Facebook, Twitter, Instagram... Las redes sociales han cambiado el mundo y han proliferado en los últimos años. Sin embargo, son propias de países donde existe la libertad, por lo que aún no llegan a lugares como Cuba. Los elevados precios para acceder a los locutorios que cuentan con ordenadores con acceso a la red y la censura del Gobierno complican al cubano común acceder a las mismas.
Algunos acceden esporádicamente a Twitter mediante mensajes SMS o a Facebook desde centros de trabajo o salas de navegación, pero son una minoría, según cuenta martinnoticias.com. Según datos divulgados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), apenas medio millón de ordenadores tienen conexión a internet. Pero los datos provistos por el Gobierno están inflados, y lo que ellos llaman "internet" son, en realidad, conexiones muy lentas y con censura.
Según este diario, la cifra real de ordenadores conectados a Internet sin restricciones es muchísimo menor. Las redes sociales nacionales son constantemente monitoreadas por el Gobierno, y usarlas puede ser hasta peligroso para los cibernautas. En respuesta a esta censura, está desarrollándose un fenómeno muy interesante y popular: las redes sociales de barrio.
Estas redes no están conectadas directamente a internet, están aisladas del mundo exterior y son solo accesibles a personas cercanas geográficamente y de confianza. Funcionan alojadas en las redes de barrio que proliferan en cada rincón de la isla.
Las dificultades agudizan el ingenio, por lo que los usuarios de estas redes sociales de barrio han conseguido, a través de cables ocultos en tendidos entre las casas con señal inalámbrica, comunicarse entre ellos medinata su propia red social clandestina.