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Manuel Llamas

Cinco razones para echar a Grecia del euro

Sería suicida, además de injusto, que los socios del euro cedan al chantaje de unos trileros y manirrotos con el dinero de todos los europeos.

Con independencia de lo que ocurra, finalmente, en el particular juego del gallina que ha vuelto a plantear el Estado heleno al resto de sus socios comunitarios, Grecia debería ser expulsada de la zona euro cuanto antes, ya que ha demostrado sobradamente que es un cáncer mortal para el presente y el futuro de la Unión Monetaria.

Imagínese por un momento que la estructura de la moneda única es una comunidad de vecinos, con sus reglas, obligaciones y facturas. Atenas, en este caso, sería el típico inquilino ruidoso y maleducado que, no contento con molestar al resto con sus fiestas nocturnas durante los fines de semana, se niega a pagar los recibos de la comunidad, al tiempo que mantiene un alto nivel de vida a costa, eso sí, de pedir dinero a los bancos. Sin embargo, cuando el director de su sucursal, consciente de que la deuda pendiente jamás será devuelta, decide cerrarle el crédito, el vecino griego, lejos de reducir los suntuosos gastos y trabajar más horas para incrementar los ingresos con el fin de abonar sus facturas e ir amortizando deuda, decide amenazar al resto de propietarios con quemar el edificio para que sean ellos quienes sufraguen todos sus recibos e incluso se hagan cargo de la deuda pendiente con el banco.

Si esto le sucediera a cualquiera de ustedes en la vida real, lo lógico y razonable es que acudieran de inmediato a la comisaría más cercana a denunciar a ese sinvergüenza con el propósito de echarle a patadas del edificio, previa reclamación de daños y perjuicios. Pero, al tratarse de un Estado, parece que está todo justificado, cuando, en el fondo, la analogía es casi idéntica.

Lo que están haciendo los griegos no es más que un deleznable ejercicio de extorsión al resto de europeos para seguir viviendo de prestado cómodamente a costa del dinero de los demás. De hecho, el chantaje heleno es, si cabe, aún más sangrante por las siguientes razones.

1. Porque es el peor pagador del mundo

Grecia es, de lejos, el peor pagador del mundo. Desde que logró la independencia a principios del siglo XIX, el Estado heleno ha quebrado un total de seis veces y se ha pasado casi la mitad del tiempo, más de 90 de los últimos 190 años, en situación de quiebra o en pleno proceso de reestructuración de deuda (alargando vencimientos y abonando menores tipos de interés) para, al menos, poder devolver parte de los préstamos a sus acreedores.

Dicho de forma simple y llana, los políticos griegos (y, por extensión, los votantes que los apoyan) son unos caraduras y unos morosos empecinados. Así pues, no se trata de algo puntual, un impago sobrevenido por culpa de una fuerte crisis o un período excepcional de inestabilidad política y social, sino de un mal comportamiento recurrente, consistente en quebrantar, una y otra vez, la palabra dada y los compromisos adquiridos.

2. Porque nunca ha cumplido las reglas del euro

Lo grave es que esta actitud indecente no se ha visto reducida un ápice tras su introducción en el euro, ni mucho menos. El Gobierno heleno entró en la moneda única haciendo trampas, ya que maquilló sus cuentas públicas mediante una compleja ingeniería financiera para reducir de forma artificial y maniquea su déficit y su deuda pública. Y una vez dentro, aprovechó los bajos tipos de interés y la abundancia de crédito barato que le propició el paraguas de la Unión para disparar su gasto público, ocultando bajo la alfombra parte de su insostenible endeudamiento a base de mantener e intensificar sus vergonzosos artificios estadísticos.

Además, Grecia jamás ha cumplido las reglas más básicas de la moneda única. Esto es, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que obliga a los estados miembro a registrar un déficit máximo del 3% anual y deuda máxima del 60% del PIB. Es cierto que muchos países han incumplido este principio esencial de prudencia presupuestaria, pero Atenas se lleva la palma, ya que su agujero fiscal se ha situado en una media del 7,2% entre 2000 y 2010, mientras que su deuda ha superado ampliamente el umbral del 100% del PIB.

¿Y en qué han gastado toda esa ingente cantidad de dinero? En financiar una estructura estatal elefantiásica, caracterizada, entre otras cosas, por su extendida corrupción funcionarial, su profunda podredumbre política y sus amplias redes clientelares. Más de la mitad de la economía griega dependía, de una u otra forma, de maná estatal, pero, a diferencia de otros países, su desbocado gasto público se financió a base de deuda, sin necesidad de contar con una economía competitiva capaz de crear la riqueza suficiente como para sostener ese pesado edificio público en pie.

Así pues, el origen de la tragedia griega, muy al contrario de lo que defienden Syriza o Podemos, no radica en la pretendida austeridad, sino en su desbocado e insostenible sector público. Grecia fue el país de la UE que más aumentó su gasto público real (un 80% entre 1996 y 2008) y su deuda pública (un 400% superior a sus ingresos públicos en 2011) durante los felices años de la burbuja crediticia.

3. Porque no quieren pagar

En la actualidad, su deuda asciende al 175% del PIB. Muchos se agarran a este dato para explicar que su devolución es imposible, justificando así la necesidad de aplicar una nueva quita, tras las dos reestructuraciones aplicadas durante la presente crisis. El problema, sin embargo, no radica en su pesada deuda, ya que Atenas disfruta de unas condiciones financieras más ventajosas que España e, incluso, la todopoderosa Alemania, sino en su ausencia total de voluntad para cumplir lo pactado.

Grecia puede pagar, pero no quiere. He ahí el drama. Y la prueba más evidente es la elección de Syriza por parte del pueblo heleno, un partido de ideología comunista, cuyo programa pretende repetir, punto por punto, la ruinosa senda de despilfarro público, improductividad económica e irresponsabilidad política que les ha llevado directos a la quiebra.

De poco sirve que el acreedor facilite los pagos o condone parte de la factura pendiente si el deudor no tiene intención alguna de pagar. Mantener las reformas y la sana, aunque impopular, senda de austeridad que exige la troika es la única fórmula viable que existe para amortizar la deuda, ya que la finalidad última del famoso memorando de rescate es que Grecia registre superávit fiscal y superávit exterior.

4. Porque pretenden vivir a costa de los demás

Los griegos, sin embargo, pretenden justo lo contrario. Su intención no es otra que regresar al perverso e insostenible círculo de endeudamiento previo -y sus vergonzosos ejemplos- solo que, ahora, a costa de los contribuyentes europeos, ya que los inversores, con toda la lógica del mundo, no se arriesgan a seguir prestando dinero.

Lo que está exigiendo Atenas, básicamente, es un cheque en blanco para gastar a placer la riqueza que generan los socios ricos del norte. Es decir, robar, chantajear y extorsionar al resto de europeos bajo la amenaza de desatar el caos si son expulsados del euro.

5. Porque no se lo merecen

Pero, más allá de datos y cifras concretas, Grecia no se merece estar en el euro por la sencilla razón de que su pueblo no comparte los principios y valores más básicos de la UE: democracia, libertad y derechos humanos.

Basta observar los últimos resultados electorales para percatarse de esta triste realidad. Más del 50% de los votos ha ido a parar a formaciones de perfil totalitario y liberticida, como es el caso de Syriza, el Partido Comunista, los nazis de Aurora Dorada o los nacionalistas radicales de Griegos Independientes. Formaciones que, en mayor o menor medida, se declaran abiertamente antieuropeístas.

En definitiva, si Grecia no quiere pagar sus deudas, no quiere cumplir las reglas del euro y, además, reniega de la UE, ¿qué razón hay para que se quede? Ninguna. Grecia debe salir por su propio pie o, directamente, ser expulsada. Nadie obligó a los griegos a aceptar el euro y, por tanto, son libres de marcharse. Lo que no tiene sentido y, además, resultaría injusto, aparte de suicida, es que el resto de estados cedan al chantaje de unos trileros y manirrotos con nuestro dinero.

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