"Game over", el juego ha terminado para Grecia. Ésta es la contundente conclusión de Dominic Rossi, responsable global de inversión en renta variable de Fidelity Worldwide Investment, una gestora internacional que maneja cerca de 200.000 millones de dólares en activos.
La decisión de retrasar los pagos al Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta finales de junio y el fracaso de las negociaciones entre Atenas y sus acreedores durante el pasado fin de semana colocan a Grecia al borde de la quiebra y del corralito financiero. "Creo que ahora hay pocas posibilidades de que Grecia sea capaz de evitar el default", alerta Rossi.
Parece que el mercado también ha empezado a descontar este particular escenario. Las fuertes caídas que han registrado las bolsas europeas y el aumento de la rentabilidad en la deuda pública, especialmente en los países periféricos de la zona euro (la prima de riesgo de España llegó a cotizar el martes por encima de 170 puntos básicos), evidencian la gran incertidumbre de los inversores ante la grave situación de Grecia. El rendimiento de los bonos helenos a dos años se ha situado por encima del 30%.
Aunque son muchos los analistas que todavía confían en que Grecia y la troika (Comisión Europa, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) alcancen un acuerdo en el último momento, el riesgo de default aumenta cada día que pasa. La fecha límite de las negociaciones expira, formalmente, el próximo 30 de junio, al igual que el pago de 1.600 millones de euros que Atenas tiene que abonar al FMI.
Pero la principal pregunta que ahora está en el aire es: ¿qué pasa si no hay pacto? Tal y como avanzó Libre Mercado, Grecia y acreedores cuentan con razones de peso para no ceder en sus demandas. Ante tal escenario, Grecia avanzaría sin remedio hacia la suspensión de pagos, la imposición de controles de capital (corralito bancario) y, en última instancia, su salida del euro.
El periódico alemán Süddeutsche Zeiting avanzó este lunes que los países de la zona euro ya han acordado un plan de contingencia para Grecia en caso de que no se llegue a un acuerdo en los próximos días, y que supondría decretar el temido corralito bancario este mismo fin de semana.
Todo dependerá de la reunión del Eurogrupo prevista para el jueves y la posterior cumbre de líderes europeos del viernes en Luxemburgo. Si las posturas de griegos y acreedores se mantienen intactas, el BCE acabaría desenchufando a los bancos helenos del eurosistema, suspendiendo o recortando sus líneas extraordinarias de liquidez (ELA), lo cual obligaría al Gobierno de Alexis Tsipras a implantar estrictos controles de capital y límites a la retirada de depósitos en Grecia.
A partir de ese momento, se abriría un nuevo escenario de consecuencias imprevistas. Grecia impagaría sus compromisos financieros, Tsipras podría convocar nuevas elecciones o un referéndum sobre la aceptación de las condiciones de la troika y/o la permanencia del euro en el país, y la opción definitiva del Grexit (salida del euro) acabaría tomando forma.
"La verdadera incógnita es si Grecia puede introducir alguna forma de controles de capital y, aún así, permanecer dentro del euro", al estilo de lo acontecido en Chipre, advierte Rossi. Las instituciones comunitarias se preguntan ahora si es posible que Grecia suspenda pagos, pero sin que ello implique su abandono definitivo de la moneda única.
Europa cuenta ahora con los mecanismos oportunos para hacer frente al elevado coste de la salida del Grecia, pero el problema es que ese escenario tendría, además, importantes efectos geopolíticos que ni EEUU ni Europa desean, como la posibilidad de que Grecia y Rusia acuerden algún tipo de alianza estratégica.
Sea como fuere, hoy por hoy, las posiciones que mantienen Grecia, por un lado, y la troika, por otro, siguen muy alejadas. Michael Grosse-Broemer, un destacado diputado de la CDU de Angela Merkel, alertó este martes que habría que aceptar la salida de Grecia del euro si, finalmente, Atenas no presenta un sólido plan de reformas.