Por increíble que parezca, parece que muchos periodistas españoles se han percatado ahora de que a Pablo Iglesias no le gusta la libertad de prensa. De hecho, el ataque directo que propició a Álvaro Carvajal, compañero del diario El Mundo, ha causado incluso extrañeza en buena parte de la profesión, lo cual sorprende poderosamente, puesto que Podemos, como buen partido de tinte totalitario, siempre ha aborrecido la información libre, un derecho fundamental y profundamente arraigado en cualquier democracia mínimamente desarrollada.
A Iglesias, sin duda, se le puede criticar por muchas cosas, pero, desde luego, no por su coherencia. Su entrada en política le ha obligado a maquillar su discurso con el fin de no asustar al personal ("Lenin no dijo en 1917 comunismo, sino paz y paz", Iglesias dixit), pero eso no significa que haya cambiado de uniforme ideológico… Su forma de entender la política es idéntica a la que profesaba hace años, cuando su discurso tan solo llegaba a una reducida, aunque muy leal, audiencia de extremistas de izquierda.
Pero, ¿qué piensa en realidad Iglesias sobre los medios de comunicación? Que hable el protagonista, por favor…
Si yo trabajo en el diario EL MUNDO es imposible que yo consiga colocar en la portada Podemos lo hace todo muy bien. Tengo que colocar noticias que digan Podemos lo hace todo fatal […] Buena parte de los periodistas que nos siguen y que están obligados profesionalmente a hablar mal de nosotros, porque así son las reglas del juego […]
Iglesias, además, no pidió disculpas por sus declaraciones sobre Carvajal, sino que ratificó su postura. Su único error, según él, es que "no debí personalizar. Pero dije la verdad".
Siento haber ofendido y pido disculpas. No debí personalizar. Pero dije la verdad. Vean aquí el vídeo y juzguen https://t.co/U6zhE1cTQb
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 21 de abril de 2016
Lo más llamativo, sin embargo, no fueron sus acusaciones, sino el contexto en el que se produjeron: durante la presentación de un libro que lleva por título En defensa del populismo, cuyo autor, Carlos Fernández Liria, es un profesor de Filosofía de la Complutense, acérrimo defensor del chavismo y ganador, junto a su íntimo amigo Luis Alegre -destacado dirigente de Podemos-, del Premio Libertador que otorga el régimen bolivariano de Venezuela. Preguntado sobre por qué el chavismo tiene tan mala prensa en España, esto es lo que piensa el susodicho filósofo:
Sin lugar a dudas, por los medios de comunicación. No han parado de mentir, mentir y mentir [...] La animadversión hacia los movimientos populares latinoamericanos está basada exclusivamente en mentiras mediáticas.
Y en cuanto a su obra En defensa del populismo, simplemente señalar que, según explicó el propio Iglesias durante la presentación, "este libro de Carlos es fundamental para explicar Podemos".
Lo verdaderamente importante es que lo de Carvajal es, en realidad, un mera caricia en comparación con lo que implicaría un Gobierno de Podemos para el ejercicio del periodismo en España, sus profesionales y el conjunto de medios de comunicación. Lean o, si lo prefieren, escuchen por ustedes mismos lo que piensa Iglesias -y Podemos- sobre el derecho a la información y la prensa libre.
¿La Consejería de Turismo? Pa’ ti la Consejería de Turismo… ¡Dame a mí los telediarios!
La comunicación es un derecho y, si la comunicación es un derecho, no es susceptible de ser mercantilizado, de ser privatizado. El mayor ataque contra la libertad de expresión es que haya medios de comunicación que sean propiedad privada […] La libertad de expresión será libertad de expresión cuando los medios de comunicación realmente respondan a intereses públicos [...]
¿Lo quieren más claro?
Lo que ataca la libertad de expresión es que la mayoría de los medios sean privados, e incluso que existan medios privados […] Hay que decirlo abiertamente
¿Aún más claro?
Los medios de comunicación tienen que ser públicos
Pablo Iglesias: "La comunicación no puede estar... por libertaddigitaltv
Visto lo visto, no es casual que el programa electoral de Podemos incluya la necesidad de reequilibrar el panorama de medios en España, otorgando un control casi absoluto al sector público -y organizaciones afines-, además de crear un nuevo órgano administrativo a nivel nacional, a imagen y semejanza del polémico Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC).
Este plan inicial se traduciría, en la práctica, en las "leyes mordaza" que imperan en países como Venezuela, Ecuador o la Argentina kirchnerista, donde el intervencionismo político y la censura institucional campa a sus anchas. ¿Quién lo dice? El propio Iglesias: preguntado sobre la Ley Orgánica de Comunicación de Ecuador aprobada por el Gobierno de Rafael Correa, el líder de Podemos se muestra "absolutamente" a favor de aprobar una regulación similar en España.
Recuerden que, según el ránking de Libertad de Prensa que elabora Reporteros sin Fronteras, Venezuela ocupa el puesto 116 del mundo en esta materia -sobre un total de 180 países- y Ecuador cae hasta el 95, muy alejados de la posición 35 que, hoy por hoy, ocupa España.
Por otro lado, más allá de los medios, el caso de Carvajal no es único, ni mucho menos. Otros compañeros antes que él sufrieron las mofas, ataques e insultos de la turba podemita que, poco a poco, se ha ido instalando en España. En el recuerdo queda ya el bochornoso escarnio que protagonizó Iglesias en La Sexta Noche llamando "don Pantuflo" a Eduardo Inda.
O qué decir de la web de la verdad que ha puesto en marcha Ahora Madrid para señalar a determinados periodistas y medios de comunicación que no comulgan con la nueva y mucho más perjudicial casta -la suya-. Ahí tienen sino la agria polémica que suscitó el desafortunado, aunque correcto y muy cierto, titular de El Español al publicar que el concejal Zapata había contratado como asesora municipal a su ex pareja por la módica cifra de 50.000 euros al año.
Los podemitas incendiaron las redes porque el artículo se hacía eco del aborto que Zapata y su ex pareja se habían encargado de publicitar a los cuatro vientos en un artículo que publicó El Diario -éste sí, medio afín- en 2014. Los insultos y las condenas al digital de Pedro J. se sucedieron, obviando lo realmente grave y relevante de la noticia: el deleznable nepotismo de Ahora Madrid.
Pero lo más grave de este caso, una vez más, no fueron los ataques u opiniones que libremente vertieron los tuiteros, sino la reacción de Ahora Madrid en forma de comunicado oficial. Atención a las palabras destacadas en negrita:
Utilizar un hecho personal y doloroso para atacar un proyecto político supera los límites de la ética periodística. Resulta inadmisible que un medio de comunicación emplee un acontecimiento de la vida íntima de dos personas para cuestionar una labor política [...]
Se ha traspasado una línea roja que debemos denunciar públicamente [...] hasta aquí [...] la ciudadanía no merece que se rebaje hasta estos niveles el debate político. Llamamos a la responsabilidad en el ejercicio del periodismo [...]
¿"Límites de la ética periodística"?, ¿"inadmisible"?, ¿"línea roja"?... Si un medio falta a la verdad o comete alguna tropelía, ahí están los juzgados y la ley. El resto son amenazas a la libertad de expresión y la libertad de prensa que, en caso de que Podemos se alzase con el poder político, abrirían la puerta de par en par a la censura, la condena de periodistas y el cierre de medios.
Y para prueba la reciente guerra que declaró Podemos Cádiz a la prensa local, con Kichi y Teresa Rodríguez a la cabeza, bajo el lema "Rigor en prensa", con afirmaciones tales como que la información es un "derecho imprescindible" que "no puede estar sometido a intereses particulares".
El modelo de Podemos en materia de medios, al igual que en muchos otros ámbitos, es el que es: estatalización del sector; control político de todos los medios de comunicación; censura; nula libertad de expresión; ausencia de libertad de prensa... Pónganles ustedes el nombre y apellidos que quieran, pero ésa y no otra es la realidad. El que tenga ojos que lea, y el que tenga oídos que oiga.