000 millones. La segunda razón es, pues, la clave: Podemos esperaba que la economía española creciera anualmente a una tasa nominal media del 6,2%, un tercio más rápido que las ya infladas previsiones del propio Gobierno. En términos reales, la diferencia era todavía más exagerada: Podemos aspiraba a que el PIB se expandiera anualmente un 5%, mientras que el Gobierno confiaba en alcanzar un 3%; esto es, el escenario macroeconómico en el que la formación morada confeccionó sus cuentas era un 66% más optimista que el ya optimista del PP.
De este modo, las cifras sí cuadraban: un 41% de presión fiscal sobre un PIB nominal de 1,377 billones de euros arrojaba una recaudación adicional con respecto a 2015 de 150.000 millones de euros. Por tanto, aun incrementando el gasto público en 135.000 millones, el déficit público se reducía en 15.000 millones hasta ubicarse en apenas 30.000 millones (el 2,2% de 1,377 billones de euros).
En su momento ya tuvimos ocasión de explicar por qué tales cifras eran pura ciencia ficción: los analistas de Podemos confiaban en que nuestra economía sería capaz de crecer a uno de los mayores ritmos de su historia gracias a los efectos multiplicadores derivados de sus planes de estímulo: pero las condiciones necesarias para que esos efectos multiplicadores pudieran hacer su aparición en el corto plazo –jamás en el largo– simplemente no se daban. Al contrario, en la actuales condiciones macroeconómicas de España (crecimiento económico con elevado endeudamiento), todo apuntaba a que los efectos multiplicadores del gasto público degenerarían en efectos divisores, por lo que no había motivo razonable alguno para que Podemos inflara todavía más las ya infladas previsiones de crecimiento del Gobierno.
Y así, lo que hemos comprobado con la revisión del cuadro macroeconómico del Gobierno es que España crecerá bastante menos de lo que inicialmente pronosticara el PP. Comparen, si no, el actual escenario base del Gobierno con el anterior y, sobre todo, con el de Podemos.
Como puede observarse, el Gobierno prevé ahora que el PIB crezca en 180.000 millones de euros durante los próximos cuatro años… mientras que Podemos necesita que crezca en casi 300.000 millones. Un desfase de casi 120.000 millones (y ello creyéndonos los actuales vaticinios del Gobierno).
¿Qué implicaciones tiene todo ello sobre las cuentas de Podemos?
Si el PIB de 2019 es de 1,26 billones de euros (previsión del Gobierno) y no de 1,377 (previsión de Podemos), entonces el ambicionado incremento del gasto de 135.000 millones elevaría en 2019 el peso del Estado a más del 47% del PIB, lo que combinado con una presión fiscal del 41% arrojaría un déficit público de más del 6% del PIB (77.000 millones) y una deuda pública del 106% (1,35 billones). Todo ello, repito, suponiendo siempre que un aumento del gasto, de los impuestos, del déficit y de la deuda de esta magnitud no hundiera nuestro crecimiento económico muy por debajo de lo actualmente anticipado por el PP: escenario que a buen seguro se materializaría.
En definitiva, el PP trazó un cuadro macroeconómico demasiado optimista para venderle a Bruselas que el déficit público se lograría sin necesidad de ajustes adicionales. Podemos empleó exactamente la misma treta, sólo que convenientemente corregida y aumentada: "Si el PP pronostica un crecimiento medio del 3%, nosotros uno del 5%". De ese modo, sobre el papel les resultaba posible multiplicar el gasto público rebajando el déficit y la deuda pública. O dicho de otro modo: el PP no quería rebajar el gasto y por eso adaptó las expectativas de crecimiento a sus intereses; Podemos quiere multiplicar el gasto y por eso adaptó las expectativas a sus intereses. La pinza de los manirrotos dirigida a engañar a la población. Un unicornio de mentiras colocado sobre otro unicornio de mentiras.