Cuando la plata se agota, al populismo lo adelantan por la izquierda. La huelga general convocada en Argentina para este jueves, aunque iniciada por algunos sectores con doce horas de antelación, eleva la tensión entre el gobierno liderado por Cristina Fernández de Kirchner y sindicatos y organizaciones de izquierda.
El "paro nacional" ha sido convocado por tres sindicatos principales: la Central de Trabajadores de la Argentina, dirigida por Pablo Micheli; la Confederación General del Trabajo, liderada por Hugo Moyano y el Gremio Gastronómico, de Luis Barrionuevo.
Sólo uno de los grandes no se adhirió: Unión Tranviarios Automotor o sindicato de autobuses. El resto, tales como trenes, bancos, camiones, gasolineras, restauración, hospitales, juzgados, escuelas, etcétera, han realizado paros totales o parciales.
Los motivos de esta nueva huelga, la segunda en el presente año, están directamente vinculados con la inflación de más del 40% y en torno al 50% en alimentos y combustible en la que está sumergida el país. Como explica a Libre Mercado Ludovico Videla, economista independiente de la Fundación Acton, en Argentina los salarios se fijan en torno a los convenios colectivos, que en una época fueron de carácter bianual y que hoy por las dificultades ha pasado a ser anual.
"El kirchnerismo, hasta el año pasado, aumentaba los salarios por encima del alcance de la inflación; a día de hoy ya no puede competir con la presión inflacionaria. Sus subidas ya no son eficaces", responde Ludovico. Es por ello por lo que una de las demandas exigidas al Ejecutivo por un amplio abanico del espectro político argentino es el aumento de los convenios colectivos, al tener menor poder adquisitivo que cuando se pactaron apenas hace ocho meses. Asimismo, se pide una reducción de la carga fiscal sobre los salarios, que en este momento se sitúa entre el 47% y el 59,5%; es decir, la Hacienda argentina se queda anualmente con casi 8 meses de trabajo al año.
Por su parte, el Gobierno de Kirchner echa balones fuera y sigue en su particular caza de brujas. Al menos, es lo que se puede deducir a tenor de las declaraciones del Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien aseguró que los partidos políticos y los sindicatos supuestamente opositores al Gobierno", junto a los medios de comunicación críticos, "están financiados y bancados por los fondos buitre".
Bajo este panorama político, la extrema izquierda disidente al Gobierno se echó a la calle desde la mañana del miércoles para abonar el ambiente en busca del paro total. Ya a las siete de la mañana, trabajadores despedidos a causa de conflictos sindicales de la industria autopartista Lear que produce cables para Ford- cortaron la autopista Panamericana, una de las entradas principales a la capital.
A su vez, apenas tres horas después, otros puntos clave de Buenos Aires fueron bloqueados. Cabe destacar el puente Pueyrredón, que da acceso directo a la Avenida 9 de Julio -arteria principal de la ciudad-, y donde se produjeron momentos de tensión entre manifestantes y la Prefectura al ser una entrada vital de la ciudad. El bloqueo fue realizado por la Asociación de Trabajadores del Estado, integrado dentro de la CTA y con gran capacidad de convocatoria debido al alto número de empleados públicos.
"Exigimos que se reabran las Paritarias, que se ponga freno a los despidos y que se eleve el salario mínimo de 9.000 pesos", enumera a LM Hugo Godoy, Secretario General de ATE, presente en el bloqueo del puente.
"El aumento de los precios y el impacto inflacionario tienen un efecto perverso sobre los trabajadores. A causa de la recesión se están produciendo suspensiones y despidos", algo inadmisible para el titular de ATE al entender que "los empresarios no pueden privilegiar sus ganancias, tienen una responsabilidad social que el Gobierno debe obligarles a cumplir". Godoy, consciente de su capacidad de movilización, asegura que el país está absolutamente paralizado por el paro convocado y adelanta la labor de los piquetes para conseguir dicho fin.
Dirección: el Congreso
Tras las muestras de fuerza matutinas, los huelguistas convocaron a media tarde del miércoles una manifestación frente a la Casa Rosada. A la marcha acudieron principalmente las opciones políticas que no ven una acción de izquierdas en el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. "No es un Gobierno fiel al pueblo, sino un Gobierno que está de parte de los sectores dominantes", asegura Rosa Nacif, Secretaria de Propaganda del Partido Comunista Revolucionario.
El PCR entiende inadmisible la inacción del Gobierno ante los despidos realizados por las empresas a causa de la recesión, a la vez que reprochan no cobrar los impuestos que soportan los trabajadores a "los terratenientes, grandes agricultores de la soja o propietarios de casinos, quienes tienen grandes fortunas".
La representante del PCR defiende la necesidad de "hacer paro con piquetes porque sino las empresas aprovechan para despedir gente. Los piquetes no los hacemos para que la gente no entre a trabajar, sino para que los trabajadores no puedan ser despedidos por adherirse al paro".
Con el fin de la manifestación en frente del Congreso de la Nación, los participantes daban punto y final al ciclo político-discursivo de la huelga, desarrollado el miércoles, para dar paso a la labor coercitiva de los piquetes.
Jueves 28: 'Día D'
Tras el ocaso llega el amanecer y Buenos Aires despierta, al menos, con dolor de cabeza, debido al ruido de cacerolas, tambores, silbatos y consignas provenientes de los piquetes. Como era de esperar, las entradas a la ciudad, tanto por el Acceso Oeste, como por Panamericana, los puentes de Saavedra y la Noria, así como el puente Pueyrredón fueron cortados por los huelguistas.
En este último acceso, se volvieron a recoger incidentes entre la Gendarmería y los sindicatos, al intentar éstos cortar todos los carriles del puente. Asimismo, en torno al puente la Noria y otros puntos del sur del Gran Buenos Aires, los piquetes apedrearon algunos autobuses de línea, logrando finalmente suspender el servicio en cuatro rutas.
En cuanto al centro de la ciudad, los subtes o metros han funcionado de forma parcial, los colectivos o autobuses han desarrollado su trabajo con normalidad y la orden del Gobierno de la Ciudad de decretar libre parking ha ayudado a quienes no querían secundar el paro. "Los autobuses van vacíos y no hay trenes -cercanías-, con lo que prevemos una alta participación en el paro", nos respondía uno de los piquetes situados en el céntrico monumento del Obelisco.
Los incidentes con la Policía dentro de la ciudad no han llegado a mayores. Como nos explica el sindicalista Guillermo Pacagnini, situado en el piquete del cruce entre las avenidas Callao con Corrientes, se han producido forcejeos con los efectivos de la Policía al tratar de cortar el tránsito. "Aunque ha terminado sin llegar a más". Por su parte, los universitarios tomaron en la zona del centro-norte el cruce entre las avenidas 9 de Julio e Independencia, bloqueando la entrada de los autobuses en las estaciones de la avenida durante toda la mañana.
Datos
Por su parte, el Jefe del Gabinete, Jorge Capitanich, aseguró en rueda de prensa que "el 75% de los trabajadores no se adhirió al paro". Preguntado acerca de cómo había llegado a tales números, el coordinador de ministros alegó que "hay 20 gremios que efectivamente no adhieren y tienen 30.000 afiliados", sin hacer mención a la mayoría de la gente corriente que no está inscrita en ninguna organización.
Por contra, los sindicalistas califican de éxito la huelga, ya que entienden que los cortes de transporte público obligan a los bonaerenses a secundarla. El líder de la CGT, Hugo Moyano, defendió ante los medios de comunicación que "hay un acatamiento del 80% […], pese a que el Gobierno hizo todo lo posible por desprestigiarlo".
Horas más tarde, el Gobierno se volvió a pronunciar por medio del ministro de Trabajo, Carlos Tomada, para adelantar a los huelguistas que no cederán a sus reclamos, ni en la modificación del Impuesto a las Ganancias, así como en otras políticas como las Paritarias. Tras el cruce de declaraciones entre el Ejecutivo y los sindicatos, ahora queda esperar la siguiente jugada política de éstos últimos para tratar de doblegar a una presidenta Kirchner cada vez más debilitada.
La jornada de paro acontecida en Argentina ha sido un éxito para las organizaciones y sindicatos contrarios al Gobierno. Si bien es difícil afirmar un paro total del 80%, tal y como ha podido observar LM durante toda la jornada por las calles de Buenos Aires, la huelga ha ocasionado una menguada actividad comercial, pero existente, así como un volumen de vehículos y viandantes menor a causa de los bloqueos a la capital y los paros en el transporte público.