En el marco de la crisis griega, el frente de unidad que venían manteniendo la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional ha empezado a resquebrajarse en las últimas 24 horas. La fractura viene por el flanco del FMI, cuyo último informe de trabajo plantea la posibilidad de extender los plazos de devolución de la deuda helena así como una posible "quita" valorada en el 30% del PIB.
El documento en cuestión apunta que la relación entre la deuda del Estado griego y su PIB será del 150% en 2020, cifra que el Fondo considera excesiva. Hablamos, evidentemente, de un nivel de endeudamiento elevado; sin embargo, no es menos cierto que otros países desarrollados enfrentan un endeudamiento aún mayor, por lo que el giro del FMI se antoja precipitado.
Así, de acuerdo con los últimos datos del FMI, la deuda pública japonesa llega al 237% del PIB, mientras que la de Italia alcanza el 127% y la de Portugal roza el 123%. Esto quiere decir que, si bien Grecia enfrenta un evidente problema de endeudamiento, su escenario no es en absoluto insalvable.
Ya ha habido quitas y reestructuraciones
En este sentido, conviene recordar que ya en 2012 se aprobó una quita de la deuda helena que afectó a más del 84% de los acreedores privados que habían comprado bonos del Tesoro griego. Aquella operación supuso el perdón de 100.000 millones de euros, con pérdidas finales que llegaron al 78,5%.
A esto se suma el ahorro en intereses de la deuda del que se ha beneficiado Grecia en los últimos años. Tal y como explicó el Fondo de Rescate Europeo, el acuerdo entre Bruselas y Atenas ha ahorrado al Estado heleno el 49% del PIB.
Gracias a este programa, el peso de los intereses de la deuda ha caído por debajo del 4% del PIB, colocando al país mediterráneo en mejor posición que Irlanda, Italia o Portugal. En paralelo, el acuerdo para el "rescate" extendió notablemente los plazos de vencimiento del pasivo griego: de media, sus bonos expiran en 16 años, frente a los seis años observados en Alemania, Italia y España.
También dentro de este marco, el tipo de interés medio ligado a la deuda soberana helena cayó por debajo del 2,5%, colocando al país en mejor situación que Portugal, España, Italia, Alemania o Francia.
La privatización como oportunidad
A todo lo anterior hay que sumarle la enorme cartera de activos públicos que atesora el Estado griego. Según el Banco Central Europeo, la suma de infraestructuras, participaciones empresariales o activos inmobiliarios controlados por las Administraciones helenas tiene un valor de 300.000 millones de euros.
Un ambicioso programa de privatizaciones podría acabar con todos los problemas de la deuda griega a base de liquidar estos bienes, pero el gobierno de Syriza ha paralizado estas acciones y ha apostado por mantener una gigantesca estructura estatal que consume un gasto anual del 59% del PIB.
Merkel no está por la labor
¿Aceptarán los socios una nueva quita de la deuda? El pasado 29 de junio, la canciller alemana, Angela Merkel, se pronunció de forma tajante sobre esta cuestión: "Estamos en contra de volver a perdonar parte de la deuda porque esto no resuelve el problema de fondo. Dentro de dos años, los griegos estarían otra vez igual".
Por su parte, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, ha explicado esta semana que "si se da un tercer "rescate", las condiciones impuestas a Grecia podrían ser más duras que las actuales". Esta postura, unida al nein de la líder teutona, podría confirmar que los socios europeos no están por la labor de estudiar la propuesta del FMI.
Sin embargo, el gobierno de Syriza podría aprovecharse de la fisura que se ha abierto en la Troika, a raíz del informe del Fondo. Las próximas semanas serán clave para confirmar si los acreedores "se rajan" o si mantienen un frente firme ante el gobierno heleno.