El senador Bernie Sanders, elegido por el pequeño Estado de Vermont, se ha convertido en la gran esperanza de los votantes estadounidenses que quieren que su país adopte un marcado giro izquierdista en sus políticas económicas y sociales.
Este veterano parlamentario aspira a derrocar a la candidatura de Hillary Clinton y a convertirse en la nueva figura del Partido Demócrata. Seguiría así el camino marcado en Europa por el griego Alexis Tsipras, el español Pablo Iglesias o el británico Jeremy Corbyn.
Sanders se declara abiertamente como "socialista" en un país en el que esa mera proclamación solía anular cualquier posibilidad de triunfo electoral. No obstante, el giro a la izquierda que ha comandado Barack Obama en sus ocho años de gobierno puede servir como anticipo para una hipotética Administración Sanders.
Hillary Clinton radicaliza su mensaje
El veterano político, que en 1991 dio el salto a Washington con su elección a la Cámara de Representantes, defiende expandir de manera agresiva el gasto público, para que los beneficios sociales lleguen a más ciudadanos. Otro aspecto que preocupa a Sanders es el salario mínimo, que también quiere subir significativamente: de 7,25 a 15 dólares.
Famosas son sus arengas anticapitalistas en el Senado, donde ha cargado de manera sistemática contra las grandes empresas, el sector financiero o los inversores privados. Su discurso ha calado entre algunos votantes hasta el punto de que ya no está del todo claro que Hillary Clinton vaya a ser la elegida.
De hecho, la ex primera dama, exsenadora y ex secretaria de Estado ha tomado nota del auge de Sanders y ha radicalizado su mensaje, hasta el punto de que su plan fiscal para EEUU recoge un espectacular aumento de los impuestos valorado en 500.000 millones de dólares.
En cualquier caso, Hillary se queda muy corta en comparación con Sanders. Y es que el rival de la esposa de Bill Clinton defiende un recargo del 6,2% en las cotizaciones sociales, una subida generalizada del 2,2% en el IRPF, un gravamen que podría llegar al 90% entre las rentas altas, un repliegue total de las deducciones tributarias aplicadas al gasto sanitario...
En total, una explosión fiscal que, según la Tax Foundation, puede hundir la economía por valor del 11% del PIB y reducir los sueldos de los trabajadores en un 13%.