Aunque las cifras de titulados universitarios de nuestro país no son precisamente bajas, la revisión de tasas y becas aprobada en los últimos años ha aumentado el número de voces críticas que denuncian que la educación superior española se ha convertido en un ámbito de difícil acceso para muchas familias.
Esta afirmación ha saltado al ruedo político de la mano de formaciones políticas como Podemos, por lo que no hablamos de una mera queja estudiantil, sino de un debate de interés de cara a la evolución de la política universitaria española.
De entrada, ciñéndonos al Informe de la Comisión Europea sobre Tasas y Cuotas Universitarias, podemos comprobar que el 27% de los alumnos disfrutan de una beca, porcentaje que supera a Alemania (25%) y que se sitúa muy por delante de los niveles registrados en Portugal (15%) o Italia (7,5%). Por delante de nuestro país figuran Francia (35%), Reino Unido (39%) o Irlanda (44%).
En cuanto a la fijación de precios mínimos y máximos, la situación observada en España tampoco se encuadra en un marco extremo como afirman los más críticos. Por abajo, la matrícula más barata de nuestros centros es de 713 euros, umbral inferior a los 4.409 euros de Reino Unido, los 2.500 euros de Irlanda o los 1.300 euros de Italia. Más bajo es el coste de acceso en Portugal (631 euros), Alemania (200 euros) o Francia (183 euros).
¿Qué hay de los precios máximos? Aquí tampoco parece que España esté en una situación alarmante: los 2.001 euros de nuestro país son superiores a los 1.300 de Italia, los 1.066 de Portugal, los 1.000 de Alemania o los 183€ de Francia; sin embargo, también son claramente inferiores que los 11.099 euros de Gran Bretaña o los 6.000 de Irlanda.
El 80% del coste lo pagan los Presupuestos
Tal y como explicó Libre Mercado, las tasas académicas que cobran las universidades españolas solamente cubren el 20% del coste total de matriculación. Por tanto, todo alumno de la educación superior recibe, de facto, una beca que financia alrededor del 80% del precio real de su carrera. Si cada pupilo tuviese que asumir el coste real de la formación recibida, el desembolso medio ascendería a 9.000 euros anuales por alumno.
Dicho esto, ¿qué hay de las tasas? ¿Han sido revisadas de forma irracional, como afirman los más críticos con la política del Gobierno? En general, el cambio aprobado desde el Ministerio de Educación se caracteriza por premiar el mérito: la primera matrícula ronda el 20% del coste total, mientras que la segunda va del 30% al 40%, la tercera sube a una horquilla de entre el 65% y el 75% y la cuarta supone asumir entre el 90% y el 100% del desembolso real. Por tanto, el nuevo modelo premia a los mejores expedientes, mientras que las tasas solamente suben a niveles más altos para quienes acumulan suspensos y protegiendo al resto de dicho aumento.
¿Y las becas? De entrada, el umbral en el que se basa el sistema español parte de una nota de acceso a la universidad de 6,5 puntos sobre 10. En otros países, esta nota ni siquiera garantiza el aprobado, por lo que hablamos de niveles razonablemente asequibles. A esto se suman distintos criterios que ayudan a orientar las ayudas teniendo en cuenta el nivel máximo de renta de cada hogar, el patrimonio familiar, las discapacidades...
Universidad cara y poco rentable
Midiendo el gasto público por alumno universitario, vemos que España se mueve en niveles de 11.925 euros, mientras que la OCDE se queda en 11.382, por debajo de nuestro país. Analizando la UE-21, España sale aún mejor parada, pues dicho grupo suma un desembolso medio de 10.739 euros.
Los datos que comparan el coste de la universidad con el beneficio que reporta la educación superior para los titulados confirman algo que suelen ignorar los informes sobre las universidades españolas: la baja rentabilidad de nuestros centros, que se mueven en tasas del 13% frente al 10,2% de la OCDE.
Por tanto, comparándonos con el resto de economías españolas, podemos concluir que la universidad española es cara (para el contribuyente) y poco rentable (para el alumno).