El 16 de junio está previsto que el Consejo Empresarial de la Competitividad celebre su última reunión antes de las vacaciones de verano. Aunque la cumbre ya había sido programada, el resultado de las elecciones municipales y autonómicas ha aumentado el interés de esta cita, debido al nerviosismo empresarial que ha generado el auge de la izquierda radical en las urnas.
En la reunión se espera la presencia de los presidentes de gigantes comerciales como Inditex o El Corte Inglés. También estarán en la reunión los máximos dirigentes de bancos como La Caixa o Santander. Otro sector con nutrida presencia en la cita del 16-J será el de la construcción, ya que ACS y Ferrovial forman parte del CEC.
Pero hay más. Otras compañías con representación en el CEC son Mango, Repsol, Acciona, BBVA, Mapfre, Planeta, ACS, Ferrovial, Mercadona, Iberdrola, Barceló, Prensa Ibérica o Havas Media. Queda claro, por tanto, que la del 16-J será una cita importante.
"Dudo que hablemos de otra cosa"
Al frente del encuentro estará César Alierta. El número 1 de Telefónica ocupa en la actualidad la presidencia rotatoria del Consejo Español para la Competitividad, un organismo en el que están presentes 15 compañías a las que se suma el Instituto de Empresa Familiar. En suma, el CEC factura el equivalente al 35% del PIB español.
Desde una de las empresas que forma parte de este organismo reconocen que "se anticipaba una mayor fragmentación política, pero no un resultado como el que estamos viendo... Dudo que hablemos de otra cosa, hay mucho nerviosismo".
Otra fuente consultada por Libre Mercado le quita hierro al asunto y confía en que el CEC demuestre su utilidad. "Si hemos creado esto es para poder adaptarnos a distintos escenarios. Nacimos en 2011, en plena crisis, y esto hay que sacarlo adelante, no podemos venirnos abajo ahora que empezaba a notarse la recuperación", explica.
El CEC ha sido especialmente cuidadoso a la hora de promover la adopción de reformas estructurales y de exigir un mayor grado de cumplimiento en los objetivos fiscales. A las grandes preocupaciones macroeconómicas se une el temor al daño que sufrirían las grandes empresas en el caso de que se apliquen las recetas económicas favorecidas por candidaturas de izquierda radical como las que han liderado Manuela Carmena en Madrid o Ada Colau en Barcelona.