Hay evidencia de fuga de cerebros en países con altísimos impuestos y de ganancia de cerebros en países con bajos impuestos, y proviene de un informe realizado por Ufuk Akcigit, Salomé Baslandze y Stefanie Stantcheva, de la Oficina Nacional de Investigación Económica.
Los autores del informe estiman que, para los ocho países que atesoran el 89% de las solicitudes de patentes, una rebaja del 10% en la tasa marginal del impuesto sobre los ingresos induciría a la inmigración de un 38% más de inventores extranjeros de élite.
El informe revela que, en Estados Unidos, una caída del 10% de la tasa impositiva probablemente atraería a un 23,7% más de inventores extranjeros de élite.
¿Y por qué querríamos que más innovadores extranjeros? Por dos razones:
1. Ejercen efectos positivos sobre la productividad, lo que aumenta los salarios de los trabajadores de Estados Unidos.
2. Como otras personas con altos salarios, crean empleo mediante la contratación de trabajadores y a través de la compra de bienes y servicios, lo que aumenta la demanda en general.
Entre los inventores que emigraron a Estados Unidos se cuentan Alexander Graham Bell, James L. Kraft y Charles Simonyi, el innovador de Microsoft Office. Los genios del mañana también vendrán si recortamos la presión fiscal.
En el fondo, el asunto de los impuestos es importante. Del mismo modo que el vecino de un barrio elige una tienda de comestibles barata en lugar de una cara, los inventores con un historial de éxito son propensos a querer vivir en un país donde les permitan quedarse con una mayor porción de su propio dinero.
Ese dinero, en manos de un inventor muy innovador, va a generar más riqueza y oportunidades para todos en el país en que resida.