No estoy entre los que se alegran de la desgracia de Abengoa, la única multinacional andaluza, la única empresa andaluza presente en el Ibex 35 y exponente de lo que Andalucía podría haber sido desde el siglo XIX -el primer alto horno se erigió en Marbella y la mejor banca española estaba en Cádiz-, de haber tenido mejores señores a derecha, en el pasado, e izquierda en el presente.
Ciertamente, la empresa fundada por cinco amigos y familiares, Abaurre Fernández Palasagua, BENjumea Puigcerver, Gallego Quero, Ortueta Díaz-Arce y Abaurre Herrero de Tejada), no atraviesa su mejor momento, debido, sobre todo, a una mala gestión, a un desacompasamiento entre inversión y nivel de ingeniería - mandaban los abogados -, y a la mezcolanza indebida e irregular entre empresa, ideología y política con el dinero público de por medio. Pero, como andaluz y como español, espero que la empresa, que es mucho más que la familia Benjumea -24.000 empleados y un inmenso sueño tecnológico -, logre sobrevivir porque nos hace falta. Eso sí, con una explicación de la familia Benjumea ante los ciudadanos porque el dinero también era nuestro.
Es posible que soñar demasiado sea una enfermedad, quién sabe si mental incluso. Pero no soñar es volverse loco de pequeñez y miseria. Tal vez pretender que la energía sola, entre otras, fuese domesticada en menos tiempo del que se fija para una generación era un sueño imposible, pero es un gran sueño que interesa y más a países y continentes donde el sol calienta más de 3.000 horas al año y carecen de petróleo u otras fuentes de energía alternativas.
Recuerdo que una vez le dije a un alto cargo del gobierno Aznar que el día que se lograse fabricar con energía solar una pila de 1,5 voltios para pequeños, o no tan pequeños electrodomésticos y artefactos industriales, el mundo cambiaría de rumbo, de centro de gravedad y de protagonistas. Estoy entre los que creen que la ciencia y la ética cambian más las sociedades que las revoluciones políticas. Internet es un ejemplo señero: electrónica y libertad. Hay que preservar ese sueño para la ingeniería española con sede en Andalucía, no sólo porque hay 4.000 andaluces trabajando en Abengoa sino porque acumular la energía solar y ponerla al servicio de todos los seres humanos es un gran y necesario empeño.
No soy precisamente un perfecto idiota ecologista que merece un manual como los escritos con gracia sobre la progresía. Pero defiendo que las energías nuclear y solar podrían ser, tal vez entre otras, las fuentes energéticas y limpias del futuro. Otra cosa es que dispongan, muy especialmente la solar, de la tecnología adecuada. Ya sé que la izquierda española y, muy especialmente la andaluza, cogida a contrapié ahora por este tropezón de altura, apostó por la segunda, la solar, y aniquiló absurdamente a la primera, con gravísimas consecuencias para todos los españoles: subida del precio de la energía, insuficiente abastecimiento o necesidad de importación. Además ha derivado en el uso de recursos públicos para financiar indebidamente a una empresa que representaba para la progresía el horizonte de limpieza energética. Y eso parecía, tanto que hasta Obama rindió pleitesía a los "solares" de Arizona.
Abengoa nació en 1941 de un grupo de tecno-burgueses franquistas donde abundaban los ingenieros de formación jesuita e incluso donde se cruzaban vocaciones religiosas. Por ejemplo, Felipe Llorente y Torroba, argentino y padre de la esposa de Javier Benjumea Puigcerver, Julia Llorente Suazola, se hizo Terciario Franciscano tras enviudar. Antes, eso sí, había sido requeté y comisionado por la Comunión Tradicionalista como emisario en asuntos carlistas entre España y San Juan de Luz porque al ser extranjero podía pasar la frontera en los meses anteriores al estallido de la Guerra Civil. Digamos, para los sectarios de la memoria histórica, que otra de sus hijas, María Jesús Llorente, fue asesinada por el bando republicano a los 18 años de edad el día 28 de abril de 1937 en las proximidades de Guernica y que eso, naturalmente, debió imprimir carácter. Y por si fuera poco, el suegro del futuro empresario era rociero, fundador de la Hermandad de Sanlúcar la Mayor ante cuya Virgen se casó su yerno con su hija Julia para tener trece hijos. Sí, trece. De los que los únicos dos varones protagonizan ahora la tragedia.
Otro fundador de Abengoa, cuya familia aún sigue en la empresa y no siempre en buenas armonía con los Benjumea, fue José María Abaurre Fernández Palasagua que a los cuatro meses de la fundación de la empresa, ingresó en la Orden de San Bruno, en la Cartuja de Jerez. Conjunción de vocaciones.
La familia Benjumea, cuenta Javier Tusell en su Historia de España, es una familia netamente burguesa que se enriquecieron a costa de la vieja aristocracia decadente. "El nobiliario fue deteriorándose a lo largo de la segunda mitad del XIX y buena prueba de ello la ofrecen los avatares de algunas de las grandes familias nobles andaluzas, la totalidad o parte de cuyas fincas fueron pasando a la burguesía. Así, en 1884 las fincas del duque de Osuna fueron incautadas por los acreedores y serían compradas por dos familias de sonados apellidos durante la Restauración, los Benjumea y los Gamero Cívico". Pues eso.
¿Qué se podía ser en la Sevilla de 1941? Pues franquista, claro. Hubo Benjumeas en las checas madrileñas, no sé si parientes o no de los andaluces, pero Javier Benjumea incluso tenía un tío ministro de Franco, Joaquín Benjumea, luego gobernador del Banco de España que, por cierto, no fue a su boda debido a sus obligaciones, dijo, pero sí asistieron el capitán general de Andalucía, Miguel Ponte y Manso de Zúñiga, marqués de Bóveda de Limia e incluso Manuel Fal Conde, entre otros. Pero todo esto puede distraer de la vocación ingenieril de Benjumea que, a su muerte y como aparece en la Universidad de Comillas, sólo quiso que figurase como merito ser ingeniero del ICAI. El pasado 14 de enero se conmemoró el centenario de su nacimiento. Menos mal que no vio esto.
La empresa se creó con 180.000 pesetas de las de entonces, que no es tan poco como parecen los 1.084 euros que representan hoy, y estuvo dedicada en su origen a la reparación de motores eléctricos en un pequeño taller instalado en la planta baja de un chalé de la barriada de Heliópolis, en la calle Perú, número 17 de Sevilla. Cuentan que su objetivo inicial era fabricar un contador monofásico de cinco amperios, aunque los problemas de aprovisionamiento de materias primas imprescindibles que sufría España en aquellos años impidieron el desarrollo del proyecto. Por ello, a partir de 1943, Abengoa SL, que entonces tenía cintura para cambiar y adaptarse, se dedicó a la elaboración de proyectos y estudios técnicos, así como a los montajes eléctricos, actividad en la que se hizo imprescindible en Andalucía y luego en la España de entonces.
Años después, la autoridad empresarial, económica, social y política de Javier Benjumea Puigcerver, conde de Guadalhorce y finalmente Marqués de Puebla de Cazalla, localidad de la que fue alcalde un Rodríguez de la Borbolla ahora imputado en la causa de los ERE, era inmensa. En realidad, querría haber sido Marqués de Benjumea pero la Casa Real no lo aprobó. Por controlar, controlaba hasta la Real Maestranza de Caballería. Tal era su poder, pero también su mano izquierda, que incluso el PSOE de los principios de la década de los 80 se llevó muy bien con él. No se trata de los amores de Alfonso Guerra con su sobrina María Jesús. Se trata del mismísimo Felipe González que jamás impidió la expansión y los negocios de la empresa en la España democrática de la Constitución de 1978. Tampoco el PP, naturalmente. Solía decirse en Sevilla que quien no le gustara al patricarca Benjumea no tenía futuro en ninguna parte: ni en la economía, en la política, ni siquiera en el periodismo andaluz, esto es, el ABC. Pondré un ejemplo. Antonio Burgos jamás habría escrito de Benjumea, padre o hijos, que tenían "menos vergüenza que un gato en una matanza" como le espetó a Javier Arenas una mala noche de redacción.
El propio Burgos retrató al "venerable" Benjumea Puigcerver -que es apellido catalán, no se olvide -, de este modo: "Gracias al ICAI y a los jesuitas, Benjumea pasó mentalmente de la Sevilla rancia y campera del barrio de San Vicente al Bilbao empresarial y emprendedor de Neguri. No se trajo de Madrid la boina de sus compañeros vascos ni su nacionalismo, pero sí el mono de trabajo, con el que empezó de hombre-orquesta en la recién fundada Abengoa. En aquel Jerusalén de lo que luego habría de ser un Vaticano empresarial sevillano, la burra era una moto Guzzi, y la palma que habría de darle la victoria, unos alicates guardados en el bolsillo de atrás del mono. Y añade que "Don Javier...aquella noche de 1976... cenó en la casa de Fernando Solís en la calle Cuna con un muchacho abogado que se llamaba Felipe González..." Buena vista tuvo el gatopardo andaluz.
No fue el único socialista al que gustaba Abengoa. En su consejo de administración aún se sienta José Borrell, el ex ministro socialista que fue ministro plenipotenciario de Hacienda hasta su batacazo fatal. Se ha contado que, además de Borrell, se han sentado en su consejo de administración Alberto Aza, exjefe de la Casa Real,el primo del rey, Carlos de Borbón- Dos Sicilias, Ricardo Hausmann, ex ministro venezolano en los tiempos de Carlos Andrés Pérez y Fernando Solís Martínez-Campos, conde de Torralva. Además, José Domínguez Abascal, ex secretario general de Universidades, Investigación y Tecnología de la Junta de Andalucía; Ricardo Martínez-Rico, del PP y ex secretario de Estado de Presupuestos y Gastos, ex socio del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro; Javier Rupérez, ex diputado del PP y ex embajador en EEUU, es consejero de Abengoa Bioenergy; Luis Solana, ex diputado socialista, ex director de RTVE y hermano del socialista Javier Solana, como Rupérez es consejero de Abengoa Bioenergy; José Terceiro Lomba, subsecretario de la presidencia del Gobierno y con el sillón 'f' de la RAE. Es vicepresidente ejecutivo de Abengoa en representación de la empresa Aplidig SL y Juan Verde, asesor del presidente de EE UU, Barack Obama, es consejero de Abengoa Bioenergy. Tambièn el hermano del ex ministro socialista Miguel Sebastián, Carlos, ha tenido su vela en este entierro.
Pero tras los éxitos de aquel ingeniero-empresario vinieron dos hijos. Sigue Burgos: "La capacidad de trabajo de don Javier es tan grande que, retirado a su estanque dorado del patio de Los Venerables y de Focus, ahora hay dos Benjumeas en su sitio. Javier Benjumea Llorente es el Benjumea de uso externo, la sonrisa no jesuítica de la casa. Felipe Benjumea Llorente, Compañía pura, es el Benjumea de uso interno, el de la mano firme con los alicates que le dejó el padre. "Pues entre los dos, la crisis y una gestión discutible han llevado, sobre todo el más joven, Felipe, la empresa a los extramuros de la familia que la fundó no sin antes haberla elevado a la cúspide de una facturación de 7.300 millones de euros. A pesar de todo, la familia Benjumea, si bien ha tenido que dejar el control de su empresa, sigue poseyendo casi la mitad de la propiedad de sus acciones.
Tal vez haya sido la incapacidad de "cambio, evolución y adaptación", cualidades que el libro biográfico del patriarca que escribieron Javier del Hoyo y José María Escriña destacó por encima de otras. De hecho, Abengoa pasó de los montajes eléctricos, sin dejarlos, a la construcción de caternarias para la RENFE, siempre la política al fondo, y a las grandes obras de infraestructuras, desde regadíos a lo que fuera. Incluso participó en la minería de Rio Tinto contribuyendo a la nacionalización de las minas. Para que nos hagamos una idea de hasta dónde llegaban sus influencias, con la aprobación del Banco de España -presidido por su tío y ex ministro Joaquín Benjumea- se creó en 1954 la Compañía Española de Minas de Río Tinto, respaldada por el Banco Español de Crédito y un consorcio de cinco entidades (Bilbao, Vizcaya, Urquijo, Central y Exterior). En 1958, Javier Benjumea asumió la presidencia y bajo su mandato se construyó la refinería de Petróleos de la Rábida en alianza con la estadounidense Gulf Oil Corporation en 1965 (hoy de Cepsa) o la fundición de cobre junto a la canadiense Patiño Mining (hoy Atlantic Copper). Así nació la que aún hoy es considerada la mayor concentración industrial de Andalucía. Luego vinieron la aviación,etcétera.
¿Qué ha pasado? Especialistas escudriñan hoy lo sucedido. Otro pro socialista, Jerónimo Páez, que llevó las riendas del discutido Legado Andalusí y buen amigo de la familia, ha escrito: "Es evidente que algún error han debido cometer los Benjumea para que Abengoa se encuentre en una difícil situación financiera que les ha obligado a tener que dar un paso atrás y ceder el control de su empresa, sin duda "la niña de sus ojos", a la que varias generaciones de esta familia han dedicado tanto trabajo, esfuerzos y sacrificios y que sin ellos, además, no existiría. Pero más allá de las momentáneas dificultades que estén atravesando, poca duda existe de que Abengoa puede que sea la empresa más importante que alguna vez ha existido en Andalucía; una empresa que ha conseguido tal grado de desarrollo y eficiencia que todo andaluz que se precie debe sentirse orgulloso de la misma, y también de lo que ha conseguido la familia Benjumea a lo largo de tantos años." Tal comprensión la hubiera querido para sí otros muchos empresarios andaluces y españoles. Ese es el problema.
En 2014, la deuda de Abengoa llegó a superar los 13.440 millones de euros, cinco veces el beneficio bruto de explotación, a pesar de las ayudas obtenidas de todos los gobiernos, especialmente los de Rodríguez Zapatero, al que "se le fue la olla" con las renovables, y el propio Barack Obama, que les arrimó casi 1.500 millones de dólares.
Esta confusión de empresa privada ligada a partidos políticos, una gestión deficiente - no tiene más remedio -, en el ámbito financiereo, ayudas públicas privilegiadas, ideologías pro ecologistas sin fundamento en tecnologías de nivel para convertir en producto de alto consumo la energía solar, entre otras cosas, son las que han conducido al desastre de Abengoa, al menos en los medios de comunicación y en la imagen de los ciudadanos. Gran repercusión tuvo la intervención de Susana Díaz ante Patricia Botín para tratar de reflotar lo que ya entonces aparecía como el naufragio anunciado de un buque insignia. Ahora, veremos qué puede hacerse.
Vuelvo al principio. No me alegro de esta nueva tragedia para Andalucía que se suma a la ampliación de su brecha con las regiones más desarrolladas y su incapacidad para salir de la sima de un paro superior al 34 por ciento. En una región donde se prefiere ser funcionario a ser empresario, el fracaso de un empresario nos hace más vulnerables a la degeneración. Amaestrar a la energía solar y otras energías para consumo de las familiar del mundo es un gran sueño al que no puede renunciarse. Pero ahora hay que pensar en las familias cuyo futuro pende de que Abengoa tenga o no arreglo. Para que lo tenga, la familia Benjumea tiene que dar una explicación de qué ha pasado con el dinero de todos los ciudadanos españoles e incluso de otros países. Sí, nos deben una explicación, muy especialmente a los andaluces. Y también la luz y los taquígrafos.