Tras un mes de cortocircuito institucional a cuenta del método para elegir el futuro presidente de la Comisión Europea, los líderes de la UE designaron finalmente a Jean Claude Juncker para liderar el Ejecutivo comunitario en los próximos cinco años. Aislado en su fiera oposición al candidato luxemburgués y en un intento por vestir su derrota de martirio político, el prémier británico, David Cameron, saludó la decisión sin rodeos con un solemne "hoy es un mal día para Europa".
rnrnCon Juncker a un paso –concretamente a una votación parlamentaria- de ser investido presidente de la Comisión Europea, al primer ministro británico no le quedó otro remedio que blandir la bandera de la coherencia, su último recurso al verse derrotado en una batalla en la que, efectivamente, se enrocó desde el comienzo de este farragoso relevo institucional.
rnrnY es que el proceso para llenar la silla que dejará libre el portugués Durao Barroso en la Comisión Europea arrancó desde el comienzo con unas incógnitas que el pulso de las capitales por arañar su cuota de poder no terminó de aclarar. Después de que la propaganda electoral le hubiera vendido al votante que su voto influiría en la designación del nuevo jefe del Ejecutivo comunitario, y con el PPE como partido más votado, desde Berlín, Angela Merkel titubeaba y desde Londres, Cameron (y la prensa británica) tronaban. "Demasiado europeísta" o "símbolo de lo viejo" para el gusto de los británicos –cuando no, directamente bebedor para la prensa hostil-, Juncker no convencía en Londres y las maniobras del Gobierno incluso amagaron con dar al traste con su candidatura y desencadenar un tsunami institucional.
rnrnPor eso, Cameron trató de rentabilizar su derrota alimentando su papel de valedor de los intereses británicos ante el "monstruo" de Bruselas que, a su juicio, "amenaza el poder de los parlamentos nacionales". "A veces hay que perder una batalla para ganar la guerra", declaró, celebrando el consenso de sus colegas "para reformar la UE". Además, exhibió orgulloso su martirio, presumiendo de haber defendido sus valores "contra viento y marea". "Lo volvería hacer todo desde el principio", concluyó ante la prensa.
rnrnPero el relevo institucional es más que la elección de presidente del Ejecutivo, pieza clave, pero de un puzle más amplio en el que todos los Gobiernos luchan por arañar su cuota de poder. En ese contexto, fuentes diplomáticas no descartan que a Downing Street pudiera tocarle algún "premio de consolación", en forma de puesto de relevancia.
rnrnRajoy presiona en favor de Guindos
rnrnNi siquiera al propio presidente Mariano Rajoy, que en este Consejo describió a Juncker como "un amigo de España", terminaba de convencerle el luxemburgués. Pero el Gobierno apostó por la prudencia en el cónclave de los populares que aupó su candidatura y por esperar paciente para ver, al fin, materializado su mensaje, repetido entre su equipo, de que "España está de vuelta en Europa".
rnrnEn este sentido, el jefe del Ejecutivo presionó ya sin disimulo en esta recta final. Preguntado si trata de colocar a Luis de Guindos como presidente del Eurogrupo, respondió: "Soy poco partidario de adelantar acontecimientos" pero "me gustaría que tuviera responsabilidades importantes".
rnrnEl aviso llega en la antesala de un nuevo encuentro entre líderes -el próximo día 16- en el que se han de cerrar los puestos pendientes. Rajoy no ahorró elogios hacia Guindos y su "extraordinaria gestión" de la grave crisis económica. "Lo ha hecho muy bien, estoy muy satisfecho", destacó, como si su etapa en el Gobierno de España hubiera ya concluido.
rnrnLa otra baza que juega el Gobierno es colocar a Miguel Arias Cañete en la vicepresidencia de la Comisión. Al menos públicamente, el presidente no fue tan vehemente como con Guindos, aunque mantuvo ese pulso: "Lo mismo ocurre con Miguel Arias, tiene una trayectoria política muy importante", puso en valor. Si bien, para ambos casos, quiso recalcar: "No es cuestión de entrar ahora en temas que hoy mismo no están planteados. Cuando lo estén, ya hablaremos del asunto".
rnrn"Se trata de dos personas que tienen un currículum que merece el respeto de todo el mundo", concluyó el jefe del Ejecutivo. Habrá que esperar al día 16 –"otro día en el paraíso"; en palabras de un irónico Cameron-, cuando, con Juncker aupado presidente por el Parlamento en Estrasburgo, España se enfrente a la última y decisiva batalla política.
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