La crisis ha golpeado con fuerza al sector de la peluquería en España. El desempleo y la disminución del poder adquisitivo de los españoles redujo el consumo en este tipo de servicios, que no suponen una prioridad en la lista de gastos del hogar.
El segundo varapalo del sector vino por la vía de la presión fiscal. El Gobierno de Mariano Rajoy efectuó en septiembre de 2012 una subida del IVA, donde la actividad de la peluquería fue una de los más afectados. Entonces, el tipo general del IVA aumentó del 18 al 21% y el reducido pasó del 8 al 10%.
También hubo una larga lista de productos y servicios que cambiaron de categoría, pasando de tributar del tipo reducido al tipo general, lo que supuso un incremento de 13 puntos en su base impositiva. Las actividades de peluquería y estética estaban entre ellos, junto a las entradas de cine, teatro o circo, la asistencia funeraria, la dental o las flores.
A pesar de que para mantener la afluencia de público el 72% de los empresarios (unos 36.000 establecimientos) decidió asumir total o parcialmente el incremento del IVA, sus esfuerzos no fueron suficientes.
Así, ambos factores han dado lugar a un fuerte retroceso en el volumen de negocio de las peluquerías. En concreto, mientras que en el año 2011, su actividad generaba unos 5.000 millones de euros al año, a día de hoy, esta cifra se ha reducido en más del 34%, hasta los 3.000 millones, según el Observatorio del Mercado Profesional de Peluquería en España elaborado por Stanpa y Key-Stone.
Y es que en los últimos tres años los clientes han reducido de forma considerable su frecuencia de visitas a los salones de peluquería, que ha pasado de satisfacer a 74 clientes de media por semana en 2011 a 54 personas tres años después. Además, los españoles también han reducido el gasto medio de la factura de cada vista, que ha pasado de 29,60 euros en 2011 a 24,10 euros en 2015.
El auge de las 'low cost' y el autoempleo
Como se observa en la tabla anterior, los malos datos de consumo contrastan con otra conclusión: el número de negocios ha aumentado en los últimos años. El motivo de esta paradoja es el auge de los salones de peluquerías low cost y del autoempleo.
La peluquerías llamadas de bajo coste aparecen para atender a la demanda de los clientes que, por encima de todo, buscan un precio económico en el gasto. La proliferación de este tipo de negocios ha alcanzado los 13.000 centros en España y ha pasado a tener un peso del 11,5% del mercado.
Cadenas como Marco Aldany, Oh My Cut!, Rasel o Spejo's son las más populares. Su carta de presentación: unos precios competitivos, amplios horarios y alta rotación de clientes. Dentro de esta clasificación no están analizados los famosos negocios de peluquería promovidos por empresarios chinos o paquistaníes.
Por tanto, el número de negocios más económicos se acerca a las peluquerías clásicas, que cuentan con unos 20.000 establecimientos en nuestro país y con el 35% del mercado.
"La peluquería clásica tiene que reinventarse", asegura el presidente de la asociación de peluqueros Conepe, Óscar Guinea, a Libre Mercado. "Un peluquero, en vez de quejarse, debe de plantearse qué hacer para mejorar y para distinguirse de las cadenas low cost. Ahora, los consumidores son más exigentes con el resultado que van a obtener en una peluquería y además, no quieren que acudir a un establecimiento sea una experiencia ciega en cuanto al coste, quieren saber de antemano cuánto les va a costar el servicio. Pueden convivir ambos negocios", añade.
Una influencia menor tienen las boutiques altamente especializadas, con 2.000 centros repartidos por el territorio español (el 3,5% del pastel).
Predomina el autoempleo
Estas tres clasificaciones también están influidas por el autoempleo. Muchos profesionales de la peluquería ubican sus negocios en pisos o trabajan en locales sin personal a su cargo en régimen de autónomos. Esta tendencia ha aumentando en la última década, acelerándose con la crisis, y a día de hoy, el 42% de las peluquerías operan bajo este modelo de negocio, lo que implica a 21.000 salones.
"Esta situación se debe a que la crisis trajo consigo muchos cierres de establecimientos, cuyos profesionales se han visto obligados a darse de alta por cuenta propia para seguir trabajando. El problema es que no logran rentabilizar los negocios", explica Óscar Mateo, responsable de estudios de Stanpa.
Como ejemplo de solución para aumentar la productividad del autoempleo, Óscar Guinea apunta al modelo alemán "donde los peluqueros trabajan como autónomos dentro de los negocios, pactan con la empresa un porcentaje y comparten un espacio común con otros peluqueros. En España está prohibido" .