La figura de Draghi vuelve a estar en boca de todos. En un momento en el que el Banco Central Europeo (BCE) se prepara para lanzar una nueva ronda de estímulos monetarios, consistente ahora en comprar deuda pública -Quantitative Easing, (QE)-, regresan de nuevo los rumores de que Draghi podría abandonar la presidencia de la institución.
Este debate surgió hace escasas semanas, después de que el pasado octubre el jefe del Bundesbank, Jens Weidmann, criticara públicamente el nuevo rumbo del BCE, pero la polémica continúa viva. Según informa ahora The Fiscal Times, Draghi parece dispuesto a abandonar Frankfurt y volver a su Italia natal a la primera oportunidad que tenga. De hecho, la salida podría acontecer tan pronto como el próximo enero, dependiendo de una serie de circunstancias tanto en el BCE como en Roma, según las fuentes consultadas.
"Draghi quiere salir, harto y frustrado por Berlín", afirman. La laxa política monetaria que ha llevado a cabo ya había cosechado fuertes críticas en el pasado por parte los halcones del todopoderoso banco central alemán, pero su intención de lanzar a toda costa un QE europeo, a imagen y semejanza de la FED, el Banco de Inglaterra o el de Japón, habría intensificado aún más la división interna que sufre la institución. Su salida podría ser aprovechada por Draghi para emprender la carrera presidencial en Italia, según estas mismas informaciones.
'Cisne negro'
Este hipotético acontecimiento es, casualmente, uno de los cisnes negros (factores imprevistos) que contemplan los analistas de Saxo Bank para 2015. El economista jefe de la firma de inversión, Steen Jakobsen, resalta en este sentido que "es probable que Draghi haya alcanzado el límite de lo que puede hacer", tras anunciar el nuevo plan de compra masiva de deuda soberana.
Así, tal y recoge Expansión, en Saxo Bank van más allá, y se plantean si la "verdadera sorpresa el próximo año" sería que "Renzi y Napolitano pidieran a Draghi que volviera a casa para salvar el proceso de reforma y garantizar un mandato con amplio respaldo para que Italia salga por fin del bache y que Jens Weidmann asuma la presidencia del BCE en un acuerdo de quid pro quo que lleve al Bundesbank/Alemania a permitir un leve programa de relajación cuantitativa bajo la supervisión de un presidente alemán y no de un miembro de los países mediterráneos".
Es decir, Draghi dejaría en cargo y sus sustituto sería Weidmann, mucho más ortodoxo, para poder controlar mejor la puesta en marcha del polémico QE europeo.