Podemos ya no da miedo. Al menos no en el Ritz, una plaza emblemática, donde Pablo Iglesias comenzó uno de sus primeros actos públicos como figura política nacional explicando que no iba a expropiar "pieles de visón y relojes". Este jueves, el Financial Times, una de las publicaciones más importantes del planeta en el ámbito económico y símbolo del capitalismo global, celebraba el FT Spain Summit 2015 en Madrid, en el mítico hotel de la Plaza de la Lealtad. Y el partido de Pablo Iglesias ha sido el gran ausente. No porque no tuviera ningún representante en las mesas de debate por las que sí pasaron Luis de Guindos, Luis Garicano o Cristóbal Montoro. Eso era más o menos previsible, entre otras cosas porque costaría pensar en un portavoz económico de la formación morada.
Lo llamativo no fue su ausencia física, lo interesante es que casi nadie se acordó de ellos. Éste no es el primer evento de este tipo que se celebra este año en Madrid, ni es la primera vez que el periódico británico reúne a líderes políticos y empresariales. Cualquiera que haya acudido a alguno de estos actos en el último año y medio sabe que Podemos, Iglesias y sus propuestas han sido uno de los temas estrella (por no decir que el principal) de estas reuniones.
Daba igual que las jornadas las organizase un medio de comunicación extranjero, una cámara de comercio o un think-tank. En el momento en el que se juntaban políticos, periodistas, empresarios e inversores extranjeros, Podemos aparecía flotando en el ambiente. Incluso aunque nadie los nombrara, todo el mundo sabía que se estaba hablando de ellos. Y eso si los ponentes se contenían y sólo hacían alusiones indirectas. Porque en cuanto llegaban las preguntas del público no había forma de parar la marea. Todo el mundo quería saber qué opinaba el experto de turno de Pablo Iglesias y si éste era realmente un peligro para la democracia y la economía españolas.
Iglesias en el Ritz
Tras las elecciones europeas de 2014 y las municipales de 2015, una de las primeras apariciones públicas de Pablo Iglesias y Manuela Carmena, uno como eurodiputado y otra como alcaldesa, fue en uno de esos desayunos informativos tan habituales en Madrid y que suelen tener lugar en los hoteles más exclusivos de la capital de España.
En ambos casos, se esperaban las palabras de los nuevos políticos, a los que no se conocía más allá de sus lemas electorales y ante una audiencia en teoría hostil (o al menos no cercana ideológicamente). Ambos se presentaron con un mensaje doble: no nos comemos niños, pero las cosas van a cambiar. Por ejemplo, aquel día del verano de 2014, Iglesias comenzó su intervención con una frase contundente: "Muchos aquí me imaginarían entrando en el Ritz rodeado de militares para expropiarlo, así como las pieles de visón de las señoras y los relojes de los caballeros. La controversia ha de manifestarse y este hotel es el lugar indicado para ello". El resto del discurso fue menos rompedor, pero mantuvo el tono combativo. Carmena, algo más conciliadora, lanzó mensajes de apoyo a la empresa privada.
La interpretación fue que por un lado, Iglesias pedía calma... y por el otro avisaba de que lo suyo no era flor de un día. De hecho, se adivinaba un cierto placer entre los líderes de Podemos por ese miedo que se palpaba en ciertos ambientes. Les gustaba oler el recelo de la prensa económica anglosajona, los inversores internacionales o los grandes empresarios españoles. Lo vendían ante su público como una prueba de las posibilidades reales de su formación de ganar las elecciones generales. "Su odio, nuestra sonrisa", "El miedo va a cambiar de bando", "Los de arriba contra los de abajo"... ¿recuerdan?
Pues bien, ya no es así. Podemos ya no es una preocupación. Quizás se equivoquen. Quizás en el invierno del 2014 se exageraban las posibilidades de triunfo y ahora se minimizan sus opciones electorales. Pero lo cierto es que los mensajes que se escuchan son muy diferentes a los que se lanzaban hace apenas unos meses.
Por ejemplo, para el encuentro de este jueves, que se comenzó a preparar hace meses, los organizadores habían planteado un panel político. En un principio se les pidió a los ponentes un análisis centrado en Podemos, en sus posibilidades de influir o ganar el Gobierno central. Al final, todo cambió y ese panel político giró casi en su totalidad alrededor de Cataluña. Porque la cuestión catalana sí que importa. Y en los corrillos, el tema era Ciudadanos y a quién apoyarán los de Albert Rivera, si a PP o PSOE. Podemos no es que no esté de moda... es que no interesa.
El autor de este artículo estuvo en cinco de los ocho paneles de la jornada, todos los que tenían un contenido político o de análisis macro. Y la formación de Pablo Iglesias y sus resultados electorales no estuvieron en el debate. Un par de alusiones sueltas, con sabor a pasado, como si fuera una amenaza que se ha superado, y ya está. La sensación es que se considera que el peligro está conjurado.
Sin opciones
En este sentido, uno de los ponentes ha declarado que "la probabilidad de tener un Gobierno que se posicione 'contra los mercados' es cero". Ha sido uno de los pocos momentos en los que Podemos ha subido al estrado y ha sido para negarles cualquier opción de influir en el próximo inquilino de La Moncloa. En este fenómeno, probablemente desproporcionado antes, cuando sólo había Podemos, como ahora, cuando nadie les hace caso, hay tres claves:
- Se da por hecho (al menos en el Madrid político-financiero) que el PSOE escogerá a Ciudadanos antes que a Podemos si las dos alternativas le garantizan el Gobierno.
- También hay consenso en que Ciudadanos va hacia arriba y Podemos hacia abajo. Vamos, que entre los dos emergentes son los de Rivera los que tienen las de ganar y esa tendencia no cambiará antes de las Generales. Puede que Iglesias supere los mejores resultados de IU, pero un Podemos con 35-40 escaños ya no asusta a nadie.
- Entre un Gobierno PP-C’s o PSOE-C’s, los inversores internacionales no ven demasiadas diferencias. Cada uno puede tener sus preferencias, pero ninguna de esas dos opciones preocupa.
Esto no quiere decir que el partido de Iglesias no pueda condicionar (y mucho) la política española. Por ejemplo, en el sector inmobiliario sí hay runrún de preocupación por las decisiones de muchos ayuntamientos y la paralización de algunos proyectos emblemáticos. Pero en lo que hace referencia a la situación del país en general, los tiempos han cambiado. Otra cosa es lo que ocurra el 21-D si el resultado de las Elecciones no es el que esperan algunos. Eso sí, tras lo escuchado este jueves en el Ritz y con el ambiente que se respira en Madrid en las últimas semanas, la sorpresa sería mayúscula.