Que España sufre graves problemas en materia laboral no es noticia, pero que el histórico deterioro experimentado por el mercado de trabajo durante la crisis es el mayor de todos los países ricos es un hecho muy significativo.
En concreto, desde que estalló la crisis financiera, a mediados de 2007, España lidera los peores indicadores laborales del mundo desarrollado, tras registrar la mayor destrucción de puestos de trabajo, así como el mayor incremento del paro y del desempleo estructural y de larga duración, según desvela el informe anual de empleo publicado el miércoles por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
En mayo de 2014, último dato que recoge el estudio, Grecia encabezaba la tasa de paro de la OCDE, con un 26,8%, junto a España (25,1%), seguidos de Portugal (14,3%), Eslovaquia (13,9%), Italia (12,6%), Irlanda (12%) y Francia (10,1%). En el lado opuesto, se situaban Noruega (3,3%), Japón (3,5%), Corea del Sur (3,7%), Austria (4,7%), Suiza (4,8%), México (4,9%) y Alemania (5,1%).
La OCDE prevé que el desempleo caiga en la mayoría de los más de 30 países que componen este selecto grupo de aquí a finales de 2015. En este sentido, uno de los datos más aireados es que España registrará el mayor descenso del paro (-2,2 puntos porcentuales) durante dicho período, seguido de Irlanda (2,1 puntos), Eslovaquia y EEUU (-1,1), según dichas estimaciones.
Esta afirmación fue aprovechada de inmediato por el Gobierno. El secretario de Estado de Seguridad Social, Tomás Burgos, afirmó el miércoles que se trata de un hecho "bastante significativo", además de suponer un "reconocimiento expreso del esfuerzo que España está haciendo en materia laboral y económica".
Sin embargo, se trata de un triste consuelo, ya que, pese a todo, España se mantendrá entonces como el segundo país con un paro más alto de la OCDE (23,9%), tan sólo superado por Grecia (26,7%). Serán los únicos países ricos con un desempleo superior al 20% en 2015.
En Irlanda, por el contrario, se situará por debajo del 10%, a pesar de haber sufrido una burbuja crediticia muy similar a la española durante la pasada década y solicitar el rescate soberano a la temida troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). De hecho, el desempleo en España triplicará con creces el 7,1% de media en la OCDE y duplicará con amplitud el 11,2 % que se espera para la zona euro en su conjunto a finales de 2015.
Pero más allá de las previsiones, cuyo cumplimiento siempre es incierto, lo que sí certifica la OCDE es que España ha sufrido el mayor deterioro laboral del mundo desarrollado durante la crisis. El paro casi se ha triplicado desde finales de 2007, cuando la tasa tocó el 8,7%, y se ha llegado a disparar hasta un máximo de 17,8 puntos porcentuales desde entonces, tan sólo superado por Grecia, con un aumento de 19 puntos.
La destrucción de empleo es, si cabe, aún más dramática, ya que España encabeza este indicador, por delante de Irlanda y Grecia. La población mayor de 15 años con un puesto de trabajo se ha desplomado del 53,5% a finales de 2007 hasta el 42,5% a cierre de 2013, lo que supone una caída de 11 puntos porcentuales, sin parangón en la OCDE.
Además, España presentará a finales de 2015 la tercera menor tasa de ocupación de los países ricos (42,9%), tan sólo por delante de Grecia (38,3%) e Italia (42,1%), y muy alejada de la media de la OCDE (54,7%) y de la zona euro (49,6%).
Igualmente, si se analiza en detalle la evolución de algunos de los principales componentes del paro, España sigue registrando los peores resultados de los países ricos. En cuanto a desempleo juvenil, Grecia lidera la tasa de la OCDE, con un 58,3% en 2013, seguida de España (55,5%) y Sudáfrica (51,4%), los únicos tres países con más de la mitad de sus jóvenes en paro, frente a la media del 16,2% del mundo desarrollado.
Sin embargo, España también ha sufrido el mayor deterioro de este indicador durante la crisis, con un aumento de 37,4 puntos porcentuales frente a los 35,4 puntos de Grecia. Es decir, España encabeza el incremento del paro juvenil de la OCDE desde 2007.
Lo mismo sucede en cuanto al desempleo de larga duración (más de un año buscando trabajo). España no lidera esta variable (52,2%), ampliamente superada por Eslovaquia, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, Eslovenia y Hungría, con ratios que oscilan entre el 53% y el 72%, pero ha sufrido el mayor aumento de la OCDE durante la crisis (+33,1 puntos porcentuales desde 2007) junto a Irlanda.
Por último, España también encabeza el crecimiento del paro estructural (en ausencia de crisis económica), lo cual es aún más grave, ya que significa que será muy difícil regresar al nivel de desempleo existente antes de la crisis, con independencia de que la economía crezca a su máximo ritmo potencial en la actualidad.
El drama del paro responde, en parte, a la dura recesión experimentada durante los pasados años, y, por tanto, a la presente coyuntura económica, pero parte de este aumento es estructural (el desempleo sube con independencia de la crisis), lo cual la OCDE refleja bajo un indicador denominado NAIRU (tasa de desempleo no aceleradora de la inflación). La cuestión es que España también lidera esta variable, con un aumento de 6,6 puntos durante la crisis, por encima de Grecia (4,4) y hasta diez veces más que la media de la OCDE (0,6).
Por último, en cuanto a la calidad del empleo, cabría reseñar que España tampoco sale bien parado, puesto que la tasa de de empleo temporal asciende al 23,1% a cierre del pasado año, tan sólo superado por Polonia (26,%) y Chile (29,7%), frente al 11,8% de media que presenta la OCDE. Esto demuestra, una vez más, la profunda dualidad del mercado laboral español debido a las graves rigideces que impone la regulación estatal.
En este sentido, BBVA Research estima que entre 2014 y 2015 la economía española creará 500.000 puestos de trabajo, pero la mayoría serán contratos temporales, según señaló el miércoles el economista jefe del grupo, Jorge Sicilia. Además, aseguró que en los próximos años no se alcanzará el nivel de empleo que había antes de la crisis. "Eso es un desequilibrio que seguirá con nosotros durante mucho tiempo".