Tras la luz verde otorgada por el Eurogrupo el martes, todo apunta a que la extensión del rescate heleno durante otros cuatro meses no tendrá grandes dificultades para ser aprobada en los próximos días por los parlamentos nacionales de algunos estados miembro que exigen dicho trámite, entre los que destacan Alemania, Holanda o Finlandia. El problema ahora, sin embargo, es que Atenas mantenga la estabilidad política necesaria para cumplir los compromisos acordados hasta abril.
Syriza no es un partido al uso, sino una coalición de diferentes formaciones de extrema izquierda, cuyo nexo en común es el rechazo al rescate, la austeridad y la supervisión de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Prolongar el actual programa de rescate otros cuatro meses, con la consiguiente aceptación de sus condiciones, ha convertido en papel mojado su programa electoral, y esta cesión amenaza con pasar factura al Gobierno de Alexis Tsipras.
La unidad interna que, hasta ahora, mostraba Syriza ha empezado a debilitarse tras el acuerdo alcanzado con el Eurogrupo. Algunos destacados miembros de la coalición ya han lanzado duras críticas a Tsipras, como es el caso de los eurodiputados Manolis Glezos o Sofia Sakorafa, pero no han sido los únicos. En las últimas horas, se han sumado nuevas voces discordantes en el seno de la coalición de izquierda radical, y algunas son muy relevantes.
El ministro de Reconstrucción Productiva, Medio Ambiente y Energía, Panaghiotis Lafazanis, ha advertido este miércoles que suspenderá las privatizaciones previstas en el sector eléctrico, a pesar de que el proceso de venta ya estaba en marcha, lo cual contradice la lista de reformas que acaba de asumir Atenas con el Eurogrupo. Se trata, por tanto, de la primera señal de disidencia interna, no ya en Syriza, sino en el Gobierno de Tsipras.
Cabe recordar que Lafazanis es uno de los líderes marxistas que aboga por declarar la suspensión de pagos en Grecia y su salida del euro. Por su parte, el ministro para la Reforma Administrativa, Giorgos Katrougalos, avanzó recientemente que renunciaría a su cargo "si no se respetaran nuestras líneas rojas", las cuales, sin embargo, han sido vulneradas, una a una, por Tsipras.
División en el Gobierno y en Syriza
A nivel de partido, también está surgiendo un creciente número de críticas. Stathis Kouvelakis, miembro del comité central de Syriza, afirma en una carta abierta publicada el martes que la estrategia de Tsipras "ha fracasado miserablemente", aunque advierte de que "no es tarde para evitar la derrota total".
Tras calificar el acuerdo con el Eurogrupo de "rendición precipitada", indica que la estrategia del "euro bueno" ha fallado, ya que ha supuesto renunciar a los ejes programáticos básicos del partido: quitas sobre la deuda, implementación de su programa económico, anulación del actual rescate y sus condiciones, fin a la supervisión de la troika...
El error del primer ministro, según Kouvelakis, ha consistido en excluir la posibilidad de adoptar "acciones unilaterales" por parte de Grecia, tales como "la suspensión de pagos y, más aún, la salida del euro". La clave es que Tsipras ha tenido más miedo al "Grexit" (salida del euro) que sus interlocutores comunitarios, y, como consecuencia, Atenas se quedó "sin herramientas de negociación".
El acuerdo firmado con el Eurogrupo pone punto y final a la estrategia de Tsipras de alcanzar "una solución positiva dentro del euro o, para ser más exactos, una solución positiva a toda costa dentro del euro", según aclara este destacado miembro de Syriza.
Por ello, continúa, "si queremos evitar una segunda, y esta vez decisiva, derrota […], tenemos que mirar la realidad de frente y hablar el lenguaje de la honestidad. El debate sobre la estrategia a seguir debe reiniciarse sin tabúes y sobre la base de las resoluciones adoptadas en el Congreso de Syriza, que, desde hace algún tiempo, se han convertido en iconos inofensivos".
Así pues, lo que defiende Kouvelakis, en el fondo, no es más que exigir de nuevo el cumplimiento de todas y cada una de las promesas electorales de Syriza, aunque ello implique, en última instancia, abandonar la Unión Monetaria.
En la misma línea se ha manifestado Costas Lapavitsas, otro influyente miembro de la cúpula de Syriza, al señalar que tanto él como otros compañeros de partido tienen "profundas preocupaciones" acerca de la deriva que está adoptando el Gobierno de Tsipras.
"Estos momentos son absolutamente cruciales para la sociedad, la nación y, por supuesto, la izquierda. La legitimación democrática del Gobierno se basa en el programa de Syriza", advierte en su blog. Reclama la apertura de un profundo debate interno en la formación y en el grupo parlamentario sobre el acuerdo alcanzado con el Eurogrupo, "con el fin de conservar el gran apoyo que nos ha dado el pueblo griego. Las respuestas que se den en los próximos tiempos van a decidir el futuro del país y de la sociedad".
Lapavitsas, que también es profesor de Económicas, apuesta, igualmente, por la salida del euro. En uno de sus últimos libros, bajo el título Crisis en la eurozona, Lapavitsas afirma que la austeridad europea es contraproducente y defiende que los países más débiles abandonen el euro e impaguen sus deudas.
Una mayoría ajustada
La extensión del rescate y el cumplimiento de sus condiciones precisará de una mayoría estable en el Parlamento griego. La coalición formada por Syriza y Griegos Independientes cuenta con 162 escaños de un total de 300 y, dadas las crecientes críticas internas que está generando el acuerdo con el Eurogrupo, su ejecución definitiva podría naufragar en caso de que Tsipras sea incapaz de convencer a sus diputados más escépticos.
Fuentes del Ministerio de Finanzas griego admiten en privado que, efectivamente, ya están surgiendo las primeras fisuras en el seno de la formación sobre la estrategia a seguir, y que Syriza podría tener dificultades para implementar el acuerdo. Una parte relevante de este partido defiende abiertamente abandonar la Unión, pero el problema, al menos por el momento, es que la mayoría de los griegos está a favor de mantenerse dentro del euro.
Además, no es probable que Tsipras logre apoyos entre los partidos de la oposición. Nueva Democracia y Pasok han criticado el acuerdo alcanzado por Syriza, el Partido Comunista de Grecia ha convocado protestas en la calle en contra del Gobierno y los nazis de Amanecer Dorado tampoco están dispuestos a prestar sus votos. Tras la polémica negociación de las últimas semanas con la troika, Tsipras tendrá ahora que convencer a los suyos en casa para cumplir lo estipulado por el Eurogrupo.
Aún no hay un calendario claro sobre cuáles serán las primeras leyes y medidas que se aprobarán y hasta qué punto el Gobierno griego dará marcha atrás o suavizará algunos de sus proyectos. Pero el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, insistió este miércoles en que Atenas sólo ha conseguido "más tiempo" para cumplir con el plan de rescate vigente, por lo que si no corrobora "con cifras" la lista de reformas presentada al Eurogrupo no recibirá nuevos pagos.
"No se pagará ni un euro de antemano", garantizó en una entrevista en la emisora regional SWR antes de que el Parlamento alemán vote este viernes la prórroga del programa de rescate. "No es fácil para Grecia, pero tampoco es fácil para otros países. Nadie puede vivir de manera permanente por encima de sus posibilidades", recalcó el ministro.