Los buenos datos de la Encuesta de Población Activa confirman que la reforma laboral de 2012 ha sido el gran acierto de la presente legislatura. De hecho, si de algo pecó el Gobierno de Rajoy fue de quedarse corto a la hora de abandonar el encorsetado paradigma legislativo que gobierna nuestro mercado de trabajo. Por eso nunca está de más pedirle a la ministra Fátima Báñez que apueste por una nueva vuelta de tuerca encaminada a ganar flexibilidad y perder rigidez.
En cualquier caso, es importante recordar que la creación de empleo no se explica únicamente por la evolución de las normas laborales. También es fundamental abordar otros aspectos, como el de la elevada fiscalidad que soportan las rentas del trabajo. No hay que olvidar que el sueldo medio español paga 15.775 euros al año en impuestos y que el esfuerzo tributario que sufren los contribuyentes está al nivel de países como Suecia o Finlandia.
Pero los obstáculos no acaban aquí. De hecho, un factor que a menudo se olvida a la hora de analizar la evolución del mercado de trabajo es el "riesgo país" que perciben nuestros empresarios. No hay que olvidar que los políticos españoles aprueban anualmente un millón de páginas de nuevas regulaciones. Si a esto le sumamos el auge de fuerzas anticapitalistas como Podemos, el panorama es desolador.
Es por eso que, como explica Libre Mercado, el ritmo de creación de empleo que arroja la EPA del segundo trimestre de 2015 ha sido inferior a la previsión de los analistas. Entidades como AFI, Asempleo o el Instituto Flores de Lemus habían anticipado un repunte de la ocupación superior a los 500.000 puestos de trabajo. Sin embargo, la cifra final estuvo más cerca de los 400.000.
Evidentemente, el perfil de "riesgo país" que enfrenta España ha aumentado notablemente a raíz de las elecciones del pasado 24 de mayo. Por tanto, aunque los datos de creación de empleo siguen avanzando a buen ritmo, no podemos ignorar el diferencial existente entre las previsiones de los analistas y la cifra real. Estamos, al fin y al cabo, ante una muestra más de las nefastas consecuencias que tienen las ideas políticas contrarias a la libertad.