Libre Mercado anticipaba el pasado día 5 de julio que la banca griega necesitará un nuevo programa de "rescate" antes de reabrir sus puertas. A esta polémica posibilidad se sumaban otros escenarios conflictivos: se habla de cerrar entidades, así como de fusiones o incluso quitas a los depósitos de los ahorradores.
El paso de los días ha confirmado esta situación. Según publican los medios helenos, la banca va a necesitar una "recapitalización" de al menos 10.000 millones de euros. De hecho, el monto final de este nuevo manguerazo podría ascender a la friolera de 14.000 millones de euros. Más pesimista es la agencia Reuters, que eleva las necesidades de capital a 25.000 millones.
Aún habiendo acuerdo con Bruselas y aún suponiendo que el Banco Central Europeo reabre la línea urgente de liquidez (ELA), el escenario seguiría siendo el mismo. Y es que el problema de los bancos griegos ya no es de liquidez, sino de solvencia. Al fin y al cabo, desde la llegada de Syriza al poder, el volumen de los depósitos gestionados por los bancos del país ha caído en casi 35.000 millones de euros.
Los cuatro grandes bancos, en la picota
Los cuatro grandes bancos del país (Banco Nacional, Banco del Pireo, Eurobank y Alpha) serían los principales afectados, ya que suponen el 95% de todo el mercado. La Unión Europea podría negarse a aportar fondos para este programa, por lo que el ajuste podría consistir en un "bail-in", lo que confirmaría la posibilidad de que haya quitas a los depositantes.
Por otro lado, tampoco está claro que un acuerdo entre Grecia y sus acreedores vaya poner fin al corralito. El caso chipriota es especialmente aleccionador: dos años después del "rescate" que evitó la quiebra de la isla, los controles de capitales aún no han sido levantados por completo.