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EDITORIAL

La rémora sindical

Ha llegado la hora de dejar caer a UGT y CCOO bajo su propio peso de corrupciones e incompetencias.

Un año más, los denominados sindicatos mayoritarios han salido a la calle para conmemorar el Primero de Mayo a la habitual manera desangelada. Un año más, han asestado a la magra concurrencia los reiterados discursos rancios e insustanciales y llamado a votar a los partidos de izquierda.

UGT y CCOO son organizaciones desfasadísimas, auténticos mastodontes obsoletos que injustamente asumen la representación de los trabajadores pese a que jamás, ni por lo más remoto, han gozado del apoyo de la mayoría de ellos. Esa posición inmerecida, que se traduce en privilegios inadmisibles, la detentan por culpa de los poderes públicos, que se sirven de ellos para inmiscuirse de muy ilegítima manera en el mundo de las relaciones laborales, que hacen la vista gorda ante sus abracadabrantes corruptelas y que les han autorizado incluso a ejercer la violencia, con la infame aquiescencia del poder judicial, por medio de los ominosos piquetes informativos, que harían morir del asco a George Orwell.

UGT y CCOO y el sindicalismo que perpetran son una rémora y hasta una afrenta, pues son tremendamente responsables de los muy elevados niveles de paro que padece España. En los últimos años se les ha empezado a poner coto, pero hay que avanzar mucho más por ese camino: no son merecedoras de uno solo de los privilegios que aún detentan, y los trabajadores no tienen por qué seguir viviendo bajo su férula un solo segundo más. No los quieren, como demuestran con sus masivos niveles de no sindicación. Y no los quieren con poderosísimas razones. Porque son maquinarias que no les aportan nada bueno.

Ha llegado la hora de dejarlas caer bajo su propio peso de corrupciones e incompetencias.

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