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¿Quién gana y quién pierde con la apuesta independentista de Mas?

Políticos, asociaciones nacionalistas y expertos se beneficiarían de la secesión. El catalán de a pie pagará los platos rotos si las cosas van mal.

Políticos, asociaciones nacionalistas y expertos se beneficiarían de la secesión. El catalán de a pie pagará los platos rotos si las cosas van mal.
Mas, en un mitin | EFE

¿Quién ganaría y quién perdería en caso de independencia de Cataluña? Cuando se plantea esta cuestión, se hace un análisis global de la situación y se agrupa al pueblo catalán en un todo, al que las decisiones de Artur Mas le afectan por igual. Pero no es cierto, a cada uno de los habitantes de Cataluña la independencia le afectaría de una forma diferente.

No es lo mismo Raul Romeva (cabeza de lista de Junts pel Sí) que un empleado de una multinacional que podría optar por trasladar su sede a Valencia. Los dos son catalanes, pero la decisión no les implicaría los mismos costes. No es un análisis fácil y al hacerlo hay que intentar evitar los argumentos clásicos de la discusión política, muchas veces dirigidos al corazón antes que a la cabeza. Hablamos de incentivos, riesgos, rentabilidad, opciones…

Cada uno podrá situarse dentro del relato general. Pero una primera lectura apunta en una dirección muy clara: a Artur Mas, a los miembros de Junts pel Sí o a los académicos que les hacen los informes, incluso en el peor escenario, no les irá nada mal. ¿Y a sus votantes? Eso no está tan claro.

Las ventajas

Teniendo esto en cuenta, los siguientes son los grandes beneficios que Artur Mas y sus seguidores aseguran que conseguiría la Cataluña independiente:

- Dividendo fiscal: según la Generalidad, Cataluña pierde hasta 16.000 millones al año en impuestos que paga de más. Otros cálculos apuntan a no más de 3.000 y eso sin tener en cuenta los muchos factores positivos de los que se beneficia la región por formar parte de España (por ejemplo, la financiación que le ha aportado el Ministerio de Hacienda). En cualquier caso, ésta es posiblemente la cifra que más presente ha estado en todo este debate.

- Soberanía para tomar decisiones: es un argumento muy político, pero también tiene un lado económico. Por ejemplo, se apunta a la política de infraestructuras. Para hacer el AVE a Francia ya no sería necesario pedir la opinión de Madrid.

- Negociación directa en la UE y otros organismos internacionales: a la hora de negociar el aporte a la UE, las subvenciones y ayudas que llegan de Bruselas o las nuevas leyes del mercado único, los nacionalistas aseguran que es una gran ventaja que la voz cantante se lleve desde Barcelona y no desde Madrid.

Los riesgos

- Veto de España a la entrada en la UE: los nacionalistas aseguran que no se producirá porque a resto de España tampoco le interesa, dado sus lazos económicos con Cataluña.

- Veto de algún otro país de la UE: es curioso, pero este tema casi no entra en el debate… y debería. Para Italia, Francia o Reino Unido, el coste económico de dejar fuera de la UE a Cataluña es mínimo y sus beneficios políticos (mandar un mensaje de advertencia a sus regiones nacionalistas) son muy elevados. Ni siquiera hablamos de excluir a Cataluña del concierto internacional. Simplemente con retrasar las negociaciones unos años o endurecer los requisitos de vuelta a la UE el coste para los catalanes sería muy elevado a corto plazo sin demasiados perjuicios evidentes para los demás países.

- Salida del euro: es el tema más complejo y del que más se ha escrito. ¿Qué supondría? Hay muchas opciones: otra moneda, mantener el euro desde fuera de la UE sin acceso al BCE, mantener el euro con un período transitorio,… Cada una afectaría de una manera a la banca, la deuda pública y los ahorros de los catalanes. Hay quien dice que el riesgo es mínimo y las consecuencias despreciables; enfrente, hay quien dibuja un panorama muy preocupante.

- Pérdida de poder en Bruselas: una Cataluña independiente negociaría directamente en Bruselas, pero también perdería peso. Sus intereses ya no valdrían por 47 millones de habitantes (lo que pesa la decisión del Gobierno español) sino por 7,5 millones (lo mismo que Bulgaria).

- Credibilidad: como hemos visto en los últimos años, la credibilidad es un factor fundamental para cualquier Estado. España o Grecia no tenían al comienzo de la crisis datos de deuda pública superiores a los de Alemania o Francia. Su problema fue de falta de confianza, los inversores les abandonaron porque sus déficits empezaron a crecer y pensaron que no podrían pagar. Cataluña empezaría de cero, tras haber decretado una independencia de forma ilegal y negociando con la UE su vuelta al club comunitario. ¿Qué credibilidad tendría Artur Mas en estas condiciones? Recordemos que hablamos de la región más endeudada de España y la que más ha tenido que recurrir al mecanismo de financiación del Gobierno.

- Costes comerciales no políticos: incluso dentro de la UE, para un empresario es más costoso (en tiempo o dinero) exportar que vender dentro de su país. Por eso, después de 30 años en la UE y 15 de moneda única, las empresas catalanas venden más en Aragón que en Francia. En términos de costes (no sólo monetarios, también legales o burocráticos): Aragón es más barato que Francia, Francia es más barato que Suiza, Suiza es más barato que Ucrania,… En cada caso, depende del acuerdo de colaboración que se haya establecido entre los países, pero también de la cercanía cultural y conocimiento entre las dos partes.

Por eso, incluso esa independencia soñada, sin tensiones políticas ni boicots a los productos catalanes, subiría los costes de las empresas exportadoras de un día para otro. Y eso por no hablar de aranceles o permisos si el escenario es de salida de la UE. Su posición respecto a Alemania o Francia no mejoraría nada de nada (si acaso, empeoraría) ¿Cuántos empresarios perderían clientes?

- Deslocalizaciones: al igual que el punto anterior, no puede saberse cuánto afectaría. Ni todas las empresas con sede en Cataluña se irían al día siguiente a la independencia, ni todas se quedarían sin más. Habría deslocalizaciones y la discusión puede estar en cuántas, cómo y qué consecuencias tendrían.

Ganadores y perdedores

Estos son, apuntados de forma muy esquemática, los principales riesgos y oportunidades que ofrece la independencia. De casi todos ellos se ha escrito bastante. Sin embargo, hay un punto en el que no se ha reparado. Los catalanes no son un cuerpo homogéneo. Las ventajas de la secesión serían más importantes para unos que para otros; y lo mismo puede decirse de los aspectos negativos.

Nadie puede saber qué ocurrirá en el futuro. Si esos beneficios serán tan grandes como a veces se dice o esos riesgos tan importantes. Pero sí puede intuirse a quién beneficiarían unos y a quién perjudicarían más otros:

- Políticos: los más beneficiados. En caso de independencia tendrán más recursos. La creación de un Estado genera miles de nuevos puestos y los que controlarían el reparto serían ellos. De hecho, incluso en el caso de que no se llegue hasta el final, el proceso ya ha generado ganadores y perdedores. Raul Romeva, por ejemplo, no era nadie hace un par de años; ahora es una de las personas más conocidas de Cataluña.

A cambio, los riesgos económicos no les afectarían demasiado. Imaginemos el peor escenario posible: Cataluña fuera de la UE, desplome de la actividad comercial y nueva moneda. Quienes manejen el presupuesto y cobren del erario público también lo pasarán mal, pero su capacidad de adaptarse a la nueva realidad será mucho mayor que la de un tipo que trabaje en una multinacional que cierre.

- Organizaciones independentistas: tanto si sale adelante como si el proces se interrumpe, son las grandes beneficiadas de todo este embrollo. Han ganado presencia en los medios, recursos y visibilidad. Asociaciones con unos pocos de miembros ahora tienen militantes a millares. También aquí la apuesta es un gana-gana. En cualquier escenario, tienen muy poco a perder.

- Los famosos: la tercera pata del independentismo está formada por los grupos de expertos y famosos que se han declarado favorables a la secesión. Desde deportistas a actores de cine. En general hablamos de personas de muchos recursos a los que la apuesta también les sale casi gratis. Los peores efectos de la independencia, de producirse, les tocarían muy poco.

- Los economistas: en este punto, se podría analizar el papel de los economistas. Hace unos días hablábamos del Col.lectiu Wilson, un grupo de profesores y doctores de algunas de las más prestigiosas universidades del mundo que han presentado varios documentos sobre las ventajas e inconvenientes de la independencia. Según su documento fundacional, su objetivo es "unir esfuerzos para contribuir a que los ciudadanos de Catalunya tengan la oportunidad de decidir su futuro libremente, sin miedo ni amenazas, y con la mejor información posible". Es una intención loable y es uno de los pocos foros partidarios de la independencia que admite y analiza los riesgos de los que hablábamos anteriormente, lo que les honra.

Pero hay una cuestión relevante que no han tratado. En su análisis, los Wilson sobrevaloran claramente los beneficios de la independencia y minimizan los riesgos. Como economistas prestigiosos, deberían saber que ellos mismos tienen un sesgo por su propia situación personal y que quizás esto afecte a su trabajo: si todo sale bien, a ellos les irá de fábula, serán los economistas de referencia del nuevo Estado independiente. Si se equivocan y la cosa se estropea, pues tampoco les afectará demasiado, seguirán dando clase en Columbia, Princeton o Harvard. Quizás tengan que escribir un post en su blog pidiendo perdón y reconociendo su error... pero no sufrirán mucho más. No estaría de más que quien habla de "mejor información posible" hubiera tenido esto en cuenta, porque quizás están apostando sabiendo que la factura nunca la pagarían ellos.

- Los catalanes de a pie: es el gran olvidado aunque sería el más afectado en uno y otro caso. Si la independencia se produce, sus impuestos se cobrarán en Barcelona en vez de en Madrid. Cuando los nacionalistas hablan de descentralización, más cercanía al ciudadano o "derecho a decidir" nunca se plantea que esa descentralización vaya más allá de la Generalidad. Nadie pone sobre la mesa que esa autonomía que la secesión traería a los catalanes revierta en las administraciones más cercanas (municipios) o incluso en los propios catalanes. De hecho, todos los partidos que hablan del dividendo fiscal parecen decididos a gastárselo en más servicios públicos (de nuevo, los políticos ganan), no se escuchan muchas voces que pidan devolverlo al contribuyente.

A cambio de tener la agencia tributaria en la Diagonal en vez de en la Castellana, los catalanes de a pie asumirían prácticamente todos los riesgos, especialmente los que trabajen en el sector privado y aún más los que estén en empresas que tengan relación con el resto de España o de la UE. Si hay salida del euro, cierres comerciales, boicots, reducción de las ventas al resto del mundo,… ellos pagarán el pato.

No decimos que todo esto vaya a pasar o no, porque es imposible saberlo. Tampoco es fácil calcular el cuánto: si hay reducción del comercio, ¿será del 1 o del 99%? Probablemente ni una cosa ni otra. Pero sí hay una cuestión clara. Los más afectados son los que no salen en televisión. Y las ganancias que les puedan tocar también son mucho más reducidas que las que llegarán alos integrantes de la lista de Junts pel Sí. Los economistas gustan de hablar de incentivos, riesgos y recompensas. En este sentido, hay que reconocerle a Artur Mas que se ha sacado de la manga un juego muy favorable a sus intereses: si todo sale bien, gana él; si todo sale mal, pierden otros.

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