España ha conseguido mantenerse entre las cincuenta economías más libres del mundo, de acuerdo con el Índice de la Fundación Heritage. Sin embargo, el puesto 49 alcanzado por nuestro país en la última edición de este ranking se queda muy lejos del resultado cosechado por otras economías desarrolladas.
El flojo resultado obtenido por España coloca a nuestro país a la altura de Jamaica o Eslovaquia. Por el contrario, otras economías desarrolladas sí consiguen entrar en los puestos de honor del índice: es el caso de Nueva Zelanda, Australia, Suiza, Canadá, Chile, Irlanda o Estonia, que comparten los diez primeros puestos del estudio con pequeñas jurisdicciones como Hong Kong, Singapur o las Islas Mauricio.
Oras economías de la OCDE reciben una peor evaluación pero igualmente consiguen encaramarse a los primeros treinta puestos de la lista. Es el caso de Dinamarca (11º), EEUU (12º), Reino Unido (13º), Alemania (16º), Holanda (17º), Finlandia (19º), Japón (20º), Luxemburgo (21º), Suecia (23º), Noruega (27º) o Austria (30º).
La calificación global que alcanza España en el índice llega a 67,6 puntos, lo que sitúa a nuestro país un 21% por debajo de la media alcanzada en las economías más liberales del mundo, cuya calificación se mueve en los 84,6 puntos.
Desaguisado fiscal y corrupción
Analizando categoría por categoría, España sale especialmente mal parada debido a los escándalos de corrupción, las subidas de impuestos, el gasto público y la rigidez laboral. Si la calificación media alcanzada por nuestro país llega a 67,6 puntos, en estas categorías se queda en 59, 53,40 y 53, respectivamente.
De estos cuatro factores, hay dos que han experimentado un fuerte deterioro desde que estalló la crisis. El primero es el gasto público, cuyo aumento ha recortado la evaluación de la Fundación Heritage desde los 56 puntos de 2008 hasta los 40 de 2015. El segundo es la corrupción, indicador en el que España ha visto rebajada su calificación de 68 a 59 puntos a lo largo del mismo periodo. Así, si España hubiese congelado el gasto y si la lucha contra la corrupción hubiese arrojado mejores frutos, el resultado general de España habría mejorado sustancialmente, pasando del puesto 49 al 36.
Tirón de orejas
El Índice 2015, distribuido por la Fundación Heritage junto con el Wall Street Journal, menciona a nuestro país como un ejemplo de distorsión en el mercado de la energía. "El déficit de tarifa llegó a los 41.000 millones de dólares en 2014, lo que equivaldría a 850 dólares por cada español. Este descuadre oculta el verdadero precio de las utilidades, evitando una mayor transparencia sobre el coste de las energías renovables y alimentando un continuo aumento de precios y de impuestos especiales", explica el informe.
Ejemplos como el del mercado energético apuntalan la crítica de Heritage al rumbo de la política económica española. El tirón de orejas no es para menos, ya que nuestro país ha caído del puesto 29 registrado en 2009 al escalón 49 alcanzado en 2015. Cierto es que nuestro país ha mejorado su puntuación en 2015, pero el aumento es de apenas 0,4 puntos, lo que deja España en el mismo puesto registrado el año pasado.