A través del Movimiento Creo, Guillermo Lasso lidera la oposición política ecuatoriana. A sus 15 años consigue su primer empleo: un trabajo de media jornada en la Bolsa de Valores de Guayaquil. Desde entonces, Lasso desempeña diferentes responsabilidades empresariales: creó una firma de construcción, pasó por la filial ecuatoriana de Coca-Cola… Hasta llegar a la Presidencia del Banco de Guayaquil.
En el ámbito privado, Lasso ha impulsado entidades como la Fundación del Barrio o la Fundación Ecuador Libre. Su hoja de vida también incluye diferentes responsabilidades en el ámbito público (por ejemplo, fue gobernador de la provincia del Guayas). No obstante, su salto a la primera fila política tuvo lugar en las elecciones presidenciales de 2013, en las se consolidó como primer espada de la oposición.
Durante su reciente visita a España, Guillermo Lasso ha querido hacer un hueco en su apretada agenda para Libre Mercado. Para hacer más animado e interesante el encuentro, el empresario y político ecuatoriano propuso combinar la conversación con un paseo por el centro de Madrid. Fue en ese agradable contexto en el que surgieron las preguntas y respuestas que pueden leer a continuación.
Pregunta: Rafael Correa mantiene un relato económico muy triunfalista, hablando incluso de un "milagro ecuatoriano". Sin embargo, no pocas voces apuntan que el crecimiento de los últimos años se apoya principalmente en un elevado gasto público que se sostiene a su vez con los altos precios del petróleo.
Respuesta: En el largo plazo, nada puede sustituir la capacidad del individuo para trabajar, esforzarse y salir adelante. El Ecuador vive ahora una bonanza petrolera que genera una ficción de prosperidad, pero todo depende del alto precio del crudo.
Podríamos decir que estamos sufriendo la "crisis de la abundancia". Para entenderlo mejor, imaginemos que una familia gana la lotería y de la noche a la mañana abandona toda su rutina y decide vivir de esa nueva fortuna. Compran una casa nueva, cambian su coche, viajan, gastan… pero cuando se termina el dinero, ahí se ve la cruda realidad.
¿Cuánto dinero queda de esa "lotería"? Los datos muestran que la deuda pública está aumentando. Además, las trabas a las importaciones no paran de aumentar, generando incluso un problema de desabastecimiento en diferentes productos, alimentos, medicinas…
Es llamativo que, en el año 2007, el barril de petróleo estaba en 70 dólares y no había restricciones comerciales. Ahora, con un precio de más de 100 dólares el barril, el Estado actúa como un controlador que le dice a los ecuatorianos qué deben comprar, qué pueden importar… Llegó la época de las restricciones.
Es ahora cuando nos damos cuenta de que el dinero de la "lotería" se está acabando. Y comprobamos que, en efecto, nada va a sustituir la capacidad creativa del ser humano. Por eso creo en el respeto a la libertad individual como un elemento esencial para el progreso.
Frente al proteccionismo y las trabas a la dolarización, usted enarbola un discurso alternativo, manteniendo un compromiso claro con la apertura comercial.
Frente a los efectos negativos de las restricciones, hay que pensar en los efectos positivos que tiene abrirse al mundo. Los emprendedores ecuatorianos no tienen por qué producir solamente para el ámbito nacional. La oportunidad la tenemos en el mercado internacional. ¿Para qué vamos a vender solamente a un mercado de 15 millones de consumidores potenciales si tenemos en nuestras manos llegar a 600 millones de personas?
Nuestra gran oportunidad la tenemos en el comercio global. Esa lección la han aprendido países que ya son un ejemplo de desarrollo, como por ejemplo Taiwán. No tienen recursos naturales, pero sí creatividad, ciencia, apertura al mundo… Es un país pequeño, pero el comercio le permite integrarse al comercio y salir adelante.
También defiende una política económica favorable a la inversión extranjera. En este ámbito, la cuota regional del Ecuador es tres veces menor a la registrada antes de la llegada de Correa.
Hay que abrir las puertas a la inversión que viene de fuera, no solamente por lo que supone en términos de aportes financieros, sino también porque mejora el empleo. Un punto esencial para conseguir que entre más dinero en Ecuador es la eliminación del Impuesto a la Salida de Divisas. En 2008, el Presidente Correa me invitó a una reunión con varios empresarios. Cuando se tocó este tema, yo fui muy claro: dije que ese impuesto es como invitar al cine y luego pretender cobrar a la salida.
El Impuesto de Salida de Divisas es un impuesto a la entrada de capitales. Dijeron que el objetivo era "evitar que los bancos y los especuladores financieros sacasen el dinero del país". No es verdad. Los datos muestran que los bancos apenas pagan el 3% de la recaudación de este Impuesto, mientras que las sociedades no financieras pagan el resto, el 97%.
Este impuesto es perverso y se siente en cada mercado del Ecuador. Cada tomate, cada aguacate, cada quintal de arroz, etc. Sufrimos en todos los sectores las consecuencias de estas políticas impositivas equivocadas. Por eso he propuesto eliminar el Impuesto de Salida de Divisas y otros ocho impuestos más.
Muchos observadores se aproximan con superficialidad a las cifras de empleo del Ecuador, asumiendo que el paro es relativamente bajo, pero obviando que la mayoría de la población está ocupada en el sector informal.
El Ecuador tiene una población económicamente activa de, aproximadamente, siete millones de personas. De esos siete millones, apenas 2,8 están en la Seguridad Social, mientras que 4,2 están en el desempleo o en el empleo informal y precario.
¿Qué necesita el Ecuador para luchar contra la pobreza? ¡Empleo! Ésa es la vía para acabar con la pobreza y conseguir que en nuestros hogares se pueda vivir con dignidad. Y ese empleo lo crean los emprendedores, no el Estado.
Para acelerar la creación de empleo en el sector turístico, ha propuesto el establecimiento de "zonas francas". También en el ámbito de la salud ha hablado de crear ese régimen tributario especial. ¿En qué consiste exactamente esta idea?
Tenemos que alinear las políticas públicas con las necesidades del país. Para conseguir la inversión que falta, el camino es claro: menos impuestos, menos trámites. Con ese espíritu propongo establecer zonas generadoras de empleo en el campo de la salud y del turismo.
¿Para qué esperar que el Estado reúna los miles de millones de dólares que harían falta para cubrir el déficit de camas? Basta con un proyecto de ley que estimule la apertura de nuevos hospitales y nuevas clínicas mediante una exención de por vida en el Impuesto de Sociedades.
Lo mismo podemos hacer con el turismo. Tenemos un gran potencial para desarrollar un turismo de alto nivel, con resorts y hoteles que generen empleo y ofrezcan servicios de primer nivel. La costa del Ecuador puede vivir ese desarrollo de la mano de la propuesta de "zonas francas".
Las encuestas reflejan que la valoración que hacen los ecuatorianos de sus propuestas mejora de forma continuada. ¿Cómo resumiría el marco de ideas que propone a los ecuatorianos?
No creo en un modelo de sociedad en el que el Estado es rico y el ciudadano es pobre. Necesitamos el Estado en la medida en que cumple una serie de funciones esenciales, pero la prioridad es la calidad de vida del ciudadano, no del Estado. Para defender estas ideas, tenemos que seguir recorriendo el país y apostando por las ideas correctas. Es casi una tarea de evangelización.
Defiendo mis ideas sin complejos. No creo en los ataques a la libertad individual ni en las democracias de caudillos. Creo en el respeto a las personas y sus iniciativas, creo en la democracia institucional. Y todo esto puede conducirnos a un Ecuador más próspero y desarrollado.
Ese progreso debemos alcanzarlo por méritos propios, no apostando todo a la evolución de factores externos que no controlamos y pueden evaporarse de un día para otro, como ocurre con el precio del petróleo.