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Canarias, única región del mundo que dice "no" al petróleo

Canarias rechaza explotar su potencial petrolífero arguyendo razones medioambientales que la realidad de los hechos se encarga de refutar.

Canarias rechaza explotar su potencial petrolífero arguyendo razones medioambientales que la realidad de los hechos se encarga de refutar.

Canarias, y en menor medida España en su conjunto, constituye una excepción a nivel internacional, ya que, lejos de aprovechar todo su potencial petrolífero y gasístico, aun siendo éste escaso, opta por poner todo tipo de trabas y dificultades a su explotación.

De hecho, una parte de la población canaria, alentada desde el propio Gobierno de las Islas y plataformas ecologistas, rechaza frontalmente esta fuente de riqueza y empleo bajo el lema "petróleo NO, gracias". Y ello, a pesar de que esta comunidad autónoma es una de las más castigadas por la crisis económica. No en vano, su actual tasa de paro supera ampliamente el 30%.

Los detractores del oro negro arguyen, básicamente, que la prospección y explotación de crudo es una gran amenaza medioambiental, dando casi por hecho que el desarrollo de esta actividad acabará provocando un gran desastre ecológico, de una u otra forma, con el consiguiente impacto negativo sobre su principal actividad económica, el turismo. Sin embargo, este argumento no se sustenta sobre bases reales.

Tras un largo período de análisis, el Gobierno autorizó la semana pasada a Repsol la realización de prospecciones petrolíferas a unos 60 kilómetros de las costas canarias para evaluar la existencia y viabilidad de las reservas de crudo que, en teoría, alberga el subsuelo marino en esa zona. Se trata, por tanto, de un mero sondeo que, en ningún caso, implica luz verde para su posterior explotación. Lo único que se ha aprobado es la exploración del terreno tras el informe favorable de impacto ambiental otorgado por el Ejecutivo. Para poder extraer el crudo en una fase posterior, la petrolera necesitaría otra autorización expresa por parte del Ministerio de Industria.

La cuestión es que el riesgo que conlleva dichas prospecciones es, simplemente, despreciable, por no decir nulo, ya que la probabilidad de que suceda un incidente (que, además, no tiene por qué ser grave) es de tan sólo el 0,003% como máximo. El propio Ministerio de Medio Ambiente señala a este respecto que en España se han realizado más de 260 exploraciones similares hasta 2011 y no se ha producido ningún daño al entorno. Asimismo, el inversor y experto en el sector energético Daniel Lacalle indica que "en el mundo hay 650 plataformas perforando anualmente aguas de todo tipo y en tres años tan sólo ha habido dos incidentes", por lo que el riesgo real es irrisorio.

De hecho, España destaca por contar con un índice exploratorio muy bajo en comparación con otros países europeos. Los sondeos exploratorios, tanto en tierra como en mar, realizados en España en busca de petróleo y gas se han desplomado desde los años 80, tal y como muestra la siguiente gráfica, pero nunca han supuesto impactos dañinos relevantes sobre el medio ambiente.

El potencial petrolero de España

Con el tiempo, se ha ido instalando la idea de que España carece de capacidad alguna para producir hidrocarburos, pero lo cierto es que el desarrollo de técnicas de extracción alternativas, como el fracking, y el descubrimiento de nuevas bolsas en los últimos años, especialmente en Canarias, han abierto un nuevo escenario de posibilidades para la industria petrolífera y gasística a nivel nacional.

"España es un país poco explorado, pero con gran potencial para generar recursos energéticos propios, tanto en el terreno del gas convencional y no convencional, como en el del petróleo", según un informe elaborado por la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración y Producción de Hidrocarburos y Almacenamiento Subterráneo (ACIEP) en colaboración con GESSAL, compañía española de referencia internacional en la exploración del subsuelo.

En concreto, según el sector, España contaría con un potencial de gas (convencional y no convencional) de 2.500 bcm (miles de millones de metros cúbicos de gas), una cifra equivalente a 70 años de consumo en España y un valor de mercado próximo a 700.000 millones de euros, tomando como base los estándares de hoy en día.

Mientras, la estimación para el petróleo asciende a unos 2.000 millones de barriles de crudo, el 20% de consumo español durante 20 años, cuyo precio de mercado superaría hoy los 200.000 millones de euros. En total, España contaría con unos recursos medios por valor de casi 1 billón de euros, equivalente a la producción total del país en un año (PIB).

Y Canarias sería, precisamente, la gran beneficiada, ya que su potencial de producción de crudo alcanzaría los 1.200 millones de barriles (60% del total) y otros 226 bcm en gas (50%). Sólo en petróleo, Canarias albergaría más de 120.000 millones de euros al precio de mercado actual, el equivalente a tres veces su PIB regional, según la estimación base que maneja la industria.

Según un reciente informe elaborado por ACIEP y la consultora Deloitte, el desarrollo de la actividad de exploración y producción de hidrocarburos en España tendría un impacto positivo y a largo plazo sobre el crecimiento del PIB y el empleo.

Así, en ausencia de impedimentos administrativos y regulatorios, este sector supondría una "aportación al PIB superior al 1% del nivel actual durante un periodo superior a 30 años" en el escenario base. Entre 2014 y 2065, el valor añadido bruto que acumularía dicha actividad superaría el billón de euros. Y, en concreto, generaría más de 40.000 millones al año entre 2036 y 2044, el período de máximo impacto, equivalente a más del 4% del PIB actual, superando en importancia a otras actividades como el transporte o el sector primario.

Asimismo, en términos de empleo, supondría generar más de 260.000 puestos de trabajo a tiempo completo el año de mayor impacto, 2033. Y a todo ello, se sumaría el impacto positivo sobre la balanza comercial, ya que España reduciría su elevada dependencia energética, sobre todo en materia de gas.

Estas estimaciones corresponden a España en su conjunto, pero teniendo en cuenta el alto potencial de crudo y gas que posee Canarias ésta sería, sin duda, la región más beneficiada en caso de aprovechar todo su potencial en este ámbito, tanto en términos de PIB como de empleo. Sin embargo, las Administraciones Públicas, tanto a nivel nacional como autonómico, han mostrado una gran reticencia a desarrollar esta actividad.

No en vano, el tema de las prospecciones canarias colea desde el año 2000, y ha sido ahora cuando, finalmente, se ha autorizado. Asimismo, cabe recordar el rechazo frontal por parte de algunas CCAA y los partidos de la oposición al fracking, pese a las ventajas energéticas que supondría para España su explotación.

En este sentido, la ACIEP se queja de que, "a pesar del cumplimiento de las compañías del sector con los protocolos estipulados por los organismos nacionales sobre la protección del medioambiente", se encuentran con "grandes dificultades" para obtener los obligatorios permisos de exploración.

"Son requeridos dilatados trámites para la obtención de la Declaración de Impacto Ambiental, así como las dificultades que las compañías operadoras encuentran con las distintas administraciones que gestionan la tramitación de los permisos de investigación, dada la diversidad de actuación, solapes de funciones entre administraciones e interpretación del reglamento actual", añaden. Es decir, las facilidades y la imprescindible seguridad jurídica brillan por su ausencia en este campo.

Riesgo mínimo y reversible

El argumento que suelen emplear los políticos es el del elevado riesgo medioambiental asociado a la extracción de crudo. Pero, una vez más, los datos invalidan dicho argumento. En el caso de Canarias, si se encontrase crudo y el Gobierno autorizara su extracción, Repsol podría invertir más de 9.000 millones de euros en esta operación. Se estima que desde 1950 se han perforado más de 16.000 pozos petrolíferos en el mar y, sin embargo, los incidentes graves han sido escasos y, en todo caso, reversibles.

En cuanto a plataformas petrolíferas destacan, sobre todo, dos casos: el acaecido en el Mar de Timor en 2009, causada por un derrame de gas y petróleo en dos plataformas petroleras de la compañía PTTEP Australasia, y el del Golfo de México en 2010, considerado hasta la fecha como el mayor desastre medioambiental de EEUU.

Lo que se conoce menos, sin embargo, es que la petrolera BP concluyó las tareas de limpieza del vertido el pasado abril, cuyo derrame afectó a la costa este estadounidense, tras invertir más de 14.000 millones de dólares y 70 millones de horas de personal. Dicho de otro modo, la mayor catástrofe ecológica de EEUU se saldó por completo en el plazo de cuatro años.

Además, la mayoría de incidentes relacionados con el petróleo son por el choque o hundimiento de buques de transporte, no por las plataformas. El caso del Prestige, que sacudió la costa gallega en 2002, es la referencia más importante a nivel nacional, y aún así su impacto sobre la pesca y el turismo fue mínimo, tal y como se ha encargado de demostrar el paso del tiempo.

El ejemplo de otros países

La industria insiste en que la exploración y producción de hidrocarburos en España debe ser visto como una "oportunidad" de riqueza y empleo y no como una amenaza. Un número cada vez mayor de empresas, nacionales y extranjeras, están mostrando un creciente interés por invertir en España en busca de hidrocarburos, convencionales y no convencionales.

Por el momento, ya existen unos 70 permisos de exploración otorgados por las Administraciones, pero otros tantos aún están pendientes de autorización, lo que supone un incremento del 80% en los últimos cinco años, lo cual carece de precedentes.

Sin embargo, las reticencias que ofrece el propio Gobierno, junto al rechazo expreso de algunas CCAA, especialmente Canarias, arroja muchas dudas sobre su potencial desarrollo. Este tipo de trabas son algo excepcional a nivel internacional. Todos los países han apostado por explotar al máximo sus yacimientos de hidrocarburos. El siguiente mapa refleja la producción mundial de crudo en función del número de barriles diarios en los distintos países, según CIA World Factbook.

Valga como ejemplo dos casos relevantes. Por un lado, EEUU y su actual revolución energética gracias al fracking. La primera potencia mundial está transitando desde la importación de gas al autoabastecimiento e incluso la exportación gracias a las nuevas técnicas de extracción, mientras que su precio se ha reducido a la mitad en los últimos años. Además, se perfila como el mayor productor de petróleo del mundo a corto plazo, por delante de Arabia Saudí y Rusia.

Por otro, destaca Noruega, un país conocido por su naturaleza y que, sin embargo, no ha renunciado a explotar su riqueza petrolífera, sino todo lo contrario. Gracias a campos offshore (plataformas en el mar), Noruega se ha convertido en el mayor proveedor de petróleo y gas de Europa y el segundo exportador mundial de gas tras Rusia. Este sector supone cerca del 21% de su PIB y el 26% de sus ingresos fiscales, sin que ello haya perjudicado a la pesca ni al medio ambiente.

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