Cambridge, Oxford, University College de Londres… Únicamente las universidades británicas se cuelan entre los primeros puestos de los ranking mundiales en excelencia académica de entre todas las europeas. Aunque muchos condicionantes entran en juego, lo cierto es que parte de este éxito radica en el modelo de financiación y los incentivos conseguidos con él a la hora de invertir los recursos disponibles.
Frente al escaso 15% del coste total de sus estudios que soportan los universitarios españoles, en Reino Unido se busca que sean los propios estudiantes los que asuman ciertas responsabilidades y devuelvan los recursos prestados cuando logren tener el poder adquisitivo resultado de su formación.
Las universidades ya no son únicamente aulas masificadas. Gracias a ello, el sistema se retroalimenta, incentiva a las universidades a formar a sus alumnos con la mira puesta en las exigencias del mercado y estimula la colaboración público-privada y la integración de la investigación en la actividad docente.
Por un lado, las becas (bursaries) son un elemento muy extendido. Según la autoridad educativa inglesa (OFFA), cerca de 400.000 alumnos se benefician de estos recursos, mediante los cuales fundaciones y asociaciones de carácter privado se hacen cargo en mayor o menor medida de los costes asociados a los estudios de los premiados.
Por otra parte, bastante populares son los préstamos que el Gobierno del Reino Unido concede para pagar la matrícula de los estudios de grado o master, créditos que puede llegar hasta a las 9.000 libras para estudiantes a tiempo completo y cuya cuantía es similar a las tasas que un alumno ha de pagar para realizar sus estudios en las principales universidades inglesas, como Queen Mary, Cambridge o el King's College.
Lo más interesante de estos productos son sus condiciones de devolución: los prestatarios comenzarán a pagar únicamente en el momento en que tengan un salario superior a 1.750 libras -alrededor de 2.500 euros- mediante la devolución de una cantidad que dependerá del poder adquisitivo del alumno. En la mayoría de los casos, el reembolso -que puede pagarse en treinta años- no será mucho mayor que el principal más los intereses que cubran la inflación.
El modelo británico, que combina unas tasas académicas elevadas, mayor exigencia académica para el acceso y una gran presencia de la financiación privada mediante el mecenazgo y la investigación, ha conseguido que sus instituciones académicas se posicionen en los primeros puestos de los rankings mundiales. Y lo que es muy importante: la tasa de abandono universitario en Inglaterra es tan sólo la mitad del que sufre España, con todo el ahorro en recursos que ello supone para la sociedad.
Además, la situación de los estudiantes ingleses al salir de la universidad dista mucho de la sufrida por los españoles. Según la Agencia de Estadísticas de Educación Superior (HECA), el salario medio de los recién graduados en los trabajos para los que se han formado se sitúa en 22.000 libras -más de 30.000 euros-, llegando a las 30.000 para carreras como medicina o ingeniería.
Estas cifras de colocación, unidas al 15% de paro juvenil de las Islas frente al dramático 50% que padece España, sitúan a Reino Unido como un modelo mucho más exitoso a la hora de preparar a sus jóvenes y situarlos en el mercado laboral.