Miquel Roig, periodista económico, lanza Troikoficciones, un original repaso a la crisis del euro. El libro, publicado por Ediciones Deusto, ordena todo lo acontecido en Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre y España. Lo hace, además, con un sentido del humor poco habitual en el ensayo económico. Libre Mercado ha hablado con Roig para repasar los grandes temas de su libro y mirar al futuro de la Eurozona.
¿Qué objetivo se planteó a la hora de escribir un libro tan diferente?
La idea era contar la historia de los rescates que ha habido en la Eurozona con buen humor y de una forma distinta. También pretendía poner orden en todo lo que ha ocurrido, porque pasó de todo en los últimos cinco años y veía necesario hacer una reflexión más pausada.
España no es Grecia... ¿pero pudo serlo?
España nunca fue Grecia en el sentido estricto. Si te vas a los datos, a la realidad macroeconómica, a los fundamentales... España nunca fue Grecia. Sin embargo, nuestra crisis era mucho más grave para la Eurozona porque el peso de España es mucho mayor que el de Grecia. Si la economía helena ha puesto contra las cuerdas a toda la Eurozona, no podemos ni imaginar lo que podía haber ocurrido en el caso de España.
¿Preocupa Podemos a la Troika, como hacen ver los propios dirigentes de la formación comunista?
Antes de las elecciones que llevaron al poder a Syriza, en Bruselas creían que Tsipras podía moderarse. Luego, junto a Varufakis, adoptó un estilo de confrontación total. Solamente empezó a actuar de manera responsable tras un "corralito", un escenario de "default" en su deuda y una invitación a salir de la moneda única.
¿Por qué digo esto? Porque en Bruselas también había cierto escepticismo con Podemos, creían que se moderarían en caso de alcanzar el poder. Ahora, la experiencia con Grecia hace que se mire con recelo a este tipo de movimientos políticos.
Sigamos con España: ¿hubo o no un "rescate bancario" por parte de la Troika?
Hay que decir que defender que España no ha sido "rescatada" supone incurrir en un ejercicio de equilibrismo dialéctico que difícilmente aguanta un escrutinio serio. Al final de cuentas, España necesitaba un dinero que no tenía y, por tanto, tuvo que comprometer una serie de reformas a cambio de recibir esas ayudas, que se materializaron en una línea de crédito de 100.000 millones de la que se usaron 40.000.
Dicho esto, hay que diferenciar el caso español de los demás. En nuestro país se hizo para evitar el colapso al que nos llevaban las cajas de ahorros, pero en Grecia, Irlanda o Portugal lo que hubo fue un "rescate" soberano y total, mucho más intrusivo y exigente.
¿Qué me dice de la reforma laboral? A la Troika está claro que le parece adecuada, pero ¿qué harían en Bruselas si el PP pierde el poder y se propone su derogación?
Ahora España depende de sí misma y es libre de tomar decisiones. Sin embargo, derogar la reforma laboral no sería fácil, porque en Bruselas se considera que ha sido un éxito. De hecho, líderes como Pedro Sánchez creen que pueden cambiar el calendario de cumplimiento con los objetivos de déficit mientras critican una reforma cuyo único "pero" según la Troika es que se quedó corta...
Lo que ya no veremos serán los grandes "rescates" con dinero público: ha triunfado la doctrina del "bail-in" o "rescate privado".
Así es. Entrará plenamente en vigor en 2016, aunque algunos países ya lo han empezado a adoptar, caso de Italia y sus bancos regionales. El detonante fue el escenario chipriota, cuando se planteó que no se iba a "rescatar" bancos con dinero público sin antes aplicar quitas y conversiones de deuda en capital. Ese escenario es el que se aplicará en adelante, habrá que asumir muchas más pérdidas antes de que se comprometa un euro de dinero público para este tipo de operaciones.
¿Qué opinan en Bruselas de Luis De Guindos?
Ha hecho un papel difícil. Tenía que defender a su gobierno ante los socios europeos y, por ejemplo, si él no estaba de acuerdo con las medidas fiscales de Montoro, igual tenía que ser el portavoz de esas reformas ante el resto de gobiernos.
A De Guindos han estado a punto de hacerle presidente del Eurogrupo. El balance final de su periplo en Bruselas es positivo, basta con comparar lo que se encontró con lo que deja, España estaba al borde del abismo y ahora el país está en una buena posición, con un crecimiento del 3%. Eso se refleja en el trato que se le da, antes era el apestado y ahora se le respeta mucho más... salvo Moscovici.
¿Quién es "el bueno, el feo y el malo" en la Troika?
(Ríe) ¡Depende de para quién! En Alemania, el gobierno es muy popular, es el bueno… y en Grecia, ese mismo gobierno es muy impopular, es el feo y el malo a la vez. Al final, la clave es saber quién impulsa reformas y quién no. Se ha demostrado que la Eurozona hay que fortalecerla para que no vuelva a acumular desequilibrios. Dijsselbloem ha señalado que hace falta más integración… pero hay que concretar de qué estamos hablando y a qué escenario queremos llegar.
Se me ha ido un poco por las ramas. Lo pregunto de otro modo:¿Quién ha sido el "poli bueno" y quién el "poli malo" de toda esta crisis?
Merkel y Hollande jugaron un papel muy interesante. Ella era el "poli malo" y él, el "poli bueno". Pero con Grecia, su objetivo era el mismo. En aquel julio agónico, con noches y noches en vela, ambos buscaban que Tsipras accediese a entrar en un diálogo constructivo... y lo plantearon desde dos frentes que, en apariencia, no estaban tan alineados.
En lo personal, la Troika debe haberle "recortado" muchas horas de sueño...
Ha sido agotador. En 2015, por ejemplo, se batió el récord de cumbres de Jefes de Estado. Con el tema de Grecia hemos llegado a encadenar un mes seguido de trabajo, sin días de descanso. Pero todo lo ocurrido permite aprender mucho. Te pone a prueba, porque tienes que entender todo lo que se hace en Bruselas, y luego hay que "traducirlo" para que los lectores lo comprendan. Me llevo de todo esto el haber podido entender el equilibrio de poderes en las instituciones europeas, el haber comprendido sus dinámicas tan peculiares.