España registró un déficit público del 5,8% del PIB en 2014, equivalente a algo más de 61.000 millones de euros, el mayor descuadre fiscal de la zona euro -exceptuando a Chipre, último país rescatado tras el colapso de sus sistema financiero- y el quinto a nivel mundial.
La acumulación de abultados déficits desde el estallido de la crisis ha triplicado el volumen de deuda pública en los últimos años, hasta rozar el 100% del PIB en 2014 (1,03 billones de euros), la cifra más alta desde principio del siglo XX, situando a España en el top ten de países con mayor endeudamiento estatal. De hecho, el sector público nacional precisa uno de los mayores ajustes del mundo.
Este insólito aumento ha contrarrestado el esfuerzo realizado por familias y empresas para reducir sus abultadas deudas, hasta el punto de que la deuda total de España (pública y privada), lejos de reducirse, ha crecido en cerca de 300.000 millones de euros durante la crisis.
Sin embargo, a todos estos datos, siendo graves, hay que sumar la deuda pública que no se ve, es decir, la que no se contabiliza de forma oficial a través del denominado procedimiento de déficit excesivo (PDE). España es uno de los países con mayor deuda oculta de toda la zona euro, y el problema es que no deja de crecer.
En concreto, el conjunto del Estado cerró el pasado año con un endeudamiento total de 1,52 billones de euros, equivalente al 144% del PIB, según las últimas cifras publicadas por el el Banco de España (BdE). Esto implica unos 492.000 millones de euros más que la cifra oficial de deuda pública.
Esa partida incluye, entre otras cosas, la deuda de las empresas públicas, el banco malo (Sareb), el Fondo de rescate bancario (Frob), el conjunto de avales y créditos comerciales del sector público, el Fondo de Reserva de la Seguridad Social (la famosa hucha de las pensiones) o los préstamos entre las distintas Administraciones -Fondo de rescate autonómico (FLA), mecanismo de pago a proveedores, etc.-...
La deuda oculta -o extraoficial- del sector público se ha disparado desde los 125.000 millones en 2007 hasta rozar los 492.000 en 2014, un aumento de 367.000 millones de euros, tras casi triplicarse durante la crisis.