La Presidencia Federal de Alemania tiene un rol principalmente institucional. Comparable, en cierto sentido, con la Casa Real Española, el principal cometido de esta instancia es el de ejercer la Jefatura de Estado desde un planteamiento principalmente representativo.
Sin embargo, el actual presidente del país teutón está dispuesto a llevar al límite su capacidad de influir en la política alemana. Joachim Gauck ha reconocido públicamente que, mientras ocupe un cargo así, debe quedarse al margen de los debates políticos cotidianos. Sin embargo, también ha expresado su voluntad de transmitir a la sociedad alemana los valores centrales del liberalismo clásico que tan buenos resultados ha ofrecido a Alemania desde hace más de medio siglo.
Quizá el ejemplo más notable de esta disposición fue el discurso que ofreció en la ciudad de Friburgo, ante el Walter Eucken Institute. En dicha cita, Gauck recordó el totalitarismo comunista que antaño dominó al país, recordando las décadas de su vida en las que experimentó "una economía organizada en torno a la planificación central, en la que se nacionalizaron los sectores y se unificaron los procesos, un absurdo planteamiento que llevó a la escasez y a la distribución arbitraria de las oportunidades, algo directamente enfrentado con el desarrollo individual".
Gauck citó como ejemplo a seguir a Walter Eucken, Friedrich Hayek y a aquellos intelectuales que "concibieron un orden de libertad que, después de la II Guerra Mundial y en tiempos de gran escepticismo hacia la economía de mercado, contribuyeron a convencer a los alemanes de la importancia del capitalismo y la competitividad".
Según el presidente federal, "la libertad fue explicada a la sociedad de forma amplia, entendiendo que debe desarrollarse a nivel social y también económico, pues ambos aspectos están fuertemente relacionados. Sin duda, cualquiera que desee una sociedad abierta debe defender los mercados y la competencia, promoviendo la descentralización de poder que esto genera".
En su intervención, Gauck hizo una defensa abierta del sistema capitalista, criticando la concentración bancaria y los rescates financieros de los últimos años. También defendió la importancia de promover mercados eficientes como manera de evitar la creación de grandes élites económicas, capaces de minar el marco de libertad pretendido para el país.
Un "milagro" liberal
Hablando de la reconstrucción y la democratización de Alemania en la segunda mitad del siglo XX, el presidente federal apuntó que "lo que ocurrió fue más que un milagro económico, fue un milagro de la libertad, pues los alemanes abrazaron los mercados y la competencia, asumiendo así aquello que defendieron escuelas de pensamiento como la de Friburgo. Hoy, las empresas alemanas venden sus productos en todo el mundo y, gracias a este éxito generador de riqueza material, tenemos un nivel de vida que pocos países en el mundo han podido alcanzar".
Gauck también reflexionó sobre los aspectos que hacen "impopular" al capitalismo entre algunos teutones. En este sentido, destacó que el sistema económico liberal debe ser puesto en valor no solamente por su mayor eficiencia productiva, sino, principalmente, porque ofrece a los ciudadanos la oportunidad de ganarse la vida de manera autónoma.
Como complemento a las buenas consecuencias del mercado, el presidente federal destacó la importancia de promover una educación de calidad, capaz de marcar la diferencia a la hora de que los alumnos se conviertan en profesionales. Por otro lado, también defendió la importancia de "construir mejor la competencia", apelando a evitar grandes concentraciones empresariales por la vía de la consolidación de mercados dinámicos y llenos de oportunidades.
Más fuerza geopolítica
Refiriéndose a la presencia de Alemania en las relaciones internacionales europeas y globales, Gauck subrayó la necesidad de que el país teutón actúe con mayor firmeza. "Si hay cada vez más países que confían en Alemania, los alemanes tendremos que tener más confianza en nosotros mismos".
Las críticas a este enfoque no se han hecho esperar, ya que la posición geopolítica de Alemania es, sin duda, compleja, tanto por la cercanía con Rusia como por el rol de supervisora que la canciller Merkel ha tenido que adoptar durante la actual crisis. En cualquier caso, la revista The Economist tiene claro que Gauck da en el clavo cuando pide a su país que defienda el exitoso "modelo alemán" sin complejos.