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Amando de Miguel

La salida de la crisis: consecuencias no deseadas

Es raro que un medicamento no tenga efectos secundarios adversos. Es normal que las alegrías de unos signifiquen pesares para otros.

Es raro que un medicamento no tenga efectos secundarios adversos. Es normal que las alegrías de unos signifiquen pesares para otros.

El asunto público que ahora preocupa (más allá del fútbol) es la salida de la crisis económica. No es fácil estimar una cosa así. El obstáculo fundamental es que el valor del PIB no se conoce bien. Hay una parte opaca que se llama economía sumergida. Por ejemplo, los ingresos de muchos profesionales autónomos, los que reciben los vendedores de drogas o de prostitución. Si fuera una proporción constante, sería fácil calcular cualquier índice económico. Pero me temo que sea una cantidad creciente y descomunal. Por tanto debemos atenernos a mediciones indirectas, las que no están sujetas a la economía sumergida.

Un medidor tradicional era antes el del número de matrimonios. (Así se calculó el PIB antes de la guerra civil). No creo que esa estadística sirva ahora de mucho, pues también está el efecto sumergido de las parejas de hecho. Aun contando con ese error, sería más válida la tasa de divorcios. Es decir, si aumenta ese fenómeno es que la economía remonta. Es un efecto no deseado para la sociedad (acaso no tanto para los que se separan), pero indica bien lo que queremos estimar: la salida de la crisis.

El mejor indicador es la tasa de accidentes de circulación, sobre todo en el supuesto extremo de las víctimas mortales. Su medición es muy fiable. Podría darse el caso de que esa cifra siguiera descendiendo como en los últimos siete años. Esa inercia sería no tanto por el menor tráfico como por el temor de las multas. Pero no creo que ese miedo oscile mucho de un año a otro. Si aumentan los muertos por accidente de tráfico es que se hacen más kilómetros y se bebe más alcohol. Ambos consumos responden al mismo hecho: circula más dinero. En este caso la economía sumergida no afecta al indicador. Los que pagan menos impuestos también conducen vehículos y toman alcohol.

Hay más medidores indirectos. Desgraciadamente muchos de ellos tienen ese aspecto negativo de las consecuencias no deseadas. Por ejemplo, el hecho de que aumente el número de los sin papeles que quieren entrar en España es también un buen indicio de recuperación económica.

Si se pudieran precisar los kilos de basura que producen los hogares y las empresas por término medio, eso sería también una buena señal económica.

En todos los ejemplos se sigue el mismo argumento. La salida de la crisis no es un bien absoluto. Unos ganan y otros pierden, como en los deportes profesionales. Si aumenta el número de muertos en la carretera, ganan las funerarias y pierden las compañías de seguros.

No se crea que ese siniestro juego de que, si unos ganan, otros pierden, resulta desagradable. He citado los deportes profesionales. Añádase la lotería y otros juegos de azar. En esos supuestos la ganancia de unos pocos supone la pérdida de muchos. Y sin embargo, los deportes y los juegos de azar son dos pasiones nacionales que van a más. Así que la próxima vez que oigan o lean que "ya estamos saliendo de la crisis", acuérdense de que alguien lo está pasando mal. En donde se demuestra, una vez más, que las palabras no significan siempre lo que quieren decir.

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