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La pelea por la libra acapara el debate del referéndum de Escocia

El bando nacionalista asegura que el nuevo Estado seguirá utilizando la moneda británica. Londres advierte: ese escenario no se contempla.

Ninguno de los políticos, de uno u otro lado, lo dirá explícitamente. Ningún mitín se celebrará en un escenario presidido por la foto de un billete. Probablemente, la mayoría de los votantes recurrirán a argumentos sentimentales o patrióticos para explicar su postura. Pero al final, la gran protagonista del referéndum por la independencia que se celebrará dentro de una semana en Escocia será la modesta libra esterlina.

A unos días de la cita con las urnas, los argumentos económicos están más presentes que nunca en la discusión pública. De hecho, hay un dato muy significativo. El vuelco en las encuestas conocido en las últimas horas, y que apunta a que el 'Sí' podría estar cerca de conseguir el ansiado 50% de los apoyos, está estrechamente ligado a un cambio en la percepción del escocés medio sobre los perjuicios o beneficios que tendría la independencia para su bolsillo.

La encuesta de YouGov publicada por The Sunday Times el pasado domingo ponía por primera vez en ventaja para los partidarios de la separación. Pero también incluía otra cifra tremendamente llamativa: el pasado 25 de junio sólo el 27% de los escoceses creía que su país sería más rico en caso de independencia, frente a un 49% que pensaba lo contrario; sin embargo, en las entrevistas realizadas entre el 2 y el 5 de septiembre, los porcentajes estaban casi igualados (40-42%).

Es decir, a pesar de todas las apelaciones de los nacionalistas a los sentimientos, la historia o la cultura, hasta que no han conseguido igualar el debate económico no han tenido opciones de victoria. Y entre todas las cuestiones que afectan a la economía, ninguna es tan disputada como la futura moneda de una Escocia independiente.

¿Canadá, Argentina o Montenegro?

En estos momentos, los bancos escoceses que disfrutan del correspondiente privilegio ya emiten las conocidas como libras escocesas bajo la supervisión del Banco de Inglaterra. En realidad, se trata una sola divisa y es de curso legal en todo el Reino Unido (algo similar pasa en la Eurozona, donde las monedas de euro cambian de aspecto en cada país). Por cierto, son esos mismos bancos que han declarado que se irían a Inglaterra en caso de que gane el 'Sí'.

Pero más allá de la anécdota sobre el aspecto exterior de la moneda, el debate está muy encendido entre otras cosas porque nadie parece tener muy claro qué pasaría si triunfan los partidarios de la separación. En Libre Mercado, ya explicamos en su día que una Escocia independiente (lo mismo valdría para el caso de Cataluña) tendría ante sí tres alternativas:

  • la primera, la más obvia, sería crear su propia moneda
  • la segunda, pretendida por los nacionalistas celtas, consistiría en mantener la libra esterlina y acordar con Londres y el Banco de Inglaterra las reglas de una unión monetaria similar a la Eurozona
  • la última, de la que menos se habla pero seguramente sea la más probable, sería mantener la libra sin ningún tipo de acuerdo con Inglaterra (como Montenegro y Kosovo hacen con el euro)

Como explicaba The Economist este misma semana, cada una de las alternativas tiene sus pros y sus contras, aunque todas están sujetas a incertidumbre. Además, cada opción tiene numerosos ejemplos buenos y malos en los que fijarse, según el lado por el que cada uno se decante.

Por ejemplo, los partidarios de la independencia aseguran que con una nueva libra escocesa su país podría ser una nueva Canadá: una economía pequeña, muy relacionada con su poderoso vecino del sur, pero igualmente próspera y fiable. Los defensores del 'No' aseguran que el futuro sería más cercano al de Argentina, con un gobierno irresponsable y sin credibilidad, presto a enchufar la máquina de hacer billetes ante la más mínima dificultad.

Evidentemente, en el caso de una separación total que incluyese las monedas, uno de los factores fundamentales a tener en cuenta sería la credibilidad del futuro Gobierno escocés (o catalán). No hay duda de que la independencia sería seguida de una enorme inestabilidad.

Este mismo miércoles conocíamos que se están produciendo retiradas de fondos de los bancos escoceses por miedo a las consecuencias de la votación. Por lo tanto, lo primero que tendrían que hacer los chicos de Alex Salmond es convencer a los inversores de que son un país de fiar. Es muy fácil decir que quieres ser como Canadá o Suiza; lo difícil es que te crean. Ambos estados llevan décadas de instituciones sólidas y leyes estables. Crearse una marca país siempre lleva tiempo.

Juan Ramón Rallo, doctor en Economía y columnista de Libre Mercado, cree que "la moneda independiente sería la peor de las opciones". En su opinión, cada vez es más evidente que las economías pequeñas, que necesitan "flujos de capital internacional", deben partir de una divisa sólida y que ofrezca confianza hacia el exterior. El caso de los países bálticos, que han entrado en la Eurozona incluso mientras ésta se debatía en su propia crisis con los países mediterráneos, sería un claro ejemplo de los beneficios que una moneda potente ofrece a este tipo de pequeños estados.

El problema es que, precisamente por lo que hace referencia a la UE, Escocia podría verse obligada a crear esa nueva moneda, algo que no parece que a sus políticos y a sus ciudadanos les haga especialmente felices. Este mismo miércoles, Alphaville, uno de los blogs más influyentes del Financial Times, planteaba una cuestión que está fuera del debate: las normas de la UE exigen entrar en el euro o, al menos, ser candidato a la integración. Es decir, si el nuevo Estado quiere formar parte del club comunitario (algo que se da por supuesto), tendrá que pasar unos años de travesía del desierto con su propia divisa.

Libra: por las buenas o por las malas

Esta alternativa no está demasiado presente en los medios británicos. La mayoría de los columnistas apuesta porque Escocia mantendrá la libra tras la independencia. La duda es si lo hará por las buenas o por las malas: es decir, si habrá acuerdo con Londres o simplemente seguirá los pasos de Panamá o Ecuador, que no tienen moneda propia y se sirven del dólar.

La opción que defienden los independentistas es la de la librazona. Es decir, Escocia pactará con Londres una serie de normas comunes en temas fiscales, presupuestarios y de supervisión bancaria. Algo parecido al Pacto de Estabilidad de la eurozona pero a la británica. Es curioso que sean aquellos que piden la secesión los que optan por esta alternativa. El propio FT les recuerda a los nacionalistas que un escenario así sería casi peor que el actual: "Una unión monetaria es incompatible con la soberanía".

Evidentemente, en un acuerdo de este tipo, la voz cantante la llevaría Londres. Es decir, que si logran convencer al Banco de Inglaterra y a los políticos ingleses, algo que está lejos de estar garantizado, lo único que harían sería ganar una independencia nominal para seguir dependiendo de ellos en los grandes temas económicos.

Tras la experiencia del euro, parece claro que Inglaterra y su banco central sólo aceptarán una unión monetaria si tienen un absoluto control sobre sus socios más pequeños. Salmond debería explicar esto a sus votantes. Rallo cree que la zona libra sería una "cuestión política", que implicaría un "nivel de subordinación", al menos sobre el papel, bastante alto. Aunque ya sabemos que los acuerdos de disciplina fiscal son muy susceptibles de ser incumplidos en los momentos de vacas gordas, con las consecuencias que la Eurozona ahora ya conoce.

Por eso, Rallo se inclina por la opción que parece más probable en la práctica, aunque nadie quiera mentarla en público: mantener la libra pero sin acuerdo. Para los políticos escoceses sería un problema, porque perderían todo tipo de control sobre su divisa. Sin embargo, para el futuro de su economía a medio plazo podría ser beneficioso.

"La mejor opción sería que adopten como moneda externa la libra, porque es la zona con la que tienen más relaciones. Perderían el acceso al Banco de Inglaterra. Claro, tendrían menos garantías [el Banco de Inglaterra no actuaría como prestamista de último recurso], lo que obligaría a los bancos a ser más prudentes. Se tendrían que manejar con las reservas en libras que tuviera el Banco Central de Escocia. Y el Gobierno necesitaría un ejercicio de austeridad importante. Se puede hacer, pero exige más disciplina".

En esta situación, la pregunta es: ¿estarían los políticos escoceses (o catalanes) dispuestos a atarse las manos de esta manera o acabarían abandonando la libra (o el euro) para crear su moneda propia y poder gastar a discreción? Antes del referéndum nadie quiere reconocerlo. La respuesta dependerá de lo que cada uno se fíe de Salmond (o Junqueras).

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