El "pacto de izquierdas" que gobierna Portugal no para de enfrentar problemas. Lo primero fueron las divisiones internas ante el "rescate" de BANIF. Poco después llegaron las encuestas que reflejaban el creciente descontento de los votantes lusos ante el acuerdo de gobierno que desplazó del poder a la lista más votada.
Más tarde llegó la polémica de las subidas impositivas, canalizadas a través de nuevos recargos y gravámenes indirectos. Pero la cosa no acaba aquí: esta semana se ha producido un grave desencuentro entre el gobierno portugués y las autoridades europeas. Y es que en Bruselas no han dado el visto bueno al proyecto de presupuestos para 2016, lo que obligará al "pacto de izquierdas" a revisar su promesa de "acabar con la austeridad".
En Europa tienen claro que Portugal no cumplirá los objetivos de reducción del déficit si se aplican las medidas anunciadas por el nuevo Ejecutivo progresista. De hecho, los técnicos comunitarios señalan que las previsiones económicas en las que se basa el borrador presupuestario son poco realistas.
Este toque de atención viene respaldado por la llamada Troika, ya que la evaluación que hace Bruselas del escenario fiscal y macroeconómico de Portugal ha sido complementada con una visita de trabajo en la que han estado presentes funcionarios de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.