La Bolsa de Atenas, arrastrada por otros mercados europeos y la incertidumbre política interna, se desplomó este lunes un 7,87 %, en un lunes negro que alcanzó niveles registrados por última vez tan solo en 1990.
El índice general cerró con 464,23 puntos, superando con creces los 471 puntos que marcaron el último gran récord negativo, registrado en junio de 2012, cuando Grecia, ante la imposibilidad de que se formara un Gobierno, tuvo que celebrar dos elecciones legislativas en tan solo un mes.
A la cabeza de las caídas se situaron los títulos de los bancos, cuyo índice cayó un 24,26 %, el mayor retroceso desde noviembre, arrastrado fundamentalmente por las caídas de las entidades financieras en otras bolsas europeas. A mucha distancia en el tablero les siguieron las acciones del sector sanitario, con caídas del 8,01 % y las tecnológicas (7,07 %).
Los retrocesos más moderados se registraron en el comercio (2,73 %) las materias primas (2,87 %). El volumen de transacciones fue de 97,59 millones, y según analistas citados por el portal económico Capital.gr, el problema de fue más de escasez de compras que de cantidad de ventas.
El bono heleno a diez años se cotizaba a las 15.30 GMT a 10,10 %, tras el 9,68 % al cierre del viernes. La prima de riesgo con respecto al bund alemán se situó 986 puntos básicos, 47 puntos básicos por encima de la jornada anterior. En las últimas semanas el bono griego ha vuelto a dispararse, al superar otra vez la barrera sicológica del 10 %, después de haberse encontrado por debajo del 7 % a mediados de noviembre. Además de factores externos como la evolución en otras bolsas, estas nuevas caídas se deben fundamentalmente a factores de política interna.
Los acreedores abandonaron el viernes pasado Atenas sin haber logrado un avance sustancial en la primera ronda de negociaciones para la primera revisión de este tercer rescate, dejando en el tintero para las próximas semanas asuntos peliagudos como la reforma de pensiones, la financiación a medio plazo o la gestión de la cartera de créditos morosos de la banca.
A estos problemas se añade una ola de protestas ciudadanas contra la reforma de pensiones y la falta de una estabilidad parlamentaria sólida del Gobierno de Alexis Tsipras en el parlamento, donde los dos partidos de la coalición solo cuentan con una ventaja de dos votos por encima de la mayoría absoluta. Todo esto ha llevado a que resurja el fantasma de unas elecciones anticipadas, pese a que el Gobierno lo descarta rotundamente.