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Las autonomías gestionan un 50% más de ingresos fiscales que los länder alemanes

Desde La Moncloa sólo se maneja el 22% de los ingresos públicos; mientras, los ejecutivos regionales tienen el 32% y los ayuntamientos el 10%.

España es, junto a Canadá, el país más descentralizado del mundo. Al menos desde el punto de vista de gestión de los ingresos fiscales. Según los datos publicados este miércoles por la OCDE, el Gobierno central español sólo controla el 22,3% del dinero recaudado vía impuestos. Es el menor porcentaje entre todos los países de la OCDE, el club que agrupa a los países más ricos del planeta. Enfrente, los ejecutivos regionales manejan el 32,2% de los ingresos fiscales. Sólo las regiones canadienses, con un 40%, superan esta cifra.

Las cifras de ingresos por impuestos del sector público español arrojan algunos datos llamativos. Así, como comentábamos, somos el país en el que más ha caído la recaudación entre 2007 y 2013 tras Israel. En prácticamente todas las figuras impositivas se han derrumbado los ingresos, mucho más de lo que sería normal por el desplome en la actividad económica.

Pero además, en las estadísticas de la OCDE hay otras cifras destacadas. Por ejemplo, en lo que hace referencia al reparto de los ingresos públicos por tipo de gobierno. La publicación distingue entre tres tipos de países: federales, regionales y unitarios. Y España ocupa, en solitario, el segundo de los grupos. No hay ningún otro país "regional" en la tabla.

Pero no sólo eso llama la atención: el Gobierno central español apenas gestiona el 22,3% de los ingresos que se recaudan vía impuestos. Es la menor cifra de los 34 países de la lista.

Es cierto que el criterio de división puede llevar a cierta confusión, porque los autores separan entre Gobierno central, regional, local y Seguridad Social. En este sentido, hay países que no tienen un sistema de Seguridad Social diferenciado y pagan las pensiones vía presupuestos. Por eso, podríamos sumar la categoría Gobierno central y Seguridad Social y asumir que toda esa parte corresponde al Gobierno central.

Tampoco cambia mucho la cosa para España. Sumando ambos conceptos, se alcanza el 57,4% de los ingresos. Sólo en Canadá este porcentaje es inferior, con el 50,5%. En realidad, el país norteamericano es el único que puede decirse más descentralizado que España en términos de gasto público. Sus regiones controlan el 40% de los ingresos impositivos y sus ayuntamientos el 9,5%. Mientras, las autonomías españolas se quedan en el 32,2% y los municipios el 9,9%.

Por comparar, los cantones suizos tienen el 24,6%, los länder alemanes el 21,6% y los estados de EEUU el 20,6%. No es una diferencia menor, implica que las autonomías gestionan un porcentaje de los ingresos un 50% superior a lo que manejan los famosos estados federales germanos.

OCDE: reparto de ingresos por nivel de gobierno

En lo que hace referencia al caso español, destacan dos peculiaridades. En primer lugar, el cambio en las cifras en las últimas dos décadas. En 1995, entre el Gobierno central y la Seguridad Social controlaban más del 86% de los ingresos de los impuestos. En aquel año, las regiones apenas tenían el 4,8% de los recursos fiscales. Desde entonces, las tornas han cambiado por completo, algo en lo que nuestro país se diferencia de sus vecinos. El porcentaje en manos de los lander germanos o los cantones suizos prácticamente no ha cambiado.

En segundo lugar, hay una característica del modelo español que, aunque no aparece en la tabla, también lo diferencia de los países denominados federales. Aquí la descentralización se sustancia fundamentalmente por el lado de los gastos. El Gobierno central sigue manejando buena parte de los ingresos y aprobando la mayoría de la legislación tributaria. Luego redistribuye a las regiones a través del famoso y muy poco transparente sistema de financiación autonómico.

Así, tenemos una administración central que aprueba los impuestos y los recauda y una administración regional que aplica los programas de gasto. En España se ha hablado mucho de federalismo asimétrico, pero seguramente no en el sentido que realmente tiene. En este sentido, ha habido varias propuestas en los últimos años que han incidido en que no se puede mantener un sistema tan desequilibrado. Si una administración quiere asumir la parte buena (el gasto), también debe cargar con la mala (los impuestos). Luego, además, habrá que discutir qué porcentaje tendrá que gestionar cada nivel del Gobierno y si es normal que las regiones manejen uno de cada tres euros que se cobran vía impuestos.

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