Parecía raro el miércoles que se destapara la ausencia del funcionario J.G.V., pero que no se desvelara públicamente su identidad tras haber estado más de seis años sin ir a trabajar y cobrando religiosamente. Pero, por una vez, funcionó el principio de Arquímedes de la verdad, según el cual una verdad tiende a subir a la superficie en proporción a la libertad de expresión que exista en la sociedad.
Esta vez ha funcionado. Se sabe ya que se llama Joaquín García y que -cómo no- es cuñado de un factotoum socialista gaditano, Fermín del Moral, que llegó a ser incluso candidato a la alcaldía de Cádiz por el PSOE. Cogido con las manos en la masa y condenado, apela al nuevo alcalde, Kichi González, para que, apelando a su sentido social con los más desfavorecidos, le exima de pagar la pena judicial de menos de 30.000 euros, el equivalente a uno de los seis años que cobró sin dar golpe.
García, el ausente, procedía de la empresa privada Dragados y Construcciones, según cuenta El Mundo, y tras unos trabajos en el extranjero fue contratado en 1992 por la alcaldía socialista de Cádiz -Teófila Martínez no llegó al cetro municipal hasta 1995- como director técnico en Medio Ambiente. Por aquel entonces el enchufismo en Cádiz y en la Diputación eran tan abrumadores que hasta Izquierda Unida publicó una lista de casi tres dígitos de enchufados en el organismo provincial.
Joaquín García fue colocado en las tripas municipales y luego destinado a la estación de bombeo de aguas fecales La Martona, conocida por tal nombre porque los funcionarios de Cádiz decían que allí se vivía como los futbolistas españoles en la finca La Martona durante el Mundial de Fútbol de Argentina de 1978. Y se le quedó lo de La Martona.
Por cierto, que Martonas hay dos. Una, la "martona" Ferrusola, que así se la conoce, pero no es ésa a la que se refiere la denominación gaditana. Se refiere a Marta Casares, madre, por cierto, de Adolfo Bioy Casares, el otro yo de Jorge Luis Borges y hermana de Vicente Lorenzo Casares, el dueño de una famosa fábrica de dulces de leche que estaba sita en esa hacienda de la localidad de Cañuelas en la provincia de Buenos Aires. Pues como diría el dandy argentino, lo que hizo el ausente García fue "exclusivar el renglón de Alí Babá" y olvidarse de los demás.
Además, y, sobre todo, Joaquín García consiguió lo que podemos considerar un milagro: hacer que los que ven no vean. Nadie vio durante más de seis años que no acudió a su puesto de trabajo. Durante esos años, hubo protestas, accidentes laborales, concentraciones y obras en la estación de La Martona. Había incluso un gerente. Pero nadie vio nunca que el cuñado del prócer socialista no iba al trabajo. Ya se sabe que la disciplina política, el contubernio o la complicidad producen cegueras que ni siquiera la ONCE podría soportar.
Pero en esto que llegó un concejal del PP, Pepe Blas, que además es dueño de una asesoría laboral, y se preguntó por la estación de bombeo y su personal. Y allí se hizo la luz. Joaquín García, otro cuñadísimo para la historia de España y de Andalucía fue expedientado por absentismo laboral y condenado por los tribunales a pagar casi 27.000 euros, una minucia si se compara con los más de 130.000 euros que había cobrado sin ir al trabajo.
A la espera de lo que decida Kichi González, Kichín Salvochea para sus críticos, Joaquín García, que ahora tiene 69 años, nada más ser descubierto solicitó la jubilación anticipada y siguió cobrando del dinero público sin tener que prestar sus servicios.
Ahora y entonces negó las acusaciones, se considera víctima de un caso de mobbing porque le mandaron a un puesto de trabajo sin tarea, pero en el que incluso tenía un hermoso despacho. Sus defensores arguyen que iba al trabajo y aprovechó tanto el tiempo que se dedicó a la lectura de Spinoza, filósofo de quien se hizo experto.
Pues no debió leer bien la Ética de Spinoza porque en ella, en su Proposición XLVIII, se advierte de los efectos perversos de la sobreestimación (de sí mismo, claro) y el menosprecio (de los gaditanos, añadimos nosotros).
Dos palabras sobre el cuñado Fermín del Moral
La Empresa Pública del Suelo de Andalucía (EPSA), dependiente de la Consejería de Obras Públicas de la Junta, permitió que el importe de la liquidación de los intereses de las cuentas que tenía abiertas en la Caja de Ahorros de Jerez, como representante de la Junta de Compensación de un polígono industrial, fuese ingresado en una cuenta del PSOE de manera subrepticia.
El responsable de la orden, que no ha sido investigada hasta ahora, fue Fermín del Moral, factotum del PSOE de Cádiz y que en aquel entonces, 26 de abril de 1995, había dejado de ser viceconsejero de Obras Públicas de la Junta para presentarse como candidato a la alcaldía de Cádiz frente a una novata Teófila Martínez, la "barbie" apodo con el que intentó ningunearla con el resultado de todos conocido. Pues bien, la Junta ha vuelto a colocar, y precisamente en la EPSA, a Fermín del Moral, de cuyos actos se desprendía un mecanismo irregular de financiación del PSOE y merecedor por ello de los focos de una Comisión de Investigación.
Fermín del Moral participó, junto con otros 32 dirigentes socialistas de Cádiz entre los que figuraba Manuel Chaves, en la formalización de un préstamo de casi 20 millones con la Caja de Ahorros de Jerez que nunca fue pagado por ellos y cuya existencia fue incluso eliminada del circuito informático de la Caja de Ahorros mediante artificios contables sin que nadie haya dado explicaciones hasta ahora ni se haya aprobado Comisión de Investigación parlamentaria alguna por expresa negativa del propio Manuel Chaves.
Curiosamente, del Moral había firmado recientemente un documento crítico con la actual dirección del PSOE de Cádiz, enfrentada a Griñán, quien, de esta forma, parece pagar los favores prestados por el histórico socialista gaditano.