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El creciente coste de las pensiones amenaza al sur de Europa

Los países del sur de Europa presentan un cóctel explosivo: pensiones relativamente generosas, elevado peso en el gasto y deuda pública disparada.

Pagar las pensiones del futuro no será sencillo. Todos los países occidentales harán frente en las próximas décadas a una complicada situación financiera relacionada con el envejecimiento de su población.

La esperanza de vida crece y los derechos adquiridos durante la vida laboral son mayores (trabajamos más y cotizamos por cantidades más altas). Mientras, los trabajadores del futuro, los que deberían soportar sobre sus espaldas el peso de esta carga cuando llegue 2030 y 2040, no han nacido y ya no lo harán.

Este lunes, la OCDE (el club que agrupa a los países más ricos del planeta) publicaba su informe de 2014 sobre el futuro de las pensiones. Las conclusiones generales son las previsibles: serán necesarias más reformas, habrá que subir la edad de jubilación, hay que incentivar los planes privados como complementos a los públicos y es necesario aumentar la proporción de trabajadores mayores de 50 y 60 años que se mantienen activos.

El problema es que no todos los países están en la misma situación. Es cierto que las recetas son más o menos las mismas para todos, pero la dosis cambiará en función de las cifras que presente cada uno: el número de jubilados, su tasa de natalidad, su tasa de empleo, la sostenibilidad general de sus cuentas o la generosidad del sistema público de pensiones.

Un vistazo a los grandes gráficos del informe de la OCDE puede servir de aviso. Los países más golpeados por la crisis (Grecia, Portugal, Italia y España: los famosos PIGS) también están entre los que requerirán un ajuste más pronunciado en su sistema de pensiones.

Por ejemplo, como puede verse en el siguiente gráfico, Italia, Grecia y Portugal son los tres países que dedican una mayor parte de sus ingresos públicos al pago de pensiones. España está en el noveno puesto, algo mejor pero también claramente por encima de la media.

Gasto en pensiones sobre gasto público (OCDE)

Los jubilados de estos países tienen un doble motivo de preocupación. No es sólo que sus gobiernos dediquen una mayor parte de su presupuesto al pago de sus pensiones, es que además sus finanzas públicas están al límite de su sostenibilidad. Lo estaban antes de la crisis y no han mejorado precisamente tras ésta. El siguiente gráfico es muy significativo:

Deuda pública 2007-2013 (OCDE)

Si tienes una deuda superior al 100% del PIB, parece claro que no podrás permitirte muchas alegrías. En este sentido, en algunos países se plantean destinar parte de su gasto presupuestario al pago de pensiones, para complementar los ingresos de su sistema de Seguridad Social.

Para los PIGS no será tan sencillo. Si acaso, su futuro apunta a la reducción del gasto público. Y si un porcentaje tan alto está dedicado al pago de pensiones, parece complicado que esta partida no se vea afectada. Además, hay que tener en cuenta que estos países también están por encima de la media en lo que hace referencia a la tasa de reposición (porcentaje del último salario que cubre la pensión).

En este escenario, la única solución posible para los sistemas públicos pasa por un incremento de los ingresos que complemente a la contención en el gasto. Esta parte se conseguirá con las recetas clásicas: subir la edad de jubilación, incrementar los requisitos para acceder a las pensiones máximas o reducir la tasa de reposición.

De lo que no se habla tanto es del primer punto (incrementar los ingresos). Más allá de tener a los trabajadores más años en la brecha, alargando el momento del retiro, la idea pasa por mejorar la productividad y los salarios, para incrementar las cotizaciones y los impuestos. La segunda parte sería subir la tasa de empleo: el porcentaje de personas entre 16 y 64 años que están activas y trabajando.

En esto sí tienen margen los países del sur de Europa. De hecho, Grecia, España, Italia y Portugal están entre los miembros de la UE con menores tasas de actividad y empleo. Las causas son variadas (desde la falta de atractivo del mercado laboral hasta la menor incorporación de la mujer al mismo), pero las consecuencias son las mismas: hay menos trabajadores y menos ingresos para las arcas públicas. Por ejemplo, en 2013, según Eurostat, la Eurozona tenía una tasa de empleo media del 63,5%, que contrasta con la de Grecia (49,3%), España (54,8%), Italia (55,6%) o Portugal (61,1%).

La crisis y su efecto en el paro ha tenido que ver, pero el problema no está sólo ahí. En 2007, estos países ya estaban en la parte inferior de la estadística. Como apuntamos, tienen mucho margen de mejora en temas como la tasa de empleo femenina o el porcentaje de mayores de 50 años que siguen trabajando.

Todos los sistemas públicos de pensiones, como puede verse en el siguiente gráfico, dispararán su peso en el gasto público en las próximas décadas. Por eso, cuanto más se haga por el lado de los ingresos, menos dolorosos y más paulatinos, serán los ajustes.

Gasto en pensiones en 2050 (OCDE)

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