Los portavoces del PSOE y de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid, Jaime Lissavetzky y Angel Pérez, le han pedido hoy a Ana Botella, que no firme nada con el magnate chino Wang Jianlin, cuya presencia se espera esta semana en la capital para seguir negociando la posibilidad de construir un gran complejo residencial, comercial y de ocio en la capital de España.
El motivo que esgrimen es bastante peregrino; consideran que la alcaldesa no debe tomar ninguna decisión que pueda hipotecar al nuevo regidor o regidora que salga de las próximas elecciones municipales. Es decir, que Ana Botella tiene que quedarse cruzada de brazos, no puede hacer absolutamente nada hasta el mes de mayo, no puede tomar decisión alguna sólo porque lo dicen ellos. Pero ¿desde cuándo no puede ejercer de alcaldesa? ¿desde el mismo momento que anunció que no iba a presentarse a las elecciones, lo que ocurrió el pasado mes de septiembre? ¿Desde hace tres meses? ¿Desde hace un mes? ¿Dónde situamos el momento exacto a partir del cual un político con responsabilidades de gobierno está inhabilitado para tomar decisiones sólo porque ha dicho que no se va a presentar a la reelección?
Pero es que además a Jaime Lissavetzky y a Angel Pérez habría que recordarles, sin ir más lejos, que el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, siguió tomando decisiones -cuyas consecuencias seguimos padeciendo a día de hoy- después de haber anunciado que no concurriría a las elecciones generales del año 2011. Y entonces ni el socialista ni el comunista consideraron que ZP debía dejar pasar los meses que le quedaban de mandato sin hacer nada.