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Cristina Losada

¿Por qué va a pagar Alemania si la culpa es de "la casta"?

Si la culpa de la postración española recae sobre los políticos nacionales, ¿por qué diablos tiene que pagar las consecuencias el pensionista de Hamburgo?

Si la culpa de la postración española recae sobre los políticos nacionales, ¿por qué diablos tiene que pagar las consecuencias el pensionista de Hamburgo?

Se discute si un programa económico que no es programa, ni por el fondo ni por la forma, es socialdemócrata auténtico o anticapitalismo de siempre maquillado para la ocasión. Tan inusual interés por un documento de esa clase, cuando nadie suele leer íntegros los programas de los partidos (ni siquiera, me temo, sus dirigentes), obedece a la curiosidad por la criatura política que ha pasado de la nada a una considerable intención de voto en pocos meses. Dónde ubicarlos y dónde se quieren ubicar es, pues, cuestión candente. A mí, sin embargo, ante el híbrido producto de los catedráticos Vicenç Navarro y Juan Torres López, que es una mezcolanza de arengas y análisis, me ha asaltado una contradicción. Una que lleva dentro la retórica con la que ha ganado adeptos el podemismo.

El asunto es el siguiente: si la causa de la crisis española es que han gobernado unos "golfos" y no gente decente; si nuestros males provienen de la incompetencia de esa "casta" y de que haya robado a espuertas; si fueron "ellos", "los de arriba", los que nos abocaron a un modelo productivo defectuoso e impulsaron una expansión basada en un gigantesco endeudamiento…Bien, si todo eso es así, entonces, no tienen sentido ni las diatribas contra Alemania ni las exigencias de que apoquine para sacarnos de la crisis, que salen de las mismas bocas que las soflamas anteriores. Por insistir y resumir: si la culpa de la postración española recae sobre las espaldas de los políticos que han gobernado durante estas décadas, ¿por qué diablos tiene que pagar las consecuencias el pensionista de Hamburgo?

El demagogo, lo sabemos, no se siente nunca limitado ni por la realidad ni por las contradicciones en las que incurre. Así, en los platós españoles puede uno designar como culpable de todo a la "casta" autóctona, y en el hemiciclo europeo lanzar la misma acusación sobre Alemania y afirmar que los pueblos del sur de Europa deben liberarse de su yugo, porque es su afán colonizador el que los mantiene empobrecidos. Esta aplicación a la UE del viejo esquema de la vieja izquierda latinoamericana, que fue naturalmente asumido por el populismo, late aquí y allá en el texto de los gurús económicos de Podemos, que a pesar del intento de dotarse de un lenguaje de expertos, nos trae por momentos en su prosa-sermón el recuerdo de Las venas abiertas de América Latina.

Se preguntan en aquel texto, y más de una vez, pues en él todo se repite como el ajo, si hay alternativas. En efecto, las hay. Hay alternativas al populismo castizo a la hora de afrontar los problemas generados por el deficiente diseño del euro. Las había, por ejemplo, en un documento firmado por 17 economistas europeos (dos españoles entre ellos) que se publicó en julio de 2012. Allí explicaban por qué los líderes de los países europeos con superávit debían convencer a sus votantes de que un reparto de los costes no sólo era necesario para detener la crisis, sino que también era justo. Lo era, decían, porque "todos los países que participaron en este diseño [el del euro] y formaron parte del boom de endeudamiento y préstamos" venían a ser corresponsables de la crisis. Pero esto, claro, es una explicación razonada, una demanda fundada, un recordatorio de la interdependencia. O sea, lo contrario de la agitación demagógica, cuyo propósito, huelga decir, no es proponer soluciones posibles a problemas complejos.

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