La economía mundial podría estar entrando en un nuevo período de ralentización. Son varios los expertos que en las últimas semanas han alertado sobre la posibilidad de una nueva recaída. Esta semana, en Washington, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial celebrarán su cumbre anual. Ministros, expertos, cargos de organizaciones internacionales: serán cientos las personas que se reúnan con el objetivo de ofrecer un diagnóstico sobre la situación actual y algunas soluciones para el futuro cercano.
Como adelanto, el FMI ha presentado este martes la edición de otoño de 2014 de sus perspectivas económicas para la economía mundial. El diagnóstico no es especialmente tranquilizador. Según los expertos del organismo, todo apunta a una ralentización del ritmo de crecimiento. Prácticamente todas las regiones del mundo experimentarán un empeoramiento en su situación. Los emergentes y la Eurozona son los que más preocupan. Eso sí, al menos hay un motivo para el optimismo: España es uno de los pocos países que ve mejoradas sus previsiones respecto a las de junio. Ahora habrá que comprobar si se cumplen.
Estos pronósticos hay que cogerlos con pinzas, entre otras cosas porque los expertos del Fondo han demostrado en numerosas ocasiones su falta de tino. Pero sí pueden servir como indicador del estado de ánimo mayoritario entre los economistas y los gobiernos. Así, lo más importante no es tanto la cifra de crecimiento para la economía mundial (3,3% en 2014 y 3,8% para 2015) como la reducción en casi medio punto respecto a lo que se preveía en abril de este mismo año. Esa corrección indica claramente que el actual estado de ánimo es pesimista.
En este sentido, destaca el dato de España. El FMI apuesta por un crecimiento del 1,3% para este año y del 1,7% para el año que viene. En ambos casos, es una décima más de lo que se preveía en junio. No es mucho, pero es significativo, porque es uno de los pocos países en los que la revisión es al alza. Por ejemplo, para Francia o Italia el FMI prevé un crecimiento un medio punto inferior a lo que planteaba en junio. De hecho, la Eurozona es, como apuntamos anteriormente, una de las regiones que más preocupan. La previsión es del 0,8% para este año y del 1,3% en 2015, un 0,3% y 0,2% menos de lo apuntado en junio.
Olivier Blanchard, el economista jefe del FMI, explica en su carta de presentación del informe que hay tres elementos que añaden riesgo a la situación actual. En primer lugar, "el largo período de bajos tipos de interés ha llevado a la búsqueda de la rentabilidad y los mercados financieros han podido ser demasiado complacientes con el futuro". Es decir, que la rebaja en los tipos ha podido llevar a muchos de los inversores a tomar apuestas con demasiado riesgo, que ahora, cuando se enfría la coyuntura, presentan su potencial destructivo.
El segundo motivo de preocupación es geopolítico. Ucrania y Oriente Medio han pasado a estar en todas las portadas y eso tiene su repercusión en el ánimo de los mercados. Blanchard recuerda que los precios internacionales de la energía todavía no se han visto demasiado afectados por la tensión en estas regiones del mundo, pero "claramente esto podría cambiar en el futuro, con implicaciones mayores para la economía mundial".
En tercer lugar, el economista recuerda que existe un fuerte riesgo de que la Eurozona "se estanque", mientras su demanda interna se debilita aún más. Esta situación, junto a la baja inflación, podría generar en deflación: "Creemos que los fundamentales de la Eurozona están mejorando lentamente. Pero si tal escenario apareciese [la recesión en esta región] éste sería la cuestión más importante a la que haría frente la economía mundial".