Avance lleno de simbolismo el que acaba de lograr la plataforma Uber. De acuerdo con el portal Politico, Bruselas puede convertirse en la segunda ciudad europea que legaliza el empleo de esta novedosa aplicación de transporte.
La norma que permitirá el paso a la legalidad de Uber está siendo desarrollada por el concejal de Transporte, Pascal Smet. Se espera que en enero de 2016 haya entrado en vigor, permitiendo el inicio de actividad a unos 700 conductores que ya se han registrado en el servicio.
A cambio, la ley exigirá que la renta obtenida por el uso de Uber no constituya la primera fuente de ingresos. De esta forma, el Ayuntamiento espera evitar parte de las críticas que los taxistas dirigirán contra el nuevo marco que prepara la capital belga.
El año pasado, Bruselas llegó al extremo de prohibir el empleo de Uber, respondiendo a protestas y altercados similares a los que se vieron en ciudades como Madrid, París o Berlín. De hecho, en Alemania acaba de salir a la luz una resolución legal que prohíbe el uso de la plataforma y grava los posibles incumplimientos con fuertes multas.
El caso es que Bruselas no solamente quiere dar un vuelco de 180 grados en lo tocante a la legalización de Uber. En realidad, el Ayuntamiento también quiere liberalizar el sector del taxi, levantando el tope que frena la concesión de nuevas licencias.
En cualquier caso, la realidad del mercado ha ido muy por delante del marco normativo, ya que, a pesar de la prohibición, se estima que por cada dos taxis legales que operan en Bruselas hay un coche de Uber haciéndoles la competencia en la economía sumergida.
El 'palo' y la 'zanahoria'
Para los taxistas, el nuevo marco también supondrá otros cambios. Por ejemplo, los pagos tendrán que efectuarse con tarjeta de crédito y no en efectivo, ya que el Ayuntamiento sospecha que parte de los ingresos de la industria son ocultados sistemáticamente al Fisco.
Esta medida contrasta con otra más amable: a pesar de la legalización de Uber, solamente los taxis podrán circular por los carriles especiales que permiten esquivar los atascos. Por tanto, el municipio está jugando al palo y a la zanahoria para así garantizarse un cambio de paradigma menos polémico a nivel político.