En vez de combatir la contaminación y los problemas medioambientales con regulaciones políticas, los gigantes industriales de China han empezado a apoyarse en empresas de nuevo cuño cuyo negocio se centra en reducir las emisiones de sus clientes.
Así lo explica la revista Technology Review en un artículo en el que el empresario William Latta explica que, tras visitar por primera vez el gigante asiático, comprendió que "se iba a crear un mercado medioambiental" en el que la contaminación se combatiría a base de ofrecer servicios empresariales enfocados en dichas tareas.
A través de su empresa, LP Amina, Latta aplica derivados del amoníaco para recortar las emisiones de las chimeneas de las plantas de carbón.
Importante reducción de la contaminación
Este tipo de proyectos ha ayudado a que, en 2013 y 2014, los niveles de contaminación de las grandes ciudades chinas hayan caído de forma progresiva, como acreditan los datos de Greenpeace.
Este ritmo se ha mantenido en el primer cuatrimestre de 2015, con caídas de entre el 25% y el 31% en algunas de las emisiones medidas por el gobierno y las ONGs. Esto explica que el cielo de Pekín, Shanghai o Shénzen empiece a verse algo más despejado.
El gobierno chino también ha tomado cartas en el asunto y ha empezado a desmarcarse de las plantas energéticas y las industrias públicas menos respetuosas con el medio ambiente. Según Technology Review, "también ha contribuido el despliegue de depuradores industriales y de otras tecnologías anti-contaminantes, cuyo uso en occidente ya es una práctica estándar desde hace mucho tiempo".
Así, tal y como explica la revista, "el 90% de las plantas de carbón ya cuenta con controles básicos de emisiones contaminantes y, en lo que a gases de combustión se refiere, en 2020 se espera que China esté al mismo nivel de cumplimiento que EEUU y Europa".
En palabras de Latta, "esto supone un logro medioambiental importantísimo, pero los medios occidentales no han recibido la atención que merece".