La reforma del IRPF que entrará en vigor entre 2015 y 2016 supondrá una reducción media de la factura del impuesto del 10,57%. Ésta es la principal conclusión del estudio Evaluación de la reforma del IRPF 2015-2016, que Fedea ha presentado este miércoles en Madrid. Sus autores, Jorge Onrubia (Universidad Complutense) y Julio López Laborda (Universidad de Zaragoza), calculan que el impacto total se acercará a los 7.100 millones de euros si se compara 2014-2016, aunque se queda en 2.400 millones si la comparación se hace con 2011, antes de que el Gobierno de Mariano Rajoy aprobase la histórica subida de impuestos de su primer Consejo de Ministros.
Hay que recordar que la reforma fiscal aprobada en el pasado ejercicio estaba prevista que entrase en vigor en dos tramos: una primera parte en 2015 y una segunda que se retrasa hasta 2016. Según los cálculos de Onrubia y López Laborda la primera parte de la rebaja supondrá unos 4.700 millones de euros para este año. Es una cantidad similar a la que se puede atribuir (pero en sentido contrario) a la subida extraordinaria del IRPF aprobada en diciembre de 2011. Es decir, que a finales de este año pagaremos por IRPF aproximadamente lo mismo que cuando Mariano Rajoy llegó al poder (unos 300 millones menos).
En 2016 llegará la segunda parte de la reforma, si es que el nuevo Gobierno que salga de las urnas no lo impide. Serán unos 2.400 millones extra. Por lo tanto, sí se puede decir que si se cumplen los planes del Gobierno, en ese año los españoles pagaremos por IRPF una cantidad inferior a la que habríamos pagado con la normativa vigente en 2011, antes de la llegada de Rajoy a La Moncloa. Eso sí, hay que tener en cuenta que hablamos sólo de este impuesto y que estos cálculos son estáticos (es decir, sin tener en cuenta el efecto de la coyuntura económica), por lo que no se pueden hacer extrapolaciones a la presión fiscal ni a la recaudación final del impuesto (que puede crecer si la actividad también lo hace).
Ganadores y perdedores
Siempre que se habla de estas cuestiones se plantea la pregunta de quién gana y quién pierde con los cambios. Según los datos de Fedea, un 62,4% de los contribuyentes pagarán menos en 2016 que en 2014, frente a un 5,2% que pagarán más. El resto se quedará como estaba más o menos. Para los primeros, la ganancia media será de 505,2 euros; los que pierdan se dejarán unos 361,3 euros por cabeza.
Si agrupamos a los contribuyentes por renta, todos los deciles saldrán beneficiados. Y los que menos ganan serán, de media, a los que mejor les vaya. Como puede verse en el siguiente gráfico y en la tabla con los datos por decila, según crece la renta cae la reducción de la cuota fiscal (salvo un pequeño repunte en los últimos dos centiles). Los autores han confirmado que "Todos los deciles ganan, pero la ganancia se reduce según aumenta la renta. Los principales beneficiarios no son los ricos". De hecho, han reiterado esta idea en varias ocasiones, a preguntas de los periodistas, que han insistido mucho en la cuestión.
Hay que recordar que ésta ha sido una de las grandes polémicas de esta reforma. Desde que se aprobó, se han sucedido los titulares que denunciaban que beneficiaba especialmente a los más ricos. Según los datos de Fedea, no es así:
También es interesante el gráfico que muestra cuántos ganan y cuántos pierden en cada decil. Como puede verse, en los primeros grupos la mayoría de los contribuyentes son indiferentes a la reforma. Ángel de la Fuente, director de Fedea, ha explicado que esto es así porque en estos niveles de renta la mayoría de los afectados ya estaban exentos del pago del impuesto. Por lo tanto, seguirán pagando 0 euros, como hasta ahora.
En el resto de los deciles, ganadores y perdedores se distribuyen de forma bastante similar. Al hablar de ganadores y perdedores, además, hay que tener en cuenta que los deciles superiores aportan el grueso de la recaudación. Por ejemplo, según los datos de Hacienda, en 2012 los contribuyentes con rendimientos superiores a 30.000 euros, que sumaban apenas el 16% de los declarantes, aportaban más del 65% de lo recaudado.
En cuanto a las fuentes de renta, los autores también discriminan en función de dónde obtiene los rendimientos cada contribuyente. En este sentido, los autores apuntan que "los más beneficiados son aquellos que obtienen más del 90% de sus ingresos por ganancias patrimoniales: los contribuyentes que experimentan una mayor reducción tributaria entre 2014 y 2016 son aquellos en cuya renta gravable tienen más peso las ganancias de patrimonio, y también los sujetos con rendimientos mobiliarios o inmobiliarios superiores al 90% de su renta. En los tres casos, se trata de colectivos poco numerosos y tanto las ganancias como las pérdidas se concentran claramente en las decilas de renta más altas".
Esto es compatible con otro fenómeno que los autores han explicado: "Dentro de los contribuyentes con las rentas más bajas, los que obtienen un mayor beneficio son los que obtienen la mayor parte de su renta por trabajo o actividades económicas".
Fedea también se ha planteado cómo ha afectado a cada tipo de familia. Las nuevas deducciones y las ayudas a las familias con hijos han contribuido a que los hogares con discapacitados o menores sean los que más ganen. Eso sí, de nuevo hay que tener en cuenta que estos hogares son pocos en términos totales.
Los autores del estudio también han analizado cómo afectará a los contribuyentes según su región de residencia. Para este cálculo, han tenido en cuenta los diferentes cambios normativos que los ejecutivos autonómicos han podido aprobar en el último año.
Como vemos en el siguiente gráfico, castellano-manchegos y canarios serán los que más ganen en total, y catalanes y riojanos los que menos. En estos dos últimos casos, además, pagarán más de tramo autonómico (porque sus gobiernos regionales no han seguido al central en las rebajas de impuestos que éste ha aprobado), aunque en conjunto también ahorrarán algo respecto a la factura de 2014.
Progresividad y redistribución
Por último, Onrubia y López Laborda hacen algunas consideraciones sobre progresividad y redistribución. En lo que hace referencia a la primera cuestión, reiteran que la reforma "aumenta la progresividad del impuesto". De hecho, en la rueda de prensa han repetido que "todos ganan de media, pero la ganancia se reduce según aumenta la renta". Sin embargo, desde el punto de vista estadístico, el impacto redistributivo es negativo, según el índice de Reynolds-Smolensky.
¿Cómo puede darse esta aparente contradicción? Es una cuestión técnica que no es sencillo de explicar. Los dos autores lo han intentado: "La redistribución del impuesto es algo menor, muy poco, pero algo menos que en 2014. Aunque el impuesto es más progresivo, la caída de la recaudación reduce algo la redistribución. ¿Por qué? Porque todo el mundo va a pagar menos y se va a reducir el 10,57% la recaudación. La redistribución depende de la recaudación y de la progresividad. El coste recaudatorio hace que el efecto agregado sea una menor corrección de la desigualdad. Por un lado, se hace más progresiva la escala, pero como también recauda menos, afecta algo a la redistribución".
En este sentido, Ángel de la Fuente ha recordado que "el efecto redistributivo del impuesto en 2011 es prácticamente clavado al de 2015. La redistribución es buena, pero también tiene sus costes en términos de eficiencia. Si pones el tipo al 100%, no recaudas nada. La redistribución no se hace sólo por impuestos, sino también por gastos. La redistribución vía impuestos puede ser muy ineficiente. No hay que caer en la tentación de pensar que un impuesto más progresivo va a ser mejor porque sí... hay que mirar el conjunto del sistema".